domingo, 5 de diciembre de 2010

Las Aventuras de Gottfried Rinkley, el inventor del siglo XX. Capítulo XVIII.

Capítulo XVIII. La muerte de Piero Piccolino.

Extracto del diario del prestigioso médico forense napolitano Hans Ütter - Vogglerinni encargado de examinar el cadáver de Piero Piccolino tras el levantamiento que del mismo ordenó el juez instructor Maximilliam Rotthausvonhefen en el palacio de Buonaesperanza. Entrada fechada el 27 de Noviembre de 1872 (Museo Epistemológico Provincial de Laredo).

"... pero no perdemos la esperanza de encontrar su occipital entre los restos de la comida de los sabuesos del conde de Timbrisi, nuestro amable anfitrión. El Conde ha colaborado con las fuerzas policiales de manera ejemplar regalando a cada miembro de la brigada de Justicia encargada de este misterioso caso un ejemplar autografiado de su último libro "El maridaje del vino provenzal y la carne de caza. Guía de supervivencia en tiempos difíciles". Concluí que la causa del fallecimiento de maese Piccolino, natural de Luccaditena (Italia), fue un politraumatismo encefálico provocado por un golpe autoinfligido con un objeto macizo y contundente de naturaleza indeterminada, de color verde inglés (o azul prusia), y de un peso estimado entre las 25 y las 100 arrobas. Los daños eran irreversibles y, casi con toda certeza, hubieran impedido a maese Piccolino, aún en el caso de haber sobrevivido a este envite, el practicar el noble arte de la ejecución de la flauta travesera. Me atrevo a aventurar esta hipótesis, -aún a riesgo de ser considerado un loco por la comunidad científica-, tras comprobar que los globos oculares del finado distaban de los restos de la masa encefálica, desparramada por el suelo del salón de té del ala izquierda del palacio de invierno del conde de Timbrisi, 6 y 8 metros respectivamente.

El ojo izquierdo se alojó, tras el impacto, sobre un jarrón de porcelana china de la dinastía Ming y el ojo derecho sobre las manecillas de un reloj carrillón Luis XV pintado a mano, (una máquina que haría las delicias de mi esposa). La nariz integrose en el cogote y el labio superior parecía susurrarle a la oreja derecha los versos de Petrarca que tanto amo: "Porque una hermosa en mí quiso vengarse y enmendar mil ofensas en un día, escondido el Amor su arco traíacomo el que espera el tiempo de ensañarse". El labio inferior quedará, al menos durante un tiempo, en el interior de la jaula de "Isaías", el tucán mexicano propiedad del señor Conde. La casualidad y una trayectoria de vuelo caprichosa han hecho que el apéndice carnoso acabe allí, dentro del territorio de tan temible ave, cuyo fuerte sentido de la territorialidad es bien conocido de odos, por lo que nadie se ha atrevido a rescatar lo que este bello y exótico animal considera un trofeo de caza.

"Isaías" es, además, un regalo del cónsul mexicano y goza de inmunidad diplomática. Nunca hubiéramos podido imputarle el cargo de homidicio, aunque yo albergo mis dudas sobre su autoría, (que ya he reflejado en la página 17 del informe forense oficial dentro del capítulo "Discrepancias con las conjeturas del inspector Marlasca"). Si bien la mirada del tucán es fiera y amenazante, su canto es bello y armonioso y me consta que no eran infrecuentes los dúos musicales con Piero Piccolino (las malas lenguas hablan de una relación entre ambos que iba más allá del terreno musical). Lo cierto es que el trauma de la muerte ha dejado en un estado de shock, que espero sea temporal, a este ranfástido que no paraba de repetir de manera insitente una palabra que no conseguimos entender en un principio y que nuestro politornitólogo identificó como perteneciente a un antiguo dialecto tupí - guaraní de la región de Aguascalientes. Isaías repetía, una y otra vez, como si de un mantra se tratara, "rincli, rincli, rincli, rincli, rincli..." que significa en nuestra noble lengua: "mi amor, mi amor, mi amor...". Su desolación me conmueve. Parece no aceptar el suicidio de Piero Piccolino.

Entre las pertenencias del fallecido he hallado un interesante documento manuscrito cuyo título reza "10 razones para establecerse y prosperar económicamente en Hoetlinden, capital del norte de Flandes". Encuentro muy convincentes sus argumentos y es muy probable que yo mismo, junto con mi esposa, acabemos emigrando allí en busca de una nueva vida...".

5 comentarios:

David dijo...

Lo de Petrarca ha estado bien.
Y bueno, ya sé que todo apunta a nuestro amigo Gottfried...pero, ¿acaso no pudo ser otra persona?
El pobre Rinkley...joder, acabo de ver a Jennifer O' Neill y se me va la cabeza (ja,ja).
Eso es una autopsia acertada, y lo demás, cuentos.

MonSeñor Gusano dijo...

En cualquier caso le han metido una hostia como un pan de hogaza. Para mi Gotfried, ha hecho justicia.

Insanus dijo...

jajjaj, oscuro episodio en la vida de Gottfried, pero Piccolino se lo merecía.

lunes dijo...

Oficialmente suicidio. ¿Cometió Rinkley algún otro asesinato en su vida ? Lombreeze pónganos todos capítulos seguidos por navidad que me corroe la impaciencia....Al menos algún extradenavidad.

Mister Lombreeze dijo...

lunes, esto es un serial, esto funciona con el cliffhanger ése.
Yo sigo viendo a Isaias como el principal sospechoso.
Como veis, Piccolino seguía engatusando incluso después de muerto.

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