No soy un defensor a ultranza de la sacralidad de los títulos originales de las películas (porque Solo ante el Peligro mola más que High Noon), pero reconozco que en el caso de esta estupendísima película de Martin Ritt me quedo con su título original: The Molly Maguires.
6 de Septiembre de 1869, Luzerne County, noreste de Pennsylvania. 110 mineros mueren abrasados en un incendio en la mina Avondale. Los familiares de las vícitimas culpan al propietario de ser responsable de la magnitud del desastre: se había negado a invertir el dinero que se necesitaba para construír una salida de emergencia. "Compañeros, si tenéis que morir con las botas puestas, hacedlo por vuestras familias, vuestras casas, vuestro país, pero no consintáis nunca más morir como ratas por aquellos a los que les importais tanto como las herramientas con las que picais las paredes de la mina". Trabajadores del carbón de toda Pennsylvania se afilian al sindicato minero. Casi todos ellos son emigrantes irlandeses (más de 20.000 solamente en el norte de Pennsylvania). Las huelgas de protesta fracasan. Las posturas de algunos miembros del sindicato se radicalizan y nace una sociedad secreta llamada los Molly Maguires que se autoproclama defensora de los mineros oprimidos. Los Molly Maguires empiezan a sabotear algunas instalaciones mineras y a llevar a cabo acciones de represalia (palizas y asesinatos) contra algunos de los encargados de las minas. Comienza la guerra sucia en ambos sentidos. Franklin B. Gowen, propietario de algunas de las minas más importantes, contrata los servicios de la mítica agencia de detectives Pinkerton para acabar con los "terroristas". El plan de la agencia consiste en infiltrar entre los mineros a uno de sus hombres: James McParland, cuya misión será ganarse la confianza, identificar y delatar a los responsables de los Molly Maguires.
Hasta aquí los hechos históricos que inspiraron la novela en la que se basó el guionista Walter Bernstein (que tuvo el honor de aparecer en la lista negra de Hollywood y su caza de brujas) para crear el guión de Odio en las Entrañas, la película que, encarecidamente y pese a su horroroso título en español, recomendamos hoy.
El director Martin Ritt manejó brillantemente el enorme presupuesto de esta película que, lamentablemente, fue un fracaso de taquilla. Yo no puedo encontrar dos actores más idóneos para interpretar al minero Jack Kehoe (líder de los Molly Maguires) y al detective James McParland que los elegidos por Martin Ritt para esta adaptación: son Sean Connery y Richard Harris (I love this guy!) respectivamente. Sobresaliente para el cásting.
Sean Connery está más que correcto en su papel de inconformista, luchador, rebelde, expeditivo e íntegro minero irlandés, un papel que a su físico y a su mirada le va de perlas. Pero Richard Harris es el auténtico protagonista de la película y su actuación eclipsa a las del resto de sus compañeros de reparto. Su James McParland es el personaje más jugoso de la historia, es el que sufre la tortura del tormentoso debate moral que agita sus detectivescas tripas, el tipo que está atrapado en el clásico dilema que se plantea cuando se ha que elegir entre hacer cumplir la Justicia o hacer lo que realmente es Justo, especialmente si la Ley está comprada por el dinero de los poderosos. En fin, lo de la agonía del delator que ya nos han contado magistralmente señores como John Ford, Elia Kazan o Mike Newell. Esta obra de Martin Ritt puede codearse con esos tres magistrales ejemplos de todos conocidos.
El minero Jack Kehoe y el detecive James McParland fueron dos caras de una misma moneda. Emigrantes irlandeses en los USA que huyeron de la terrible hambruna que despobló su país y que intentaron salir adelante en un Nuevo Mundo, en el país de las oportunidades. Les prometieron que si se partían el lomo podrían progresar y vivir dignamente, pero se encontraron con otra realidad de la que ambos intentaron escapar, cada cual a su manera. Martin Ritt toma partido, tácitamente, por uno de los bandos. A ver si averiguan por cuál.
La fotografía de James Wong, como siempre, resulta acertadísima en su uso de un cromatismo tan mortecino y apagado como los pulmones de un minero. Un excelente diseño de producción con una recreación histórica que, por momentos, roza el realismo pictórico en lo que a vestuario y diseño de decorados y localizaciones se refiere, sumado a
la pegadiza banda sonora de Henry Mancini completan la afortunada conjunción estelar que da como resultado una de las mejores películas que parió el Holllywood setentero reivindicativo y revisionista de la historia de los USA. Una historia llena de claroscuros, como todas las historias personales y estatales.
Admiramos y añoramos tanto al Hollywood de aquella década... Luego llegaron R2D2 y sus muñecos a fastidiarlo todo y a perpetrar eso que se llama cine de los 80, cine palomitero o como el recientemente fallecido
Sidney Lumet, más o menos, lo definió: la muerte del cine comprometido producido por los grandes estudios.
No se pierdan Odio en las Entrañas. Es una obra que está muy injustamente relegada a un segundo plano de reconocimiento cinéfilo. Además de que aprenderán historia (y serán menos tontos) van a disfrutar de una película de una factura impecable en la que
no se dice ni una sola palabra durante los primeros 15 minutos. Ah, y la primera palabra que se escucha es "Cerveza".
Odio en las entrañas. Una peli magnífica.
Joder, es que me encanta. Una muestra de la belleza de algunos de sus planos y escenas:
8 comentarios:
Una gran película pero no sé si conoces esta curiosa historia: la cuna de los activistas del Molly Maguire fue la ciudad de Centralia en Pensilvania que está actualmente abandonada pues desde los años 60 una mina de carbón arde bajo la ciudad sin haber sido capaces de apagar el incendio. Se abrieron grietas que se tragaron edificios, no se podía caminar por algunas calles pues el suelo ardía. Como si Centralia estuviera sobre el mismito infierno. Borgo.
@borgo, sí, sí, conocía la historia. Qué curioso, verdad?. Es alucinante. Habló de ella mi compi Monseñor Gusano (hace ya 3 años, joder, cómo pasa el tiempo) a propósito del estreno de la peli de Silent Hill. Parece que Centralia inspiró a los creadores del juego.
Yo creo que los irlandeses ya vinieron algo cabreados de su país, jejeee. Gran peli.
Pues mira tú, hace un par de noches ví La Tapadera y me gusto bastante. Habrá que seguir investigando en la obra de este hombre. Curiosa la historia de Centralia, hoygan.
Hay que ver la cantidad de buenas películas que se han hecho sobre las minas, y es que es un tema que da mucho juego, seguramente porque es una vida que siempre se desarrolla al límite, en peligro, con la muerte a la vuelta de la esquina, y porque las durísimas e injustas condiciones laborales son un caldo de cultivo idóneo para la revuelta.
Gran película que me apunto para dar merecida cuenta de ella.
La anécdota de Centralia no la conocía y es tremenda.
Esta peli tiene una pinta cojonuda y la tengo que ver.
Un abrazo.
@Jose Fernandez, yo creo que Martin Ritt es un director muy bueno. En casi todas sus películas hay un componente bien de compromiso bien de denuncia que destaca de manera notable. La tapadera (también con guión de Walter Bernstein) fue una de las pelis pioneras en la denuncia de la caza de brujas. Amén de que Ritt tiene clasicazos del calibre de Hud, El largo y cálido verano o Un Hombre (todas con Paul Newman como prota).
Y esa versión suya del Rashomon de Kurosawa: Cuatro confesionas. En fin, un director con personalidad siempre equilibrado entre la autoría y las producciones hollywoodienses.
@GCPG, tienes toda la razón del mundo. Pues ésta es una de las mejores películas sobre minas y mineros que yo recuerdo.
@Bigmouth, no te arrepentirás. Hay que intentar conseguir la versión sin cortes que se estrenó en España. No creo que sea difícil. Suele ser la que se encuentra disponible en páginas como vagos.es, divxclasico y similares.
Me encanta esta película, y comparto la afición por el cine de esa década y las anteriores. Ay, los tiempos de Ford, Hawks, Welles, Houston, Cukor, Hitchcock, Lang... son irrepetibles, y hoy sólo se salvan unos pocos, yendo a la cabeza el gran Clint Eastwood. Eso sí, ni por asomo meto a la trilogía inicial de Star Wars dentro del saco de cine comercial de mala calidad en el que los detractores la quieren colocar. La trilogía posterior sí que se queda en simple entretenimiento rodeado de efectos especiales, pero por ejemplo "El imperio contraataca" es una obra maestra de la ciencia ficción, muy profunda, donde los personajes no paran de crecer. La química entre Harrison Ford y Carrie Fischer es grandiosa, nada más lejos del esperpento de interpretación de Hayden Christensen, ya en los tiempos en que se valoraba más un físico escultural que poseer buenas dotes actorales. En resumen, que no entiendo por qué algunos relegan al género de ciencia ficción y al de fantasía a un segundo plano, sólo porque ellos prefieren el realismo. En todos los géneros hay obras mayores y menores. Un saludo.
Publicar un comentario