Esto es algo que siempre me gusta decirles a los fans de los tebeos (lo hago para intentar chincharles, como si lo que voy a decir les fuera a quitar méritos a los artistas del cómic): El director de cine alemán Paul Leni inventó el look del personaje de El Joker, antítesis (o como dicen ahora "némesis") de Batman. Los que no me crean que tecleen en Google Imágenes "The Man Who Laughs, 1928".
¿Qué?, ¿a que mola?. Efectivamente, este personaje de cine fue la inspiración de los creadores del famoso payaso loco del Manicomio Arkham. Pero bueno, tampoco todo el mérito de la invención es del realizador alemán Paul Leni porque su película, la que hoy recomendamos, El Hombre que Ríe (1928), está basada en una novela homónima de 1869 del escritor francés Victor Hugo, uno de los reyes de la denuncia social novelesca. La historia incluye un detalle ¿histórico? escalofriante y macabro: Los Comprachicos (así, en español, fue como Monsieur Hugo inventó la palabra para su novela), un grupo de indeseables nómadas que, según Victor Hugo, "trabajaban con los hombres de la misma manera que los chinos trabajan con los árboles". O sea, eran una especie de hermandad de traficantes que se dedicaba a la compraventa de niños procedentes de familias muy pobres. Los pequeños eran deformados para ser exhibidos como monstruos de feria. O eso decían las leyendas urbanas de la Inglaterra del siglo XVII. Tremendo.
Paul Leni (1885-1929, nacido como Paul Josef Levi) fue un realizador alemán de estética expresionista que arrastraba un pasado de pintor de vanguardia. Buena combinación. Y ya saben cómo es el expresionismo cinematográfico: su poderío visual es tan potente, gracias a sus ángulos imposibles y a sus magistrales juegos de luces y sombras, que la más nimia de las historias rodadas al estilo expresionista puede resultar terrorífica.
En 1927 la Universal fichó a Paul Leni quien en su primer trabajo en los USA prácticamente inventó el género de las "casas encantadas" con un impecable vodevil detectivesco: El Legado Tenebroso (aquí la reseña de dvd). Al año siguiente, Paul Leni realizó El Hombre que Ríe que, pese a lo que pueda parecer por sus imágenes, no es, en realidad, una película de terror, sino un melodramón con amoríos, venganzas y freaks. Un cocktail irresistible. Fíjense en esta romántica escena de la película:
¿Qué?, ¿a que mola?. Efectivamente, este personaje de cine fue la inspiración de los creadores del famoso payaso loco del Manicomio Arkham. Pero bueno, tampoco todo el mérito de la invención es del realizador alemán Paul Leni porque su película, la que hoy recomendamos, El Hombre que Ríe (1928), está basada en una novela homónima de 1869 del escritor francés Victor Hugo, uno de los reyes de la denuncia social novelesca. La historia incluye un detalle ¿histórico? escalofriante y macabro: Los Comprachicos (así, en español, fue como Monsieur Hugo inventó la palabra para su novela), un grupo de indeseables nómadas que, según Victor Hugo, "trabajaban con los hombres de la misma manera que los chinos trabajan con los árboles". O sea, eran una especie de hermandad de traficantes que se dedicaba a la compraventa de niños procedentes de familias muy pobres. Los pequeños eran deformados para ser exhibidos como monstruos de feria. O eso decían las leyendas urbanas de la Inglaterra del siglo XVII. Tremendo.
Paul Leni (1885-1929, nacido como Paul Josef Levi) fue un realizador alemán de estética expresionista que arrastraba un pasado de pintor de vanguardia. Buena combinación. Y ya saben cómo es el expresionismo cinematográfico: su poderío visual es tan potente, gracias a sus ángulos imposibles y a sus magistrales juegos de luces y sombras, que la más nimia de las historias rodadas al estilo expresionista puede resultar terrorífica.
En 1927 la Universal fichó a Paul Leni quien en su primer trabajo en los USA prácticamente inventó el género de las "casas encantadas" con un impecable vodevil detectivesco: El Legado Tenebroso (aquí la reseña de dvd). Al año siguiente, Paul Leni realizó El Hombre que Ríe que, pese a lo que pueda parecer por sus imágenes, no es, en realidad, una película de terror, sino un melodramón con amoríos, venganzas y freaks. Un cocktail irresistible. Fíjense en esta romántica escena de la película:
El protagonista es el joven aristócrata Gwynplaine, interpretado magistralmente por el mítico actor Conrad Veidt. Y no me estoy pasando con lo de "mítico" porque este actor fue, entre otros, el Cesare del Doctor Galigari y el Mayor Strasser de Casablanca. Casi nada. No me resisto a copiar y pegar la descripción que la wikipedia hace de Gwynplaine. Atentos:
"Llamado realmente Fernando Clancharlie. Fue el único hijo legítimo de lord Lineus Clancharlie, nacido en el exilio. “Fue vendido a la edad de dos años por diez libras esterlinas, que dieron al Rey por su compra". Lo compró el doctor Gerhardus Geestemunde, de la banda de Compraniños. Lo desfiguró Hardquanonne, un flamenco poseedor de los secretos del doctor Conquest, que le practicó la operación Bucca fissa que le deformó el rostro para siempre marcándolo con una sonrisa. Podía suprimir su sonrisa con una concentración y un dolor inmensos, pero cuando lo hacia en vez de ser cómico era temible. Los compraniños le dieron su nombre, le deformaron las articulaciones, le tiñeron el cabello para siempre y lo educaron para ser saltimbanqui, pero tuvieron que abandonarlo a sus diez años por las persecuciones de la justicia. Suele cuestionar el orden de la sociedad, es reflexivo, introvertido y temeroso, ama a Dea por sobre todas las cosas. Dea fue encontrada (recién nacida) por Gwynplaine junto al cadáver de su madre, una vagabunda que fue sepultada por la nieve en medio de la noche."
Este planteamiento tan tremendo con estos personajes tan desdichados víctimas de la arbitraria injusticia de la clase alta, son lo más atractivo de la adaptación cinematográfica de Paul Leni. El arranque es impactante, sin duda. La trama se va resintiendo un pelín a medida que la historia avanza y va adquiriendo tintes de folletín. De todas formas es una película más que recomendable que fue, en su día, todo un taquillazo para la Universal. Otro más tras El Jorobado de Notre Dame (1923, basada también en una novela de Victor Hugo con otro protagonista deforme) y El Fantasma de la Opera (1925, pues eso: otro freak). Todo muy gótico, muy del gusto del morboso público de finales del XIX y principios del XX. Gwynplaine es otro personaje más atormentado por su grotesco aspecto. Su deformado rostro impide ver a los demás la belleza interior que se esconde tras su macabra sonrisa. O de cuando la tortura física se convierte en tortura espiritual como nos contó también el gran Tod Browning.
Vean El Hombre que Ríe, aunque solamente sea por darse ese malsano gustazo del marisabidillo al que le gusta soltar en alguna tertulia eso de que El Joker de Batman es, simplemente, una copia de este personaje de Victor Hugo y Paul Leni. El triunfo tertuliano está asegurado.
Bueno no, casi mejor vean El Hombre que Ríe para admirar el trabajo actoral de Conrad Veidt quien, en un alarde interpretativo antológico, consigue gracias solamente a los recursos expresivos de su mirada, que su personaje (pensado en principio para otro "monstruo" de la interpretación: Lon Chaney), transmita una gran variedad de diferentes sentimientos siempre enmarcados por una sonrisa perpetua que consiguió mantener gracias a una nada cómoda prótesis dental.
De nada.
Para eso estamos.
"Llamado realmente Fernando Clancharlie. Fue el único hijo legítimo de lord Lineus Clancharlie, nacido en el exilio. “Fue vendido a la edad de dos años por diez libras esterlinas, que dieron al Rey por su compra". Lo compró el doctor Gerhardus Geestemunde, de la banda de Compraniños. Lo desfiguró Hardquanonne, un flamenco poseedor de los secretos del doctor Conquest, que le practicó la operación Bucca fissa que le deformó el rostro para siempre marcándolo con una sonrisa. Podía suprimir su sonrisa con una concentración y un dolor inmensos, pero cuando lo hacia en vez de ser cómico era temible. Los compraniños le dieron su nombre, le deformaron las articulaciones, le tiñeron el cabello para siempre y lo educaron para ser saltimbanqui, pero tuvieron que abandonarlo a sus diez años por las persecuciones de la justicia. Suele cuestionar el orden de la sociedad, es reflexivo, introvertido y temeroso, ama a Dea por sobre todas las cosas. Dea fue encontrada (recién nacida) por Gwynplaine junto al cadáver de su madre, una vagabunda que fue sepultada por la nieve en medio de la noche."
Este planteamiento tan tremendo con estos personajes tan desdichados víctimas de la arbitraria injusticia de la clase alta, son lo más atractivo de la adaptación cinematográfica de Paul Leni. El arranque es impactante, sin duda. La trama se va resintiendo un pelín a medida que la historia avanza y va adquiriendo tintes de folletín. De todas formas es una película más que recomendable que fue, en su día, todo un taquillazo para la Universal. Otro más tras El Jorobado de Notre Dame (1923, basada también en una novela de Victor Hugo con otro protagonista deforme) y El Fantasma de la Opera (1925, pues eso: otro freak). Todo muy gótico, muy del gusto del morboso público de finales del XIX y principios del XX. Gwynplaine es otro personaje más atormentado por su grotesco aspecto. Su deformado rostro impide ver a los demás la belleza interior que se esconde tras su macabra sonrisa. O de cuando la tortura física se convierte en tortura espiritual como nos contó también el gran Tod Browning.
Vean El Hombre que Ríe, aunque solamente sea por darse ese malsano gustazo del marisabidillo al que le gusta soltar en alguna tertulia eso de que El Joker de Batman es, simplemente, una copia de este personaje de Victor Hugo y Paul Leni. El triunfo tertuliano está asegurado.
Bueno no, casi mejor vean El Hombre que Ríe para admirar el trabajo actoral de Conrad Veidt quien, en un alarde interpretativo antológico, consigue gracias solamente a los recursos expresivos de su mirada, que su personaje (pensado en principio para otro "monstruo" de la interpretación: Lon Chaney), transmita una gran variedad de diferentes sentimientos siempre enmarcados por una sonrisa perpetua que consiguió mantener gracias a una nada cómoda prótesis dental.
De nada.
Para eso estamos.
11 comentarios:
No la he visto. La conocía porque venía en una de esas enciclopedias de Historia del Cine (me has hecho levantarme)...de Planeta.
Lo que sí he leído es la adaptación a cómic que hizo Fernando de Felipe.
Buenos días (otra vez).
Pues tiene pintaza. Me la veré por las dos razones que das...que hacerme la lista de vez en cuando no está mal...jajaja, siempre en ayuda de las rubias!
Joder, lo de los Comprachicos me ha dejado helada.
1besico!
Es una película estupenda, y que ya adelantaba mucha estética gótica de la que luego iba a llevarse tanto. Gwynplaine es un tipo que lo pasa mal, pero que muy mal; la escena del barco y los dos niños que se quedan en tierra es para soltar una lagrimilla... sniffff...
No tenia ni zorra, pese a ser amante de los cómics y de los Batman en particular (hay unas cuantas obras maestras protagonizadas por el justiciero de Gotham), pero el parecido es mas que evidente. Si es que no hay nada inventado coño!!!
Saludos!!
En la Dalia Negra, la película de Brian DiPalma hacen mención de esta película en alusión al macabro crimen por el que gira. No voy a negar que mientras leía esto se me ponía un poco la piel de gallina.
Un saludo.
Vaya, esta pelicula se ve genial, no la he visto, pero ganas no me faltan. No tenia ni la mas remota idea de la creacion del archienemigo de Batman.
Un saludo.
Posiblemente la última obra maestra del cine mudo. Yo vi "El legado tenebroso" en la TV inglesa con el título "The Cat and the Canary" y también me encantó. Fantásticas las imágenes de Gwynplaine escapando por los tejados para reunirse con su amada Dea. Me gustaría mucho que vieras mi entrada "Todos rieron" del 7 de julio del 2009 en que hablo de esa película. Saludos. Borgo.
Estupendísimo film, de lo mejor del mudo (o de lo que a mi más me gusta, junto a cosas alemanas o las pelis de Todd Browning con Lon Chaney)
Saludines!
Mr. Lombreeze Me dieron muchísimas ganas de verla! Excelente tu blog, muchas gracias por compartir tan rico y variado material. Desde que descubrí el sitio lo sigo con muchísimo interés. Buen fin de semana!
@Everybody, Con este dato quedas de maravilla en cualquier tertulia, ni muy friki ni muy pedante ni muy analfabeto. En su justo punto. Es un recurso muy valioso. La película se deja ver muy bien incluso hoy día. Lo que no he conseguido averigüar es cuanto tiene de realidad histórica la escalofriante leyenda urbana de Los Comprachicos de la que Victor Hugo se hizo eco en su novela.
@Marco, ostras, pues no recuerdo la referencia de La Dalia Negra. La verdad es que no he vuelto a ver esa peli desde el año de su estreno en cines.
@dvd, pues eso un melodramón, pero con gótico y expresionismo por en medio, puede parecer otra cosa... Y lo de la nieve con los cuerpos de los ahorcados, pfffff.
@charlie, no es secreto que fue la inspiración de los creadores de El Joker, vamos que no es que se trate de un plagio que trataran de ocultar ni nada por el estilo. De hecho, fijarse en este personaje, les honra.
@miquel, será un placer pasarme por borgo a leer esta entrada. Ya sabía yo que esta peli sería una de tus favoritas. ¿Salen burgomaestres?, jajajaja.
@Doc, pues sí, yo creo que no es descabellado elegirla como una de las imprescincibles del último período del mudo. La verdad es que yo soy muy también del binomio gótico+cine mudo. Seguro que Lon Chaney también hubiera bordado el papel porque tampoco es descabellado considerar a Lon Chaney como uno de los 10 mejores actores de la Historia del Cine, lo que hizo con El Jorobado es impresionante.
@Alvaro, pues muchas gracias. Además me alegra enormemente contagiar el único fin que tiene este blog: animar a la gente a disfrutar de las cosas que nos gustan. Espero que cuando hablemos de política no te cabrees mucho con nosotros...
Buen finde a todos and thank you for comentar!.
Me la apunto y bajándola del youtube, que está completa. A mi estas bizarradas, me gustan.
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