miércoles, 5 de diciembre de 2012

Clásicos Imprescindibles. El concierto para violín de Bruch. Uno de los ochomiles del Romanticismo musical.

Ya saben que hay dos maneras de enterarse de las cosas: leyendo algo sobre ellas o experimentándolas en primera persona. Así que ante la pregunta de "¿qué es el Romanticismo musical?" pueden ustedes hacer dos cosas también: pinchar aquí o escuchar la música que va a sonar a continuación. Si hacen las dos, lo bordan. 

Pero, ¡¡¡achtung!!!, queremos advertirles de que interpretar música romántica puede provocar un entusiasmo y una vehemencia expresiva de magnitudes insospechadas. No exagero. A la virtuosa violinista canadiense Leila Josefowicz le sucede con el Concierto para violín de Bruch, una obra que es un torrente musical que fluye apasionado, melancólico y folclórico a lo largo de sus tres maravillosos e intensísimos movimientos.

Fíjense en la energía del tercer movimiento y en los caretos de la Josefowicz
Merece la pena:


Max Bruch (1838 - 1920, supongo que nadie se acuerda, pero ya hablamos de Bruch aquí cuando homenajeamos a Scotland, the Brave) fue un compositor alemán muy célebre y reconocido en su época (un poquito menos en la nuestra) que ha pasado a la Historia de la Música gracias, sobre todo, a la magnificencia de su celebérrimo Concierto para violín n. 1 (1866), una obra imprescindible para completar cualquier selección Romántica que se precie y cuyo tercer movimiento acaban de escuchar todos aquellos que le han dado al play del vídeo anterior.

Si bien es cierto que nadie en el mundo toca el violín con una expresividad facial tan potente como la de Leila Josefowicz, tengo que reconocer mi debilidad por la versión del violinista ruso Maxim Vengerov. La belleza del tema principal del primer movimiento, que suena tras el primer minuto que dura la introducción, es ES-TRE-ME-CE-DO-RA. Puro sentimiento.

Bueno, puro - puro.., no, porque Herr Bruch y Tovarich Vengerov tuvieron que estudiar lo suyo para poder expresarlo así de bien. No se lo pierdan. Disponen de un largo puente por delante para descubrirse a sí mismos emocionados ante algo tan hermoso como esto:

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me aparto del tema musical para comentarte que vengo de leer lo que comentas acerca de la película EL FUEGO Y LA PALABRA es una película que quiero ver. Pero también te quiero recomendar otra que en cierta forma trata el tema desde otra obtica, se trata de EL APOSTOL, película que te recomeiendo y que de hecho, reseño en mi blog tigrero (por cierto es el único blog que administro, así te digan otra cosa) el caso es que te invito a velo.
Saludos desde Venezuela

Tripi dijo...

Sin duda alguna, nos hallamos ante un ochomil. El último que caté fue Dvorak (que se pronuncia Svorak o algo así) y su largo.

Hola Lombri.

Debo de reconocer que me he excitado bastante viendo a la Josefofbrqeweicwikc tocando el violín. Ya me hubiese gustado en mis tiempos tener a alguna guarra inglesa que me pajeara a ese ritmo diabólico, jjajjja.

Bien, dicho esto, ahí va la crítica musical. Leila me recuerda a Butragueño. No por la puta cara de insípida, sino porque fue una promesa que se quedó en eso, en promesa. No llegó a cuajar, al menos como violinista. Conclusión: buena gente la rubia, pero demasiado débil para triunfar en ese mundo trufado de testosterona que es la música clásica.

Un fuerte abrazo, Don Lombri.

Y por favor, abrace también de mi parte a su pedófilo y degenerado hermano, cuya ausencia tan preocupados nos tiene a todos (nos reconforta, en cualquier caso, que aún no hayan encontrado su cadáver).

Tripi dijo...

Ah, coño, una cosa más...por la cabecera: qué mal le queda el bigote al Banderas, ¿eh?

Mister Lombreeze dijo...

@Alí Reyes H. Tomo nota y agradezco tu recomendación. Te prometo que no voy a creer a nadie que me diga que administras más de un blog.

@Tripi, es que eres un Romanticón. Se pronuncia "vorsak". A mí también me hubiera gustado mucho que tú hubieras tenido a alguna guarra (inglesa o no).

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