jueves, 27 de septiembre de 2012

A Propósito del 25S. No habrá paz para los Malvados.

La Masa es guerracivilística por definición mientras que el Pueblo es antitiranía, también por definición. Los Soldados deberían ser siempre Pueblo y no Aristocracia. La Aristocracia no es mala por definición, pero tiene tendencia a la Tiranía lo mismo que los futbolistas tienen tendencia a follarse top models. Ni siquiera la Tiranía es del todo mala por definición, lo que pasa es que tiende a la Injusticia que es, ésta sí, la mala de la película. Cuando somos Masa nos sacamos las tripas los unos a los otros. Es entonces cuando nos comportamos como majaderos, como analfabetos que leemos muchos blogs en muchos smartphones y poca Historia en pocas bibliotecas.

El madero (sin "ja"), que es Pueblo, le mete un porrazo al estudiante, al parado, al ama de casa, al autónomo y al trabajador por cuenta ajena, que son Pueblo. ¡¡¡Es de locos!!!.
Las manifas son lo que son: una terapia de grupo, una expresión de un estado de ánimo. Cuando el estado de ánimo es la tristeza, la manifa acaba con velitas y cánticos, y todos contentos, sobre todo los fabricantes de velas. Pero cuando el estado de ánimo es la ira, todo acaba a hostias, con infiltrados y sin infiltrados, con cámaras y sin cámaras, con razón y sin razón.


La herramienta de lucha del Pueblo ha sido, es y será LA HUELGA.

El 25S lo que tenía que haber sucedido es lo siguiente: el Pueblo se va a rodear el Parlamento para escupir a los Tiranos y cagarse en su puta madre. La Policía Nacional se declara en huelga  ("si me has quitado la paga de Navidad, ahora sales tú con la porra y el casco a zurrarles a estos "jipis", listo, más que listo"). Los periodistas se declaran en huelga (y que vaya la aristocracia del periodismo a cubrir la noticia y a pisar la mierda). Si aparecen violentos, el Pueblo arranca los adoquines y les escacha su puto cráneo. Los basureros se declaran en huelga para que a la mañana siguiente el parlamento siga rodeado de basura, de mierda, de escupitajos y de adoquines manchados de sangre malvada. Los camareros se declaran en huelga para que los parlamentarios curren en ayunas.

Porque la obligación del Pueblo es que no haya paz para los malvados, así que el Pueblo tiene que rodear parlamentos y escuelas y hospitales y gendarmerías y cementerios para que los malvados no echen la siesta en paz. Y los Soldados tienen que dejar en paz al Pueblo, que son ellos, e irse a echar un cigarrito y a hacer chistes sobre la cobardía de la Aristocracia que solamente tienen tonificados los músculos que sirven para jugar al pádel. Pero la Aristocracia quiere que la Masa se enfrente a los Soldados para poder meneársela desde lo alto del balcón mientras la Masa grita "¡¡¡Policía Asesina!!!" y el Soldado grita "¡¡¡A la Carga!!!" y el tirano grita "¡¡¡otro café con churrros!!!". El hermano mata al hermano y el tirano se hace otra gayola porque tiene dinero para viagra.

Esto por un lado.

Pero por el otro: mientras el Pueblo se comporte como Masa, también cuando no les vigilan los Soldados, y pague en dinero negro sus hipotecas, no vaya a votar, piratee todo lo pirateable, haga trampas para pagar menos impuestos o diga cosas como "los extranjeros nos quitan el trabajo", no tendrá nunca la fuerza moral para luchar contra los que hacen lo mismo pero manejando más euros. Y sin fuerza moral flaquean las otras fuerzas. El Pueblo no debería ir al fútbol (al circo) mientras los futbolistas (los payasos) sigan cobrando XXXX M€ anuales.

Yo me cago en Fukuyama, en el fin de las ideologías y en todos los que convencieron y se convencieron de que la conciencia de clase era una cosa demodé propia de revolucionarios barbudos del XIX. Porque de aquellos polvos vienen estos lodos.

Bueno, la ilustración musical de hoy no por previsible deja de ser emocionante:

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Stake Land (2010, Jim Mickle). El Pueblo contra los Vampiros.

¿Se acuerdan de Monsters?. Una película estupenda. Bueno, pues Stake Land va del mismo palo estilístico, aunque esta vez el palo está algo más afilado...


Tras esta peripatética introducción, vamos con la recomendación de Stake Land, una road movie en la que salen vampiros (¿o son zombies?, no sé). Una película que tiene un 5,8 en el filmaffinity y en la que actúa Kelly McGillis (aunque cueste reconocerla) haciendo de monja. Así y todo, yo la recomiendo.

Resulta que el planeta está bien jo**do. Todo está lleno de vampiros (o zombies, no sé). Los USA están siendo devastados por una epidemia de bichos asesinos (vampiros o zombies, no sé) sedientos de sangre. La familia del joven Martin (el narrador de la historia) es atacada por un feroz monstruo de colmillos afilados (vampiro o zombie, no sé). Todos mueren excepto Martin que salva el pellejo gracias a la ayuda de Míster, un solitario y experimentado cazador de vampiros (o de zombies, no sé) más duro que el acero. Míster acoge bajo su protección al joven huérfano y lo convierte en su discípulo con el fin de enseñarle el arte del que es maestro: clavar estacas en vampiros (o zombies, no sé). El plan es el siguiente: viajar siempre hacia el norte, hacia Canadá, hacia Nuevo Edén y, de paso, matar por el camino al mayor número de bestias posible. Comienza la road movie.

Pero Stake Land es muchas cosas además de una road movie


Es una pelicula de vampiros (o de zombies, no sé), es una historia de enseñanza-aprendizaje con maestro-discípulo, es una meditativa contemplación de la devastación, es una crítica a la cobardía de los poderosos y, también, es un canto a los cojonazos del Pueblo que, como decía Tom Joad, "sobrevive a todo" porque "le hace frente a todo". O sea, Stake Land es lo que siempre han sido las buenas películas de serie B, las de toda la vida, las de bajos presupuestos, buenísimas intenciones, actores mediocres pero solventes, muchísimo ingenio, FX de un nivel decente y moraleja que advierte de los peligros de tal o cual mal de la sociedad. Stake Land nos alerta de la amenaza de las sectas religiosas y su perversa habilidad para aprovecharse de las desgracias ajenas, sembrar el terror y ganar adeptos para su, casi siempre, apocalíptica causa. Ya saben, en tiempos de crisis los buitres sobrevuelan más bajo que de costumbre.

El director y guionista Jim Mickle aporta una meláncolica mirada de poeta proletario a este mundo post apocalíptico en el que el Pueblo tiene que combatir en dos frentes: contra los demonios con colmillos, que personificin la idea del mal irracional (el de los monstruos de la naturaleza) pero también tienen que hacerlo contra los demonios de su propia especie encarnados en los integristas religiosos de la "Hermandad" que personifican el más peligroso mal de todos, el que se sustenta en ideologías excluyentes. El mérito de Mickle es el mismo que encontré en Monsters, consigue crear una atmósfera en la que se muestra la belleza que sobrevive en medio de la desolación. Este señor tiene talento.

Ah, y salen vampiros ¿o son zombies?, no sé. Antes los vampiros eran listos y los zombies eran tontos, pero desde la saga Crepúsculo ya no sé qué pensar. 

Stake Land, a good movie.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Cuatro Impactazos de TV.

Leí hace unos meses que los ciudadanos made in USA habían votado su momento más impactante de la televisión y la encuesta había dado un resultado evidente: la tragedia de los atentados de las Torres Gemelas de NY. Yo recuerdo vívidamente el colapso y derrumbe de la segunda torre, un hecho que me provocó una grandiosa apertura bucal y también un acojone muy considerable porque con el shock comencé a alucinar con el comienzo de una WWIII. Fue tremendo.

Supongo que si la encuesta se hiciera en España el Gran Premio del Jurado Popular se lo llevaría el intento de Golpe de Estado del 23F del que yo seleccionaría el submomento del intento de tumbamiento que el cuartelero y macarra Tejero perpetró contra la inquebrantable figura moral y también física de Gutierrez Mellado.

El caso es que este asunto me he animado a elegir cuatro momentos impactantes de mi historia de la televisión. Pero de la televisión de mi infancia y adolescencia. Quito, así, dramatismo a una selección que apela a la nostalgia. Here we go (voy a evitar Heidis, Mazinger Zs y Veranos Azules, tres series, por cierto acoj**antes, de las que soy devoto):

1.- El Tigre de Sandokán. Hay dos momentos en mi vida en los que mi cerebro concluyó que era imposible ir más allá en lo que a espectacularidad de los FX se refiere. El primero fue cuando vi pasar un tren por encima de la cabeza de Christopher Reeve en Superman (1978, Richard Donner). Y el segundo fue el momento en que Sandokán le rebanaba las entrañas a su primo felino ganándose así (supongo) el sobrenombre con el que pasó a la historia, primero de la literatura y luego de la televisión: El Tigre de Malasia. Recuerdo que todos en mi clase adorábamos a Sandokán, lo que no evitó que la sintonía de la serie acabara circulando en forma de coplillas con textos como "Sandokán, Sandokán, tiene el culo como un mazapán" o "Cuando viene la Mariana, Sandokán se la prepara" (hala, otro alarde de ordinariez).


2.- El Águila Culebrera. Los que nos creemos que ya lo hemos visto todo y que estamos curados de espantos, podemos evitar caer en el tedio que atormenta a los modernos recurriendo a dos fuentes de nuevas sensaciones que nunca fallan. La primera es la llegada del verano que viene con el consiguiente destape de la población femenina en general; nuestras compatriotas no defraudan. Y la segunda son los documentales de los animales en los que siempre acabas descubriendo un bicho que hace una cosa rarísima que nunca antes habías visto hacer a otro bicho también rarísimo: "las tortugas del pacífico son capaces de comerse 10.000 perritos calientes con jalapeños antes de aparearse con un cetáceo al que, muy probablemente, nunca volverán a llamar una vez consumado el coito". Y cosas por el estilo, fascinantes todas ellas. La decana de bichos raros haciendo cosas raras fue, para mí, el águila culebrera que se zampaba, muy consecuentemente con su sobrenombre, una culebra más larga que un verano en Albacete. Lo hacía en un capítulo de El Hombre y la Tierra. Tremendo.


3.- El Asfalto. En 1966 el gran Narciso Ibáñez Serrador adaptó para la tv un relato de Carlos Buiza titulado El Asfalto. El episodio homónimo formaba parte de la mítica serie de TVE Historias para no dormir. Yo no soy tan viejo como para haber nacido el año de su creación, año en el que se llevó un montón de premios internacionales. Así que supongo que lo vi en alguna reposición alguna década después. Es una historia que, vista por un adulto, admite multicolores interpretaciones sobre lo que simboliza la tragedia del protagonista al que da vida el papá de Chicho (el actor Narciso Ibáñez Menta). Pero ante los ojos de un niño, todo eso de la soledad del individuo queda eclipsado por lo aparente: una historia angustiosa y terrorífica. Si tienen media hora para disfrutar de ella, pueden comprobar lo que les digo aquí.

4.- La Sintonía de La Clave. Carmelo Bernaola compuso para su amigo José Luis Balbín la sintonía de otro programa mítico de nuestra televisión: La Clave (1976-1985). La Clave fue uno de los programas televisivos que más afición cinéfila y tertuliana han despertado en los abuelos que ya somos todos los de mi generación. Todo era muy bonito entonces... Todo menos la sintonía de Bernaola que hoy se me antoja como una pieza musical interesantísima pero que me daba un miedo terrible hace 25 años. No os cuento el miedo que pasé aquella noche que el programa debatía el tema de la brujería y para el que creo recordar que la película que eligieron como ilustración cinematográfica del tema fue Dies Irae del aburridísimo Carl Dreyer. Atentos a la musiquita de marras:


¿Continuará?. Pues depende de lo que me aburra en la oficina...

sábado, 22 de septiembre de 2012

viernes, 21 de septiembre de 2012

A Propósito de Cataluña.

Bueno, como ya saben, yo soy anti nacionalista. Los nacionalismos me huelen a burguesía empresarial derechona, políticos oportunistas, crucifijos, analfabetismo, racismo, patrioterismo, guerras de trincheras, "amaneceres dorados", limpiezas étnicas, boinas de requetés, ruralismos mal entendidos, tradiciones absurdas, revisionismo, propaganda y, en general, a sentimientos de personas poco viajadas e insolidarias, porque como dijo Mark Twain,

"Viajar es fatal para los prejuiciosos, para los fanáticos y los que tienen una mente estrecha, y mucha gente nuestra que sufre de prejuicio, fanatismo y estrechez mental lamentablemente necesita viajar. Los puntos de vista amplios, totales y caritativos sobre los hombres y las cosas no se pueden adquirir vegetando toda la vida en un pequeño rincón de la tierra.". 

Los nacionalismos nublan la razón y empujan a la gente a proclamar orgullosos que el Nilo es una puta mierda porque el río de su pueblo es el mejor del mundo aunque baje seco desde 1736 y no hayan visto el Nilo ni en fotos. Y eso que también soy anti descastados, que son esos tipo de gente que dice que todo lo de su pueblo es una mierda porque NY es más bonito y más grande. Pero los nacionalistas son más peligrosos que los descastados porque cuando los nacionalistas sueñan sin razón producen monstruos, mientras que cuando lo hacen los descastados, acaban tirándose por un puente sin molestar a nadie.


El caso es que al calor de la actual crisis está floreciendo un renovado espíritu soberanista en Cataluña que es el lugar en el que paso mis vacaciones veraniegas desde hace 10 años. Total, que la derecha catalana quiere izar una señera imaginaria del tamaño del mastodonte que pusieron sus homólogos españolistas en la plaza de Colón de Madrid. Una bandera gigante es una extravagancia que mola, como molan las pirámides de Egipto, que son unas moles de piedra que al pueblo egipcio no le sirvieron absolutamente para nada. Pero en la punta del mástil, allá en lo alto, los nacionalistas catalanes creen ver una manzana de Guillermo Tell rojigualda, así que quieren recaudarse los impuestos y conseguir una justicia financiera para "los catalanes" (que no es sinónimo de "los que viven en Cataluña"), una reclamación que yo considero legítima pero cuya consecución, probablemente, tendría poco reflejo en una justicia social para esos mismos catalanes, porque recordemos que ellos son nacionalistas, sí, pero de derechas, también

Todo aquél que haya leído un poquito de Historia sabrá que a la derecha y a los liberales de todo el mundo y de todas las épocas siempre les ha importado una puta mierda el destino de los parias, independientemente de bonanzas o crisis económicas. Eso sí, en época de crisis, las chivos expiatorios van que vuelan. Y es que ser de izquierdas (tal y como yo lo entiendo) y nacionalista es INCOMPATIBLE, porque a un izquierdista siempre le temblará el pulso a la hora de firmar un decreto de expulsión de inmigrantes pero a un nacionalista no. La buena noticia es que nuestros nacionalistas no tienen cañones con los que bombardear Fraga o Barcelona.

Dicen que con la Hacienda en sus manos,  unos pocos catalanes conseguirán que todos los catalanes sean menos pobres y tengan menos crisis. Los vascos deben ser más tontos que los catalanes, porque con su concierto económico y todo, no se han librado de la crisis. ¡¡¡Ya está bien de pagar el PER a los vagos andaluces que están todo el día montando casetas con bombillas y banderolas!!!. Lo mismo que ya está bien de pagar la seguridad social a las rumanas que no hacen más que preñarse y parir rumanitos, según nos cuentan los nacionalistas españoles quienes, como ya tienen el baño alicatado, no necesitan más romanís en sus vidas. Lo mismo que los nacionalistas catalanes no necesitan más charnegos cordobesís. Lo mismo que los nacionalistas alemanes no necesitan más parásitos mediterranís. Lo mismo que los Reyes Católicos creyeron no necesitar más sefardís (gordísimo error de cálculo). O sea, lo mismo de siempre: los ricos malgastan pero la culpa de que no haya dinero es de los pobres.  Y ahora los pobres somos, para los catalanes, los españoles. Y los pobres son los malos.


Esta realidad, que es tan simple como cruda, nos la adornan y ocultan tras unas cuantas banderas de colores, "las banderas de nuestros padres", esas banderas por las que cuentan (o inventan si es menester) que murieron nuestros tatatatatarabuelos en 1096 guerreando contra los moros en algún peñasco lleno de matojos, aunque nuestro tatatatatatarabuelo estuviera, en ese momento, fabricando botijos. Pero oye, vestimos a la mona de seda, que está más mona. Y así se queda.

Los malos de verdad, muchos banqueros y algunos políticos, se descojonan de los pueblerinos tontos que se sacan las entrañas a navajazos, los unos a los otros, por un trozo de tela con el que, jura un historiador al que nadie escucha, que Chindasvinto I, padre de la patria X, se tuvo que limpiar el culo cuando se cagó en los pantalones en lo alto de aquel peñasco al ver tanta cimitarra moruna aproximándose y tuvo que salir corriendo a pedir ayuda a los cabrones de la patria Y.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Obras Maestras del Cine Contemporáneo. Nadie Sabe (2004, Hirokazu Kore-eda).

Si Nadie Sabe fuese una fábula y la historia que nos cuenta simbolizara otra cosa diferente de lo que acabamos de ver, estaríamos ante una película muy bonita pero muy tonta, como son casi todas las fábulas cinematográficas para adultos (Canino, Hierro 3, etc) y casi todo lo conceptual. Pero Nadie Sabe es una tragedia de hechos reales basada en hechos reales. Y la realidad, que puede ser más esperpéntica que la más esperpéntica de las fábulas creadas por el más esperpéntico realizador simbolista, cuando es cruda no tiene tiempo para tonterías. Por eso los de Cannes no tuvieron más remedio que conceder  el premio al mejor actor de 2004 a un niño japonés de 14 años que se llamaba Yuya Yagira.


La realidad que está detrás de Nadie Sabe la protagonizaron cuatro hermanastros (todos de distinto padre) que, en 1987, fueron abandonados durante seis meses en un apartamento de 40 m2 de un barrio de Tokio. 50.000 yenes es todo lo que les dejó su madre antes de irse a pasar una temporada con su nuevo novio. En Tokio viven más de 13 millones de personas. De todas ellas, nadie supo, durante seis meses, que cuatro menores intentaron sobrevivir en un mundo de adultos. No voy a contar más detalles de la trama porque Nadie Sabe es una película de detalles, muchos de los cuales, de unos pocos segundos de duración, valen más que la mayoría de las horribles películas que estrenan cada semana en nuestros cines.


El director japonés Hirokazu Kore-eda rodó, un lustro antes de Nadie Sabe, otra hermosa película que se titula After Life y que es un cuento sobrenatural que también les recomiendo. Pero, en Nadie Sabe, Kore-eda se deja de cuentos y lo único sobrenatural que hay en su película es su mirada, la de un director que es como un dios omnipresente pero impotente, que todo lo ve pero que nada puede hacer por mitigar el sufrimiento de los niños o, mejor dicho, el sufrimiento de nosotros, los espectadores adultos, que somos los que etiquetamos como "drama" la terrible experiencia que sufrieron estos cuatro niños japoneses que pasan las horas de su confinamiento jugando con su Nintendo o con sus muñecas.

También jugando, pero con la gran baza de la sorprendente naturalidad de sus cuatro actores infantiles, Kore-eda nos regala una narración de dos horas y media en la que filma el tiempo como si fuera un notario - poeta que imagina la intimidad de cuatro niños que están solos contra todo y que le echan un pulso al mundo con la fuerza que les proporciona un sencillo, autoimpuesto y  frágil sistema de normas de supervivencia. Pese a disponer de más de 150 minutos, Kore-eda no pierde el tiempo juzgando a la mamá porque él necesita todo ese tiempo para mostrar la cotidianeidad de una tragedia en la que, a los ojos de un niño, no tiene cabida el melodrama. Porque ¿qué hace un niño cuando recibe una carta avisando del corte de suministro de la luz?. La abre, la lee y se la da a su hermano pequeño para que pinte animalitos de colores.


En el prólogo de la película se muestra un fogonazo de su final. Un final que, aviso, no es apto para sensibleros, es sólo para almas sensibles (como la mía). Así que cuando, durante el epílogo, un avión vuela sobre la cabeza de Akira, el hermano mayor, un escalofrío recorre su alma. También la nuestra. Qué más se le puede pedir al Cine.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Buenas Películas que me hicieron un hombre mejor. El Entretenimiento y el Cine.

Leíamos el otro día en el blog opciones avanzadas unas declaraciones de David Cronenberg en las que el director canadiense venía a decir que una película que es una adaptación de un cómic de superhéroes (se refería a la última de Batman) es lo que es, o sea, una adaptación de un cómic, o sea, cine para adolescentes. Y ya está. El tono peyorativo se lo pueden poner, o no, ustedes si así lo desean. Yo coincido con Cronenberg pero sin peyorativizar nada porque me gusta el cine para adolescentes aunque no me guste la trilogía TDK de Nolan. Pero entiendo que lo que nos puede sacar de quicio a los más viejos del lugar, como Cronenberg y yo, es que los fans de TDK nos intenten vender la moto con sus reflexiones acerca de la trascendencia del mensaje de un señor con capa que combate el Mal que asola a una Ciudad - Estado. Pero, ¿por qué no les vale con que la película sea entretenida?. Porque el entretenimiento les acompleja. 

Yo, que soy más burro que Cronenberg, tras confesarme cinéfilo crónico tengo que decir que cualquiera puede ver muchas películas sobre la WWII pero hasta que no se empape de unos cuantos tochazos de libros de Historia sobre la WWII, no tendrá ni puta idea de qué es lo que pasó en la WWII. Porque para empezar a entender algo de, por ejemplo, el colaboracionismo gabacho, hay que tragarse, al menos, las cuatro horas de duración de La Tristeza y la Piedad, como hizo Woody Allen en Annie Hall.


Hay películas cojonudísimas que he visto mil veces y que volveré a ver otras mil, pero que resultaron ser una experiencia intelectual diferente a la de leer libros como, por ejemplo, La Peste de Albert Camus, Armas, Gérmenes y Acero de Jared Diamond, La Jungla de Upton Sinclair  o La Investigación Científica de Mario Bunge. ¿Entonces qué?, ¿voy a dejar de ver películas para dedicar mi vida a la lectura con el fin de convertirme en un ser supremo?. Anda ya.

El cuidado del cerebelo no es más importante que el cuidado de las vísceras. Todo Arte es, a fin de cuentas, un provocador de razonamiento. Han sido más los libros que han cambiado mi pensamiento que las películas que lo han hecho pero, a cambio, son más las películas que me han entretenido. Y, para mí, el entretenimiento es (tras el hecho de procrear y dar de comer a la progenie) el acto más noble y supremo al que puede dedicarse un ser humano.

El entretenimiento no me acompleja, lo mismo que no acomplejó a Cervantes cuando creó una novela con la que sus contemporáneos se descojonaban. Yo no pongo al bufón por debajo del filósofo. Así que las guerras de intelecto versus entretenimiento de cineastas o cinéfilos me parecen ridículas. Los realizadores que reniegan del entretenimiento en el cine son unos tipos desubicados demasiado preocupados por que la teórica cinematográfica les respalde y les dé prestigio ante los ojos de las Bellas Artes. Son unos acomplejados por el, todavía existente, desdén universitario o museístico. Pero las catedrales del Cine no deberían ser las Universidades o los Museos, sino las Salas de Cine.

El caso es que, por supuesto, hay un gran número de películas a las que les otorgo el mérito de conseguir que yo me replanteara algunas de mis convicciones, que revisara algunas de mis prioridades vitales o que, sencillamente, son películas que lograron alterar alguna de mis sensibilidades. Aquí van las primeras que me vienen a la cabeza a bote pronto.

Dejad Paso al Mañana (1937, Leo McCarey ). 


En la mayoría de las películas que vemos, los viejos son viejos. No son personas. O sea, los viejos de las películas son la generación siempre derrotada, la que los jóvenes siempre hemos superado, la que se ha quedado obsoleta porque no sabe programar el vídeo. Son los putos Umberto D. Pero todos llegaremos a viejos... Cuentos de Tokyo es una celebérrima película de Yasujiro Ozu que lleva la fama de ser la gran película sobre la soledaz de la vejez y el lugar de los ancianos en la familia pero, 30 años antes, Leo McCarey hizo una mejor. Y se titula Dejad Paso al Mañana


La Diligencia (1939, John Ford). 


Puede parecer sorprendente que el primer recuerdo que tengo de este western sea el del tema de la dignidad de los parias. La Diligencia los trataba con ternura y eso me conmovió profundamente y me enseñó que la nobleza puede vivir en los corazones de las prostitutas y de los médicos alchohólicos. Desde que vimos La Diligencia, nosotros también huímos de las ligas de la virtud. Ah, sí, otra cosita: sale un banquero malo que huye con el dinero que ha robado...


El Tren (1964, John Frankenheimer). 


¿Cuántas vidas humanas sacrificarían ustedes por salvar el Museo del Louvre?. Yo ninguna. Yo le prendo fuego a la Mona Lisa si con eso consigo salvar la vida de un bosquimano de 86 años. Lo aprendí viendo esta magistral película que recomendábamos aquí.


Zelig (1983, Woody Allen). 


Zelig es la Biblia de los tipos como yo: los tipos con mucha personalidad. Al protagonista de la película de Woody Allen le costó muchos sudores conseguir reunir el valor suficiente para proclamar en voz alta que Moby Dick era un coñazo. Coincido con Zelig: Moby Dick es un coñazo, Dreyer es un coñazo, Gran Hermano es una puta mierda, la Leche de Soja es una puta mierda, El Big Mac es un manjar, los vinos tintos españoles me saben a coñac y Sara Carbonero no está buena. Hay que cultivar la personalidad propia y alardear de ello, of course.


Senderos de Gloria (1957, Stanley Kubrick). 


Es la primera película que recuerdo haber visto sobre los desastres de la guerra. ¿Pudo haber ocurrido algo así?, ¿existieron unos generales tan despiadados e inhumanos como los de esta película?, ¿fueron capaces de bombardear y fusilar a soldados inocentes de su propio ejército?. Pues sí. Tremendo. Descubrí el significado de la expresión "carne de cañón". Me hice objetor.


Las Uvas de la Ira (1940, John Ford). 


"Un tío con un millón de acres y mil granjeros muriéndose de hambre". Esto lo filmó un señor de derechas. Fue un shock descubrir que los todopoderosos estadounidenses habían pasado hambre. La nación más poderosa del mundo había estado llena de cuerpos famélicos. Y la culpa de todo ello era de... otros estadounidenses gordos, ricos, avaros e hijosdeputa. Los cínicos, los egoístas y los malvados siempre nos hablan de eso de que el izquierdismo es un mal que se cura con la edad.  A Tom Joad le pasó todo lo contario. "Donde quiera que haya una pelea para que los hombres puedan comer, ahí estaré". Amén. En estos días de crisis tan entrañables, la revisión de esta película es obligada. La lectura de la novela de John Steinbeck también. En fin, Las Uvas de la Ira es una de las mayores factorías de frases cinéfilas de la Historia del Cine. Ésta, concretamente, sigue siendo uno de mis diez mandamientos; "Estamos vivos. Somos el pueblo que sobrevive a todo. Nadie nos puede destruir. Nadie nos puede detener. Le hacemos frente a todo". 


Los Viajes de Sullivan (1942, Preston Sturges). 

Para el que tenga la desgracia de no haberla visto todavía: Sullivan es un director de comedias de éxito. Sin, embargo.., ¿comedia?, eso no es serio, hombre, eso no es intelectual, eso no es trascendente ni supremo. Sullivan siente que tiene que realizar una gran película que trate, con la mayor solemnidad posible, sobre el Tema de temas: La Vida, la Realidad. Sullivan aspira con ello a convertirse en un gran Creador artístico que conseguirá con su gran Obra construír una conciencia social en el público. Así que Sullivan abandona su jaula de oro y sale a recorrer los caminos haciéndose pasar por un paria más de los tantos que vagabundearon por los deprimidos USA. ¿Y qué es lo que acaba enseñándo la Vida a Sullivan?.., pues que el más noble fin al que puede aspirar un creador es... ¡¡¡entretener a sus semejantes!!!. "La risa, que hace bien a los hombres". Amén.

A continuación, una de mis diez escenas de cine favoritas ever ("Am I Laughing?"):

sábado, 15 de septiembre de 2012

Mis Canciones Favoritas. Quiero dar las gracias a... Everything about you.

Algunos de los que fuimos jóvenes en la década de los 90 tuvimos la desgracia de sufrir, en nuestras propias carnes y en tiempo real, el grunge... 

(pausa dramática)

... el grunge...

... un zarrapastroso movimiento estético-musical que daba mal rollo y contagiaba un pesimismo bastante cargante.

Yo es que en aquella época tenía las baterías petadas de energía y solamente pensaba en fo**ar, emborracharme, tocar mi bajo eléctrico, peinarme el tupé, salir de marcha con los colegas, comer hamburguesas a las 03.00 AM para vomitarlas a las 05.00AM and so on.

MrLombreeze con 20 añicos jalando un bocata tras ver a los Depeche Mode en Barna.

Así que no entendía muy bien como alguien que, en teoría, estaba en la flor de la vida, con todo de cara y casi nada de contra, con las esperanzas de comerse el mundo o de comerse a la camarera del bar de copas (allá cada uno con sus ambiciones pesonales), con la rebeldía supurando por los poros de la piel, etc, etc, como, un tipo así, podía caer en el mal rollo ése de los grunges que se quejaban de todo y estaban vacíos, como los existencialistas que llevaban un montón de años muertos y enterrados. Me daban mucho asco. Y sus camisetas de leñadores todavía más.

Total, que para contrarrestar los efectos de la música bajonazo made in Seatle, los jóvenes marchosos tuvimos que inyectarnos chutes de un montón de grupos buenrrollistas como los EMF, Faith no More, RHCP, Fishbone, ACDC, The Cult, Guns and Roses and blablababla.

Y uno de los antídotos más tremebundos que recuerdo haberme inoculado en aquellos años fue el Everything About You, cuyos autores eran una especie de pijo-rebeldes-surferos californianos llamados Ugly Kid Joe. Los tíos molaban pese a las pinticas que lucían. Sus discos también. Y esta canción, todavía más.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Cultos Cargo. Rezándole a John Frum.

Si yo fuera creyente militaría en alguna de las supersticiones de alguno de los cultos cargo. ¿Que qué son los "cultos cargo"?. Pues son el resultado de una de las extravagancias antropológicas más reveladoras de la historia reciente.

¿Por qué creemos en el Más Allá?. Toma pregunta. ¿Es porque sentimos miedo ante la idea de nuestra muerte, deseo de reencontrarnos con nuestros difuntos seres queridos, necesidad de una explicación a todas las maravillas inexplicables del universo, porque sufrimos el síndrome de Gladiator, porque somos unos analfabetos que nos dejamos llevar por la corriente, porque tenemos miedo a las enfermedades, al dolor, al hambre, a los animales de grandes fauces y afilados colmillos?...

Algunos neandertales, tras sufrir el ataque de un oso, se pusieron a rezarle a quién sabe qué espíritu del bosque para que mantuviera alejados a esos feroces plantígrados, pero otros le dieron al coco e inventaron las lanzas para darle lo suyo al próximo bicho grande que se acercara a intentar comérselos. Y así fue como el mundo se dividió entre místicos y materialistas. ¿A qué le hubiera rezado un neandertal que hubiera profesado un culto cargo?: a un "dios" que le enviara lanzas mataosos. Acojonante mezcla de misticismo y materialismo.

El biólogo Jared Diamond publicó en 1998 un libro imprescindible titulado Armas, Gérmenes y Acero en el que desmontaba la patraña del racismo y demostraba que no existe ninguna raza más inteligente que otra. La razón por que la que algunas razas han alcanzado un nivel de vida más confortable que el de otras es porque aquéllas tuvieron la fortuna de comenzar su desarrollo técnico en ambientes más propicios. O sea, partieron con la ventaja de tener cultivos más productivos, climas más benignos, orografías menos abruptas, animales más fácilmente domesticables, etc, etc, etc. Un ejemplo para que se entienda: a día de hoy, todavía no hay dios que cabalgue sobre una cebra o que consiga enganchar un arado a un bufalo africano.

Lo que motivó a Jared Diamond a escribir su libro fue una sencilla pregunta que le hizo un amigo neoguineano:

"¿por qué vosotros (los blancos) tenéis más "cargo" que nosotros (los neoguineanos)?".

Toma ya. Esto sí que es una cuestión trascendental y no las patrañas de los místicos.

Pero, ¿qué es el "cargo"?.

Pues es esto:



Cajas llenas de cosas fabricadas por el hombre.

Algo que a nosotros puede resultarnos muy ordinario pero que a ojos de un habitante de la melanesia del siglo XIX podía parecer un hecho cuasi mágico. El blanco de turno llamaba a unos barcos que le traían un montón de cargo. Así que lo que hay que hacer es rezarle al blanco para que nos traiga más cargo. Genial. ¿Y cuándo el blanco se va?. Pues se repiten los "rituales" que practicaba el blanco para invocar al cargo. La Fe mueve montañas.

Uno de esos blancos fue un norteamericano llamado John Frum. 

Pero John Frum nunca existió. Es el Juan Nadie que personifica a lo miles de soldados norteamericanos que llegaron allí en 1940 durante la WWII. Cuando acabó la guerra, John Frum se fue y nunca más volvió. Los habitantes de la Isla de Tanna (perteneciente a lo que antes se conocía como Nuevas Hébridas y que ahora tiene el nombre oficial de República de Vanuatu) siguen esperando que John Frum vuelva y, mientras tanto construyen "torres de control" hechas de bambú, auriculares hechos con latas y demás parafernalia de la que utilizaba John Frum para "invocar" a esos aviones que dejaban caer, desde lo alto del cielo, cocacolas, azúcar, hachas, escaleras o aparatos de radio. Para conseguir este cargo no hacía falta rezar a ningún dios ancestral; con rezar a un blanco sería suficiente porque la experiencia les había "demostrado" que tendrían más probabilidades de éxito. Así nació un nuevo mesías que obraba milagros, ergo un nuevo dios. 

El día de John Frum se celebra cada 15 de febrero. Sus fieles creen que John Frum volverá some day:


Qué primitivos y qué ridículos, ¿verdad?. No como los cristianos que se beben el cuerpo y la sangre de Cristo cada domingo antes del vermú y esperan la resurrección de un señor que consiguió convertir el agua en vino y que volverá a juzgarnos a todos y a resucitar nuestros cuerpos.

Y otro día, hablaremos de los mormones y de Mitt Romney, el candidato republicano a la presidencia de los USA que cree que Jesucristo visitó América. Pero ahora, un poquito de religión gusana:

lunes, 10 de septiembre de 2012

El Cine que ya no se hace: Niebla en el Pasado (1942, Mervyn LeRoy). Apoteosis del melodrama romántico.

"Demasiados directores hacen hoy día películas enigmáticas u ofensivas para los espectadores. Parece que equiparan desconcierto con arte". Mervyn LeRoy.


Recuerdo que Carlos Pumares se cabreó mucho cuando Mervin LeRoy murió y el telediario dijo "ha muerto Mervyn LeRoy, el productor de El Mago de Oz". Toma ya. Mervin LeRoy que prácticamente inventó el género de gángsters y que había dirigido películas como Soy un Fugitivo (nuestra recomendación aquí), Hampa Dorada, El Puente de Waterloo, Madame Curie, Treinta Segundos sobre Tokio, Quo Vadis, etc, etc, era "el productor de El Mago de Oz". En fin, para intentar luchar contra el (inevitable) reduccionismo televiviso, hoy vengo a recomendarles otra gran película de Mervyn LeRoy: Niebla en el Pasado, un antídoto contra el cinismo que parece invadir nuestra sociedad de una manera, para mí, alarmante. Y es que todos sabemos lo primero que va a pensar un cínico al que se le presenta el siguiente argumento de una de las películas más difíciles de resumir de la Historia del Cine: 

"John Smith" (Ronald Colman) es el nuevo nombre asignado a un veterano de la WWI que es internado en un sanatorio mental tras quedar amnésico a causa de la explosión de una bomba. El día que se firma el armisticio, aprovechando el bullicio general por la alegría del fin de la guerra, Smith huye y llega a un pueblo cercano. Allí se encuentra con una actriz de una compañía de variedades, la maravillosa Paula (Greer Garson). Paula simpatiza con el desconcertado e inofensivo "Smithy" y, convencida de que la vuelta al manicomio no le va a ayudar a recuperarse, decide ocultarle en un apartado rincón de la campiña. Se enamoran, se casan y tienen un hijo. Son pobres y felices. Smithy tiene que viajar a Liverpool para una entrevista de trabajo. Abandona a su mujer y a su hijo recién nacido solamente por unas pocas horas. Pero en Liverpol es atropellado por un coche, pierde el conocimiento y cuando despierta es Charles Reiner, un rico heredero que no recuerda nada desde aquella lejana trinchera en Francia en la que una bomba le dejó amnésico hace tres años... 


Tremendo culebrón. ¿Creen que les  he contado muchas cosas sobre esta historia de almas perdidas en busca de su media naranja?. Pues no les he contado prácticamente nada de todo lo que van a poder disfrutar si deciden ver esta estupenda película de 1942 de más de dos horas de duración que, en realidad, pasan volando gracias a una gran adaptación del libro de James Hilton en el que se basa la película. Y es que, pese a tener que sacrificar algunas partes de la novela, obligando a la narración a experimentar algunas transiciones algo bruscas (yo creo que inevitablemente o nos iríamos a una película de cuatro horas), el acierto del guión es uno de los grandes cuatro pilares de la película (de toda película, claro). Los otros tres son, obviamente, su director y sus dos actores principales (acabo de inventar la pólvora). 

Cualquiera de los elogios que dediquemos a la infravaloradísima actriz Greer Garson se va a quedar corto, así que me los voy a ahorrar. Definitivamente, se puede asegurar que 1942 fue su año glorioso. Participó en dos películas maravillosas (y de mucho éxito tanto de crítica como de público) por las que estuvo nominada al Oscar a la Mejor Actriz. Una fue esta Niebla en el Pasado y la otra, por la que finalmente se llevó el premio a casa, fue la mítica La Señora Miniver. Todas las virtudes que viven en el alma de un ser humano de noble corazón las encontrarán reflejadas, a lo largo de la historia, en el rostro de Greer Garson quien, además y para sorpresa de muchos, demostró que era una actriz como la copa de un pino que podía lucir tan sexy como cualquiera al marcarse este bailecito en mini kilt cantando con acento escocés "She is ma Daisy"


Estas cosas solamente las sabían hacer las actrices manufacturadas por los grandes estudios.

Ronald Colman tenía 50 años cuando hizo esta película y su personaje se promete con una jovencita de 18... Pero bueno, pese a que puede que Colman estuviera algo mayor para el papel, es innegable que él y su bigotillo lo bordaron. Van a ver a Colman mostrando convincentemente tres estados de ánimo a lo largo de la película: el sufrimiento que le produce la angustia de saberse un amnésico internado en un psiquiátrico, la alegría plena de vivir con la mujer a la que ama y la melancolía inexplicable de un caballero de clase alta que siente que algo falta en su vida. De verdad que Ronald Colman está magistral en este papel que es toda una lección de interpretación llena de matices de emotividad contenida. 

Y rematando la faena, encontramos la dirección de Mervyn LeRoy, un productor y director que fue la personificación de los ideales creativos que reinaron durante la edad de oro de los grandes estudios de Hollywood. Un tipo que cosechó éxito tras éxito durante los 30 y los 40. Niebla en el Pasado está rodada con una sensibilidad y una meticulosidad tan exquisitas que LeRoy logra un malabarismo creativo: un melodrama sin drama habitado por personajes creíbles cuyas desdichas les van a martirizar hasta el The End (happy or unhappy?, tendrán que verla). 


Mervyn LeRoy es uno de mis grandes directores (insisto, vean Soy un Fugitivo cuanto antes). Se paseó por casi todos los géneros, fue un director que servía para un roto y para un descosido y su objetivo artístico estaba en las antípodas del cine de autor, porque LeRoy lo "único" que quería era entretener al público. Esto, para muchos cinéfilos, sigue siendo un estigma al que llaman "ausencia de personalidad creativa". Pero yo solamente puedo decir que estoy muy agradecido al hecho de que Mervyn LeRoy hiciera lo que hizo como lo hizo gracias a que su inspiración artística consistió en pensar en el disfrute de los demás. En el mío también

Otra cosita más, la música del gran Herbert Stothart, uno de los reyes de los soundtracks hollywoodienes de los años 30 y 40, está presente durante casi toda la película. No la van a escuchar porque la van a sentir. 

Niebla en el Pasado, conjunción astral cinematográfica que no deberían perderse.

jueves, 6 de septiembre de 2012

A próposito de Olvido Hormigos. Frases y Canciones de Cine. Ciudad Sin Piedad (1961, Gottfried Reinhardt).

Dedicado a todos los cretinos que han visto el vídeo de Olvido Hormigos y a todos los tertulianos que van a sacar tajada del asunto.


"Estoy seguro de que evitaré la sentencia de muerte por tres razones: primera, porque todos los testigos mienten un poco; segunda, porque la edad madura odia a la juventud y la fealdad a la belleza; y la tercera, porque nadie es capaz de medir la inmensa suciedad que alberga la mente humana".

Mayor Steve Garrett, abogado defensor de cuatro soldados norteamericanos culpables de violar a una joven alemana en el drama judicial (y rural) realizado a mayor gloria de Kirk Douglas, Ciudad Sin Piedad. Otra vuelta de tuerca al asunto de los alegatos anti pena de muerte. Viene con cuestión moral incluída (como siempre): ¿es moralmente aceptable destruír públicamente la reputación de una joven inocente para salvar las vidas de los cuatro hombres que la han violado?.

La canción de Dimitri Tiomkin se hizo más famosa que la película:

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Carlos Larrañaga se nos fue de (extraño) viaje. D.E.P.

Recientemente se nos han muerto dos actores españoles a los que deseo mostrar mis respetos: Aurora Bautista y Carlos Larrañaga


Hoy voy a dedicar el post a Carlos Larrañaga recomendando una de las películas más bizarras del Cine Español: El Extraño Viaje (1964), dirigida por Fernando Fernán Gómez quien, por si alguien no se ha enterado todavía, es uno de los diez mejores directores de cine españoles de todos los tiempos. La película nos cuenta otro crimen pueblerino, o sea, puro esperpento. La historia se basa en un hecho real, el crimen de Mazarrón, un suceso publicado en El Caso, biblia de la crónica negra española. Los responsables del argumento y del guión fueron Berlanga y Pedro Beltrán, así que imaginen cómo acabó la cosa tras pasar por semejante prisma cinemato-literario... 


Muchos pueblos de la España Profunda parecían gigantescas cárceles custodiadas por la guardia civil, el cura, el alcalde, el terrateniente, cuatro viejos borrachos que jugaban a las cartas en el casino y cuatro viejas alcagüetas que solían ser más papistas que el Papa. La gente nacía, moría y, mientras tanto, vivía una existencia llena de miedos que es una existencia infeliz. Temían, sobre todo, a la santísima trinidad: miedo a Dios, a la Ley y a la Carne. Todos se vigilaban los unos a los otros para asegurarse de que se observara, en público, el cumplimiento de las normas sociales. Y luego, que cada uno se fo**e a a su oveja en su establo (pero con la puerta bien cerrada). Los más afortunados y valientes abandonaban esos puebluchos para ir a respirar aire puro a las capitales llenas de CO2 en las que el anonimato concedía treguas vitales incluso en la España católico - franquista. Para el resto de los desafortunados que malgastaban sus vidas en la aldea, quedaban algunos consuelos semanales. 

Para los habitantes del pueblo en el que acontecen los hechos de El Extraño Viaje, el oxígeno llega en forma de orquesta de baile de las de sábado por la noche. Fernando (Carlos Larrañaga), además de ser el cantante de la orquesta, es un tío muy guapo, y eso puede llegar a ser un problema en según que ambientes. El epítome del esperpento rural de El Extraño Viaje lo personifican los tres hermanos Vidal. Tres respetables solterones de posición acomodada que van a misa los domingos para tomar, después, el vermú en la terraza de su casona de la Plaza Mayor. 


Ignacia (estupenda Tota Alba) es una mujer madura, solterona y amargada, que tiraniza a sus dos hermanos menores. Venancio (estupendísmo Jesús "Jess" Franco) y Paquita (Rafaela Aparicio, genial, como siempre), son dos seres bobos y con apariencia de hijos de la endogamia que viven atemorizados por todo lo que les rodea, que es rancio y de color gris, hasta que aparece en sus vidas el guapetón de Fernando. Y no cuento nada más porque El Extraño Viaje es, además de muchas otras cosas, una película de intriga con misterioso asesinato incluído, pero no en Manhattan, sino en Villa Dondecirstoperdiounachancla

Aprovechando que los comportamientos de los habitantes de los microcosmos rurales de aquel entonces eran extrapolables a los de gran parte de la provinciana sociedad española, Fernando Fernán Gómez radiografió unos cuantos males de nuestros años 60, unos años que permanecían bajo el yugo y las flechas de unos autárquicos tecnócratas que alardeaban de aislacionismo, lo mismo que hacen siempre los más cazurros del lugar ("mi pueblo es el mejor" es la sentencia favorita del nacionalismo paleto solamente superada por "el vino de mi pueblo es el mejor").


De todos estos males, Fernán Gómez incidió en el tabú de tabúes: la represión sexual, el leit motiv de El Extraño Viaje que es una película que no se corta a la hora de mostrar voyeurismos, fetichismos y relaciones sexuales fuera del matrimonio. Rodada en la España de 1964, El Extraño Viaje es una película transgresora de noble aspiración: romper con el pasado oscurantista carcacatólico mostrando el absurdo de sus innecesarias miserias. Este objetivo cinematográfico dio a luz a la que yo considero que es la edad de oro del cine español: los años 60 (La Tía Tula, La Caza, El Verdugo, Viridana, Plácido...). Lástima que generaciones posteriores no mantuvieran el nivel. Tampoco era fácil, porque la amargura aviva el ingenio del creador.

Aunque hay algunos aspectos de la película que han envejecido peor que el resto y que pueden parecer ahora algo torpes o toscos (me estoy refiriendo, sobre todo, a la banda sonora de Cristobal Halffter y al montaje paralelo de algunos momentos de la acción), El Extraño Viaje es una película de obligado visionado por tres razones: 

- porque es una de las escasas cult movies de nuestra cinematografía patria, 
- porque sale la bailaora Sara Lezana con 16 años moviendo el pandero y calentando a viejos verdes emboinados 
- y porque sale Carlos Larrañaga de esta guisa.., 


.., algo que en 1964 era sinónimo de tenerlos bien cuadrados.

No se pierdan los créditos iniciales. Son toda una declaración de intenciones:


Pueden verla ahora  mismo enterita aquí.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Las 10 Mejores Películas de la Historia del Cine



Un listado que, seguramente, será una referencia cinéfila de igual o mayor envergadura que la famosa lista que publica, cada diez años, el British Film Institute en la revista Sight and Sound y que elige las 50 Mejores películas de la Historia. El sorpresón cinéfilo de este año 2012 ha sido que... ¡¡¡Vértigo ha superado a Ciudadano Kane!!!. La película de Orson Welles lideraba la clasificación del BFI desde hace 50 años.

¿Sorpresón?. Anda tira. Sorpresón hubiera sido que la número 1 fuera Alien o La Guerra de las Galaxias o cualquiera de las películas que hayan calado en la cultura popular. Pero es que la lista que confecciona el British Film Institute es, posiblemente, la más gafapasta de todas.  Incluso más gafapasta que las que suelen publicar los cahiersadictos.

Y es que la lista del BFI es un horror. No por los que no están (los "olvidos imperdonables" son inevitables en cualquier lista) sino por algunos de los que están demasiado. Destaca la cabalística santísima trinidad cinéfila: 3 películas de Godard, 3 de Dreyer y 3 de Tarkovski. Hala pues.
Y, por supuesto, están  el burro de Bresson (nos hemos librado del cura), el vodevil de Renoir, Bergman, la madre prostituta de Akerman, Tarr, Lynch... Encontrarán también 3 Coppolas (!), 2 Kurosawas, 2 Ozus, 2 Fellinis, 2 Hitchcocks, 1 Chaplin, 1 Keaton, 1 Ford, 1 Kubrick, 1 Murnau, 1 Lang, 1 Eisenstein, 1 Wilder y... ¡Cantando Bajo la Lluvia!, para que no se diga que a los encuestados por el BFI no les gusta el cine de entretenimiento. 

En fin, la aristocracia intelectual ha hablado y nosotros respetamos (aunque no compartimos) sus gustos. Pero si ustedes son de los que creen que en The Turin Horse no sucede nada, les reto a que se atrevan con alguno de los más soporíferos y pedantes ladrillos de la cinematografía mundial que están incluídos en la selección de estas lumbreras que han respondido a la llamada del BFI. Voy a ser claro: Al azar de Baltasar, El Espejo, La Palabra, Stalker, Jeanne Dielman 23 quai du Commerce 1080 Bruxelles (ésta es de traca y solamente dura 3 horas) o Gertrud son coñazos muy grandes (y yo, que soy gilipollas, los he visto todos).

La del BFI es una lista que está llena de películas con pretensiones de ser trascendentales. Lo que no tengo claro es qué quieren trascender. Abundan las películas que abrieron nuevos caminos por los que pocos se pasearon porque no llevaban a ninguna parte.

En fin, aquí van las 10 Mejores Películas según Sight and Sound (las estrellitas representan mi valoración personal):

1.- Vértigo (1958, Alfred Hitchcock) **
2.- Ciudadano Kane (1941, Orson Welles) ****
3.- Cuentos de Tokyo (1953, Yasuhiro Ozu) ***
4.- La Regla del Juego (1939, Jean Renoir) **
5.- Amanecer (1927, FW Murnau) *****
6.- 2001: Una Odisea en el Espacio (1968, Stanley Kubrick) *****
7.- Centauros del Desierto (1956, John Ford) *****
8.- El Hombre de la Cámara (1939, Dziga Vertov) ****
9.- La Pasión de Juana de Arco (1927, Carl T. Dreyer) **
10.- Fellini 8 1/2 (1963, Federico Fellini) ****



Y ahora, las 10 Mejores según 191 lectores de De Gusanos y Lombrices:

1.- El Padrino (1972, Francis Ford Coppola)*****
2.- Blade Runner (1982, Ridley Scott)*****
3.- La Naranja Mecánica (1971, Stanley Kubrick)***
4.- Qué Bello es Vivir (1946, Frank Capra)*****
5.- Senderos de Gloria (1957, Stanley Kubrick)*****
6.- Sin Perdón (1992, Clint Eastwood)*****
7.- Tiempos Modernos (1936, Charles Chaplin)****
8.- La Guerra de las Galaxias (1977, George Lucas)*****
9.- El Tercer Hombre (1949, Carol Reed)*****
10.- Érase una vez en América (1984, Sergio Leone)****

La conclusión es obvia: Los Gusanos somos más previsibles pero también más acojonantes que los votantes del British Film Institute, aunque yo no sienta especial cariño por La Naranja Mecánica ni entienda el final de Érase una vez en América.

La conclusión 2 es casi obvia: la Democracia dicta que El Padrino es la mejor película de la Historia del Cine. Y no porque sea la que haya ganado nuestra competición (ningún lector la nominó, la incluí yo porque estaba seguro de que iba a ganar), sino porque El Padrino es la única película que aparece en todas y cada una de las listas de mejores películas que existen. 
Gloria eterna al clan Corleone.

Aunque.., ya saben.., my heart belongs to...

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