jueves, 31 de enero de 2013

A propósito de "Hitchcock" (2012, Sacha Gervasi). Mis 5 películas favoritas del maestro del suspense.

Bueno, no vamos a entrar ahora a analizar la figura de Sir Alfred Hitchcock (1899-1980) ni la de su cine, ni los recursos y trucos de sus guiones, ni su influencia en todo el cine posterior, ni vamos a recordar la admiración que despertaba en los jovencitos de la novelle vaugue, etc, etc. Nos basta con recordar, por enésima vez, que nunca ganó un Oscar al mejor director, que fue un Autor que creaba para el Público y que fue un director al que los cahieristas despreciarían de no haber existido un señor llamado François Truffaut. Eso y que a mí no me gusta Vertigo y a Angel no le gusta Psicosis (¿tienen ustedes alguna hitchcockfobia?, pueden vomitarla en los comentarios). 

La biografía de Hitchcock vuelve a estar en el candelero gracias a la estupenda película Hitchcock, dirigida por Sacha Gervasi y protagonizada, ejemplarmente, por Sir Anthony Hopkins quien nos regala una recreación convincente de la oronda figura del realizador británico (en la versión original podrán apreciar su interpretación en todo su esplendor). 


Hitchcock nos cuenta una historia de amor en tiempos de la producción de Psicosis (1960), un proyecto que el director tuvo que financiar de su propio bolsillo debido a la falta de apoyo de los estudios hollywoodienses horrorizados ante la idea de tener que producir una película basada en la vida de un asesino de la calaña de Ed Gein que, además, incluía una escena en la que se mostraba un inodoro y una mujer en pelotas en la ducha (amén de voyeurismos, necrofilias and friends). El empecinamiento de Hitch en realizar la película respondía a su necesidad de demostrar que, a sus 60 años, era un realizador al que le quedaba mucho por decir. 

Y es que Psicosis puede gustar, hoy día, más o menos, pero fue una película que se atrevió a mostrar en pantalla unos cuantos tabús que incomodaban a la somnolienta, engominada y encorbatada norteamérica de los años 50. Bueno, al menos a sus censores.

¿Y la historia de amor?. Sí, de hecho la película es la historia de amor entre Alfred Hitchcock y la mujer con la que compartió 50 años de matrimonio: Alma Reville (Helen Mirren), una figura en la sombra que está siendo reivindicada, cada día más, como uno de los pilares fundamentales del cine de Hitchcock. La película de Gervasi se suma a esta, según dicen los expertos en Historia del Cine, más que justa reivindicación. Así que Hitchcock es, también, una película muy feminista


Resumiendo: Hitchcock es una buena película que no deben perderse y de la que no voy a contar nada más para pasar directamente a elegir Mis 5 Películas favoritas de Alfred Hitchcock que, por orden de preferencia, son: 

1.- Los Pájaros, 1963. 
2.- 39 escalones, 1935. 
3.- Frenesí, 1976. 
4.- Extraños en un tren, 1951. 
5.- Rebeca, 1940. Ex aqueo con La Ventana Indiscreta, 1954. 

Con todos ustedes la Suite musical de Psicosis, la mítica banda sonora de Bernard Hermann que Alfred Hitchcock se negaba a incluir en la película... hasta que apareció Alma Reville...

lunes, 28 de enero de 2013

Mis CLASICAZOS Imprescindibles. Quiero la Cabeza de Alfredo García (1974, Sam Peckinpah). No hay nada sagrado en un agujero en el suelo con un muerto dentro.

- Bennie: Me interesa el dinero. Aunque hay otras cosas importantes como mantenerse vivo. 
- Hijodeputa 3 [mirando a los hijosdeputa 1 y 2]:  Un perdedor... 
- Bennie: Nadie pierde siempre. 


Ni La Balada de Cable Hogue, ni Duelo en la Alta Sierra, ni Mayor Dundee, ni Pat Garrett y Billy el Niño, ni La Cruz de Hierro, ni Perros de Paja... Mi película favoritísima del majara de Sam Peckinpah es Quiero la Cabeza de Alfredo García, una de las más violentas extravagancias cinematográficas jamás filmadas. ¿Grupo Salvaje?, ésa juega en otra liga y mora en lo alto del monte olimpo cinematográfico. 

La violencia de las películas de Sam Peckinpah es peckinpahiana. Esto que acabo de decir es una perogrullada pero es que no hay otra manera de definirla con un solo adjetivo. ¿Qué hace a la violencia peckinpahiana diferente a las otras violencias cinematográficas?. Respuesta: los protagonistas de las películas de Peckinpah detestan la violencia aunque se vean obligados a utilizarla para defenderse precisamente de las otras violencias, las de los psicópatas que disfrutan con ella. 

Les presento a Bennie (Warren Oates), uno de mis antihéroes cinematográficos favoritos. Sí, aunque a primera vista no lo parezca, éste es el bueno de la película: 


Ahora, les presento a los malos:


Efectivamente. Los malos parecen buenos chicos. Al igual que sucedía en Johnny Guitar (1954, Nicholas Ray), los clichés del look de los personajes están invertidos. Peckinpah se moja: los buenos son los perdedores, los parias de la Tierra, los que están exhaustos por tener que sobrevivir a la vida que les ha tocado en (mala) suerte vivir. Peckinpah advierte a los poderosos: cuidado con pasarse de la raya a la hora de pisotear a la escoria porque siempre quedan fuerzas para un último arrebato de furia justiciera. Había quedado demostrado en Grupo Salvaje y lo hemos vuelto a comprobar, hace pocos días, en el personaje del Dr. Schultz de Django Desencadenado ("Lo Siento. No he podido evitarlo"). 

Y no está de más que, en estos tiempos que corren, sigamos recordando aquello de la perversa falta de escrúpulos del tirano frente a la orgullosa conciencia del humilde. Es el combate milenario del Bien contra el Mal aka. Dinero versus Dignidad. 

Les presento a El Jefe (Emilio "Indio" Fernández) el cacique que quiere la cabeza de Alfredo García


El Jefe es la personificación de casi todos los males conocidos. Es un millonario oligarca todopoderoso, brutal, cruel  y machista que, mientras lee la Biblia ante la presencia de toda su familia y unos cuantos curas y monjas, tortura a su hija embarazada para hacerle confesar quién es el tipo que la ha preñado. Una vez que obtiene la confesión, proclama la célebre sentencia: "Quiero [literalmente] la cabeza de Alfredo García". Recompensa: 1M de dólares. El dios del Antiguo Testamento ha hablado. La escena que acabo de resumirles es ésta que enlazo. Es magistral. Dura 7 minutos y les invito a verla con la esperanza de que les anime a ver la película. 

Tras la proclama caciquil, la caza del hombre comienza y la "fortuna" cruza los destinos de dos cazadores de recompensas con el de Bennie, un pianista que trabaja en un tugurio mexicano que vende putas y alcohol a los turistas gringos. Bennie cree encontrar la oportunidad de dejar atrás su triste vida con el dinero de la recompensa. Inicialmente, por motivos que no voy a desvelar, parece que se trata de un trabajo fácil pero los acontecimientos comienzan a tomar giros inesperados. Unos violentísimos giros que terminan por conformar una espiral de violencia imparable. 

La odisea de Bennie es un descenso a una especie de circo infernal, atestado de bestias que retozan en la barbarie. Un destino al que el protagonista parece estar condenado. Ni siquiera la advertencia de su novia, una prostituta llamada Elita, podrá evitarlo: "Bennie, no lo hagas. Yo ya he estado aquí antes y tú no conoces el camino". Y es que aunque a Peckinpah se le ha acusado de hacer apología de la ultraviolencia (lo mismo que a Kubrick o a Tarantino)  todos aquellos que decidan ver la película comprobarán que la historia viene con moraleja: la violencia aniquila la moral y la brutalidad sólo provoca caos; es el fin de la humanidad del individuo

Los ingredientes de Quiero la Cabeza de Alfredo García son: polvo, sudor, sangre, pólvora, tequila y una cabeza putrefacta rodeada de moscas. ¿Les apetece el cóctel?. Yo aconsejo beberlo de trago, como el mezcal, y recomiendo que no le hagan ascos al gusano que también incluye la película: hay que tragárselo. Mientras les baje por la garganta podrán degustar una de las mezclas más estimulantes que de western, road movie y cine negro se han hecho en el Séptimo Arte. 

Quiero la Cabeza de Alfredo García es uno de los pilares de mi cinefilia adolescente, una película tan sucia como El Tesoro de Tierra Madre, la pelicula favorita de Sam Peckinpah. 

La banda sonora de Jerry Fielding es una joyita: 

jueves, 24 de enero de 2013

La Noche más Oscura (2012, Kathryn Bigelow). Americanos, Bin Laden ha muerto.

 LA HISTORIA 

¿Qué sintieron ustedes cuando los USA anunciaron que habían ejecutado a Bin Laden?. Yo sentí esto

LA HISTORIA DE LA DIRECTORA 

Antes de que Kathryn Bigelow hiciera Historia tras ser la primera mujer en ganar el Oscar al Mejor Director(a) por su labor en la magistral The Hurt Locker (En Tierra Hostil), a esta señora solamente la (re)conocían los amantes del cine ochentero y noventero. O sea, los fans de películas como Los Viajeros de la Noche (1987, vampiros), Le llaman Bodhi (1991, acción) y Días Extraños (1995, sci-fi), tres guiones que juntos no valen, para el que esto escribe, un kilo de pimientos morrones pese a estar notablemente realizados. Pero todo cambió el día que se estrenó En Tierra Hostil, una de las mejores cintas bélicas de la pasada década. Ahora, con La Noche más Oscura, Mrs. Bigelow parece afianzar su reinado en este género, el bélico y, algo menos, en el thriller porque La Noche más Oscura es una combinación de estos dos ingredientes que, descompensadamente, conforman un resultado final notable. 


EL PLOMO DEL THRILLER 

La película dura dos horas y media pero ni el guión ni la insípida actuación de Jessica Chastain (Globo de Plomo Gusano 2013), la pelirroja de moda de hierático rostro, consiguen transmitir la supuesta obsesión de la protagonista (Claire Danes lo hace mejor en Homeland) o su tenacidad en la exhaustiva búsqueda del paradero de Bin Laden. Agotadora peripecia para ella y para el espectador abrumado por una investigación que, resumiendo, es algo así como: "Abdullah es el correo de Ahmed que es el sicario de Ibrahim que es el primo de Khalid que es el emisario de Jamal Al Jafir que ¡Jallah, Jallah! sabe dónde se esconde Bin Laden". Demasiados nombres árabes no enriquecen necesariamente una trama. Es más, en este caso la hacen innecesariamente farragosa. ¿Que la realidad fue así?. ¿Y?. La realidad ya la cuentan muy bien en los documentales del Canal Historia. Yo hubiera sacrificado algunos detalles para darle más peso a la evolución de la protagonista, Maya, la agente de la CIA que pasa de niña a mujer algo traumáticamente. Pero qué cojones voy a saber yo, si soy un administrativo provinciano.


EL ORO DE LOS EXTREMOS 

Afortunadamente, esta plúmbea parte central está rodeada de oro polarizado en dos extremos: el arranque y el desenlace que son, además, los momentos en los que se exhiben las cloacas de la CIA y, también, los momentos en los que se luce la Bigelow y, además, los momentos en que la Chastain no pinta nada. 

Contar la historia de Bin Laden es como contar la historia de Jesucristo: todos sabemos que acaba palmando. Así que el interés radica en el cómo. Y puede resultar desolador el conocer que, en el caso de Bin Laden, todo comenzó con la tortura de un ser humano al que le sacaron la verdad a hostias. Escenas muy duras les esperan al comienzo de la película. O eso me pareció a mí, que soy un alma de cántaro, porque les confieso que a algunos amigos míos amantes del gore les resultaron muy light. Es lo que tiene no saber de cine e inflarse a ver la saga Saw

La película se cierra con la parte genial, la de los tiros, la de la operación de los Navy Seals para ejecutar a Bin Laden, la que es acojonante en todos los sentidos. Lo mejor junto al cásting de los excelentes secundarios. Si los Navy Seals se llevaron como recompensa el cadáver de OBL, los espectadores nos llevamos otra recompensa: la reconstrucción fiel y detallada de la operación "matar a Bin Laden" o comoquiera que se llamase el asunto en clave espía.


LA CONTROVERSIA 

No encuentro la película ideológicamente contaminada de propaganda yanki. Sí encuentro muy meritoria y acertada la frialdad con la que se muestra la contundencia de las ejecuciones sumarísimas y las torturas perpetradas por la Inteligencia norteamericana. Mi opinión es que la película deja en manos del espectador eso de juzgar la conveniencia de según qué métodos empleados para luchar contra el Mal. 

Eso sí, queda empíricamente demostrado que esos métodos funcionan... ¿Inquietante?.

martes, 22 de enero de 2013

200 Años de... Richard Wagner. La espectacular Obertura de "Rienzi" (1840).

Richard Wagner (1813-1883) detestaba Rienzi. Y eso que Rienzi fue una de sus más exitosas óperas. Pero fue compuesta cuando el compositor germano tenía solamente 25 añitos. Es decir, antes de que Wagner cambiara, para siempre, el panorama musical europeo con sus revolucionarias concepciones operísticas de "Obra de Arte Total". Wagner también cambió, para siempre, su ideología que, poco a poco, fue degenerando en una cosa que resultaba de la mezcla de la mitología germánica, el ultranacionalismo y el tradicional antisemitismo cristiano. Fatídico cóctel que destruyó su amistad con Friedrich Nietzsche. Una pena.


Nosotros hemos elegido Rienzi para comenzar a recordar y homenajear la figura de este controvertido compositor del que se cumple, este 2013, el bicentenario de su nacimiento porque, aunque admiramos muchísimo la obra de Wagner, tenemos que reconocer que también detestamos un poco su persona (como ya dijimos aquí) y un mucho su despreciable ideología. Una aberración mental que le llevó a repudiar a su maestro, mecenas e inpirador estilístico de Rienzi, el compositor judeofrancés Giacomo Meyerbeer quien, por aquel entonces, era el operista de moda en París, la meca de cualquier aspirante a músico en Europa.

Rienzi narra la historia de Nicola Gabrini "Cola de Rienzi", un tribuno romano del siglo XIV que soñaba con devolver a Roma la grandeza del viejo imperio y que, lamentablemente, mutó de líder populista a tirano en unos pocos años. O sea, pasó de enardecer a las masas que le apoyaron en su lucha contra los privilegios de la nobleza a ser decapitado por esas mismas masas solamente siete años después. Todo un figura.

Rienzi dura más de cinco horas, así que siento tener que decirles que hoy no la vamos a escuchar entera. Nos vamos a conformar con la audición de su ESPECTACULAR Obertura que es, de hecho, la parte más celebre y representada de toda esta gigantesca (en todos los sentidos) ópera proto-wagneriana.

Espero que disfruten de su hermosísima duración completa (aprox 10 minutitos) pero lo que sí les recomiendo es que, al menos, no se pierdan su parte final que incluye la, posiblemente, más tremenda marcha militar del repertorio clásico. Una auténtica maravilla capaz de enardecer al más anti-antisemita y anti-nacionalista de los gusanos.

Por cierto, quiero advertirles de que por mucho que les entusiasme esta ópera, no malgasten el tiempo buscando su manuscrito en ebay porque ardió, allá por 1945, en un búnker berlinés junto a su más ferviente admirador: el hijodeputa de Adolf Hitler.

Por cierto 2, el vídeo que viene a continuación es una de las cosas más bonitas que jamás he visto en youtube:

domingo, 20 de enero de 2013

Semana anti racista gusana (4 de 4). Historia de un Soldado (1984, Norman Jewison).

"Cuando volví a mi país natal, después de todas las historias sobre Hitler, no pude viajar en la parte delantera del autobús. Volví a la puerta de atrás. No podía vivir donde quería. No fui invitado a estrechar la mano de Hitler, pero tampoco fui invitado a la Casa Blanca a dar la mano al Presidente (Roosevelt)". Jesse Owens, tetramedallista de oro en las Olimpiadas de Berlín de 1936. 


El racismo estaba tan arraigado, todavía en la primera mitad del siglo XX, en la sociedad blanca norteamericana que incluso durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los soldados negros no fueron movilizados para el combate hasta 1944. No los querían ni como carne de cañón. 

No sé si recordarán el enfado de Spike Lee con Tito Clint cuando el abuelo estrenó su (aburrido) díptico sobre la WWII (Banderas de nuestros Padres + Cartas desde Iwo Jima). El motivo de la indignación de Lee fue que Tito Clint había "olvidado" incluír soldados negros en sus películas. Algo parecido a lo que cabreaba a Antonio Machín en su inmortal canción. Spike Lee quiso remediar la injusticia dirigiendo El Milagro de Santa Ana (2008) para dejar constancia filmica de los botones de los que su raza también habían hecho gala durante la contienda. Le salió un churro de película, pero ésa es otra historia.

El caso es que 25 años antes de esta polémica, el gran director Norman Jewison ya había denunciado el asunto en su convencional pero entretenido drama cuartelario titulado Historia de un Soldado, otro ajuste de cuentas a uno de los más vergonzantes episodios de la Historia USA. Si bien es cierto que a Jewison no le quedó una película tan magistral como su merecidamente oscarizada En el Calor de la Noche (1967), Historia de un Soldado sigue siendo, vista hoy día, una obra que, sin abandonar la segunda división de Jewison, merece la pena rescatar del olvido aunque sólo sea como homenaje a las buenas intenciones (un pelín naíf si atendemos a que estamos ya en 1984) de los responsables de sacar adelante un proyecto tan, a priori, poco taquillero como éste.


El actor Howard E. Rollins Jr. había sido nominado al Oscar por su interpretación en otra película que, pocos años antes, también había denunciado la segregación racial en los USA: Ragtime (1981) de Milos Forman, una obra de exquisita ambientación en la que Howard E. Rollins Jr. daba vida a un pacífico ciudadano negro que se rebela violentamente contra los atropellos arbitrarios de la población blanca de los USA de comienzos del siglo XX. En Historia de un Soldado, Howard E. Rollins Jr. vuelve a meterse en la piel de un personaje muy parecido, el capitán Davenport, uno de los poquísimos oficiales negros que tenía el US Army en 1944, sólo que, esta vez, Davenport será todo frialdad y profesionalidad a la hora de buscar Justicia.

El capitán Davenport es el oficial designado para investigar el asesinato del sargento Waters cuyo cuerpo es hallado en una carretera cercana a un cuartelucho de Louisiana que, para el que no lo sepa, es uno de esos estados del Sur profundo en los que el KKK campaba a sus anchas. Como el sargento Waters es negro, todo apunta al Klan como responsable de su muerte. Pero la investigación del capitán Davenport comenzará a sacar a la luz algunos hechos que parecen contradecir esta suposición. La investigación plante un problema extra: el investigador del caso, el capitán Davenport, también es negro y ¡cuándo se ha visto que un negro interrogue a un blanco por muchos galones que luzca en sus hombros!. Pero Davenport está determinado a conseguir esclarecer la verdad pasando por encima de la prepotencia blanca y el victimismo negro (ésta es la mayor virtud de la película: hay leña para todos).


Así que Historia de un Soldado es también una película de detectives de ésas en las que el sabueso va tirando del hilo hasta descubrir el pastel. Aunque, en este caso, la narración sea la que hace de investigador al recurrir a los flashbacks para ilustrar las declaraciones de los testigos a los que sistemáticamente va interrogando el capitán Davenport quien parece más un notario que levanta acta de los hechos que un abogado encargado de alumbrar las sombras para sacar a la luz la Verdad. 

Nada es lo que parece en esta historia de ¿quién mató a...?, una historia que multiplica su atractivo al estar enmarcada en un momento histórico tan convulso para la sociedad occidental y tan amargo para muchos ciudadanos de segunda categoría que formaban (a)parte de ella.

No quiero contar mucho más del argumento de Historia de un Soldado para no chafarles el componente thriller (que tampoco es que sea su gran baza) de este drama racial, así que les invito ahora a que disfruten del vozarrón del músico y actor Larry Riley que interpreta uno de los personajes clave en Historia de un Soldado, una película ideal para las tardes invernales y lluviosas de domingo.

miércoles, 16 de enero de 2013

Django Desencadenado. El mito del Héroe. Semana anti racista gusana (3 de 4).

La Jornada del Héroe, según describió el mitógrafo Joseph Campbell en el libro que inspiró el guión de Star Wars ("El héroe de las mil caras", 1949), se desarrolla de la siguiente manera: "[El Héroe] es arrastrado lejos del hogar a un mundo lleno de amenazas y pruebas. Luego desciende a un reino de oscuridad, o mundo de fuerzas poco familiares, pero íntimas, algunas de las cuales le amenazan. El héroe tiene que resolver pruebas o acertijos, en ocasiones con la ayuda o guía de un mentor. En la cúspide de su aventura se le presenta una prueba suprema y recibe su recompensa, está puede ser la propia divinización o su desposada. Hacia el final emprenderá el regreso como fugitivo, dejarando atrás a sus rivales, emergiendo del reino de la congoja...". 


Acabo de hacerles la sinópsis de la nueva y magistral película de Quentin Tarantino: Django Desencadenado, la enésima revisión cinematográfica del mito que comparte el inconsciente colectivo de toda la Humanidad: el mito del Héroe. Django (Jamie Foxx) es el Orfeo Negro del siglo XXI o, mejor dicho, del siglo XIX. Estamos ante una película con la que Quentin Tarantino quiere compartir, otra vez, con todos nosotros, muchos de sus mitos cinematográficos que, como ya ha dejado claro en anteriores ocasiones, son, entre otros, el spaguetti western, la serie B, el gore, los tiroteos, el (black)exploitation, la comedia o el cine de venganzas implacables. Todo ello barnizado con una generosa, aunque superficial, capa de  denuncia histórica en un ajuste de cuentas a la sociedad norteamericana ("él está menos acostumbrado que yo a los americanos") dentro de un claro alegato anti racista para una historia de buenos y malos o, nunca mejor dicho, una historia de blancos y negros. Sin grises. 


Si todo esto que acabo de decir les parece algo denso, no se preocupen, porque Django Desencadenado es, sobre todo, una película épica de aventuras servida con acompañamiento de ración triple de violentísima poesía visual peckinpahiana ejecutada por un grupo salvaje compuesto por un alemán y un negro. El entretenimiento está asegurado. Django Desencadenado es una de las distorsiones histórico-cinematográficas más brutales, divertidas y pasadas de rosca del cine reciente. O sea, una prima hermana de Malditos Bastardos y, lo mismo que ésta, poseedora de una grandeza que debe mucho a la deslumbrante, irónica y verborreica actuación de Christopher Waltz, cuyo personaje, el cazarrecompensas Dr. Schultz, es el alma (en el sentido figurado y literal) de la narración.


En Django Desencadenado, el malo (Leonardo di Caprio) habla de "genética" seis años antes de que Mendel hiciera público el estudio que inventó el concepto. Pero ¿a quién le importa la anécdota si con ello se consigue ridiculizar a los "científicos" racistas?.

¿Existe un recurso más idóneo que la parodia para compensar el vergonzoso ensalzamiento que hizo D. W. Griffith del Ku Klux Klan en El Nacimiento de una Nación?. En una de las mejores y más divertidas escenas de Django Desencadenado encontrarán la respuesta.

¿Existe un género más idóneo que el terror para ridiculizar el servilismo del Tío Tom?. En la caracterización del terrorífico personaje del mayordomo que interpreta Samuel L. Jackson encontrarán la respuesta.

Un célebre crítico cinematográfico norteamericano ha acusado a Tarantino de no realizar películas sino tráilers de cine. Pero ¿cuántas veces hemos dicho algo así como "lo mejor de esta película es el tráiler"?. Si la cultura pop ha hecho mucho daño a la Cultura, bienvenidas sean sus contraindicaciones. A la pregunta de si Django Desencadenado es una película o una sucesión de escenas, respondo lo siguiente: "me trae sin cuidado", lo mismo que las supuestas responsabilidades éticas de la, para algunos, justificación que se hace de la violencia racial. ¿Es eso lo que se muestra en la película?. Yo solamente escuché un grito anti esclavista.

Hay, sin embargo, un aspecto de la película que sí me indigna: ¡Qué vergüenza Mr. Tarantino!. ¿A quién se le ocurre mezclar a Ennio Morricone con el Hip-Hop y el Réquiem de Verdi en la banda sonora de una película?. Inmejorable selección de canciones. Como siempre.

¡¡¡Mátalos a todos, Django!!!. Mata a todos esos malditos bastardos esclavistas:

lunes, 14 de enero de 2013

Semana anti racista (2 de 4). Amazing Grace (2006, Michael Apted). Bienintencionada hagiografía propagandísitica.

"Cuando la gente piensa en grandes hombres, casi nunca se acuerdan de los hombres de paz". 




Ahora que el abolicionismo vuelve a esta en el candelero por el estreno de Lincoln, la nueva y plomiza película de Steven Spielberg, vengo yo a recomendarles otra película histórico-abolicionista británica: Amazing Grace, una película con la que el Lincoln de Spielberg guarda un parecido más que razonable porque las desventuras políticas de sus protagonistas también lo guardaron.

William Wilberforce (1759-1833) pasó 20 años de su vida luchando en el parlamento británico para conseguir la abolición de la esclavitud. En 1796 la propuesta de Wilberforce para prohibir el comercio de esclavos no prosperó en la Cámara de los Comunes. Fue derrotado por solamente cuatro votos de diferencia. El motivo: una docena de parlamentarios abolicionistas estaban, la tarde de la votación, disfrutando de la Ópera Cómica de Londres...


Para conmemorar el 200 aniversario de la Ley para la Abolición de la Trata de Esclavos de 1807 (ojo, que no la abolición de la esclavitud que sería definitivamente prohibida en el Imperio en 1833) el director Michael Apted realizó una cuadriculada, luminosa, correctísima aunque algo tibia película titulada Amazing Grace, que es también el nombre de uno de los himnos cristianos más populares en el Reino Unido.

Reconozcámoslo: Amazing Grace es una película que roza la propaganda. Es un canto a la "santidad" de la figura de William Wilberforce, un personaje histórico que se nos presenta como un abnegado abolicionista que lucha incansablemente contra el Poder, lo que confiere a la película una patina de thriller político (lo mismo que sucede en Lincoln). El protagonista es, en todo momento, quien proyecta luz sobre las sombras de los demás (como Lincoln). W. Wilberforce fue el catalizador que consiguió que la opinión pública inglesa reaccionara con indignación tras conocer, gracias a testimonios de primerísima mano, las crueles e inhumanas condiciones en las que viajaban los esclavos y el terrible trato que sufrían en su posterior trabajo en las plantaciones americanas de caña de azúcar. Surgió entonces una de las primeras manifestaciones históricas de boicot a los productos manufacturados por esclavos. Grupos de presión alentaron a beber el té sin azúcar y muchos comerciantes publicitaron en sus negocios mensajes del tipo "Free Men Sugar".




Poco importa que Wiliam Wilberforce fuese un cristiano evangélico de la Iglesia Anglicana, un conservador metodista que soñaba con cristianizar a todos los esclavos. No importa que sus sombras, a la luz de nuestros actuales taquígrafos, puedan parecer un poquito alargadas, no importa que Wilberforce fuera un moralista propietario de fábricas en las que se explotaba a los niños, que fundara una Sociedad encargada de vigilar (y castigar) a los blasfemos o a aquellos que no respetaran la sacralidad del Día del Señor, que estuviera del lado de los parlamentarios que aprobaron la ilegalización de los sindicatos obreros británicos, que vetara la participación de la mujer en el movimiento abolicionista, etc, etc.

En fin, poco nos importa que William Wilberforce fuera el prototipo de cristiano muy preocupado por los negritos de África pero algo menos preocupado por los "negritos" de su patria, porque Amazing Grace es, prácticamente, una hagiografía y, como tal, posee un encanto irracional que da mucho gustito incluso a los seres hiperracionales como yo.

Además, una película en la que actúan Toby Jones, Benedict Cumberbatch, Albert Finney y Michael Gambon hay que verla sí o sí.


Amazing Grace cuenta con una ambientación sobresaliente, un diseño de producción magnífico y una riqueza de decorados y vestuarios despampanante. Es, sin duda, una gran película de época. Es ambiciosa aunque tenga alma de telefilm. No hay nada imperfecto en Amazing Grace pero tampoco hay nada impactante. Toda la emoción viene de la inspiración humanística que nos produce su visionado. Vale que el mérito no es de la película, sino de la Historia (con H mayúscula) que nos cuenta, pero hay grandes dosis de buenas intenciones en Amazing Grace, lo mismo que las había en la fe de William Wilberforce. Y eso, en los tiempos que corren, no es poca cosa, porque para conocer la biografía de William Wilberforce ya tenemos la Enciclopedia Británica.

Resumiendo: Amazing Grace (the movie) es igualita a Amazing Grace (the gospel): superficial pero emocionante.

domingo, 13 de enero de 2013

Semana anti racista gusana (1 de 4). Que trabaje en la granja TPM.., si eso.

A propósito del inminente estreno de la nueva película de Steven Spielberg, Lincoln, vamos a dedicar esta semana gusana al anti racismo militante que es una de las más nobles empresas a las que puede dedicarse el ser humano.

No voy a reseñar Lincoln porque se van a hartar de leer posts dedicados a esta película y, como a mí no me ha entusiasmado, poco podré aportar a lo que se escriba dentro y fuera de la blogosfera. Así que recomendaré un par de películas que me han venido a la cabeza que comparten con Lincoln un par de aspectos: son convencionales y bienintencionadas, aunque mucho más modestas que la que seguramente será la gran triunfadora de los Oscar 2013.

Eso sí, les advierto que Lincoln es un thriller político muy denso por el que desfilan muchas situaciones y personajes ajenos a nuestra culturilla general, así que les aconsejo que se estudien un poquito estos tres temas: La Guerra de Secesión Norteamericana, la Decimotercera Enmienda y la Proclamación de la Emancipación porque, de lo contrario, corren el riesgo de no enterarse de casi nada de lo que se cuenta en Lincoln y puede que el disfrute de su exquisita recreación histórica no sea suficiente para satisfacerles.

En el día 1 de nuestra semana anti racista, seré breve en mi proclamación:

I ain´t gonna work on Maggie´s farm no more!!!. Cojones ya.

viernes, 11 de enero de 2013

Aragoneses Ilustres: Joaquín Pardinilla (Jimi Hendrix y Santa Orosia).

Recientes investigaciones musicológicas realizadas por los integrantes del Sexteto Pardinilla han concluido que la música de Jimi Hendrix y las danzas jacetanas en honor a Santa Orosia presentan similitudes asombrosas. Para explicar este curioso parentesco musical, el guitarrista Joaquín Pardinilla, líder del Sexteto, ofrece la siguiente explicación: "Parece ser que Jimi Hendrix hizo la mili de paracaidista en la Base Aérea de Zaragoza, donde entabló amistad con un mozo altoaragonés que se lo llevó a las fiestas en honor de la santa.". 

Personalmente, encuentro esta hipótesis muy creíble y así parece demostrarlo esta estupendísima versión del Voodoo Chile (1968) de Jimi Hendrix que los virtuosos del Sexteto Pardinilla, maestros en eso mixturar el rock y el folclore, publicaron en su álbum de 2003 titulado Mascún.

No se lo pierdan. Seguro que no han visto nunca hacerle un slide a un laúd (tranquilos, no es nada guarro):

martes, 8 de enero de 2013

Clásicos Imprescindibles: El Puente (Bernhard Wicki, 1959). Salvar a los soldaditos Klaus.

Volkssturm significa algo así como "La Tormenta del Pueblo" donde el Pueblo fue, para los jerifaltes nazis, sinónimo de carnaza. Y es que solamente el delirio mitológico nacionalsocialista podía bautizar con un nombre así a las apresuradas milicias de niños, ancianos y tullidos (entre 16 y 60 años) que tuvieron que improvisarse a finales de 1944 para intentar detener el inevitable avance de las tropas aliadas. Cuando todo estaba ya perdido, todavía podían malgastarse unos cuantos cientos de miles de vidas más. Por qué no. Todo por la Patria.


Del reclutamiento de estos niños soldado se responsabilizó el Partido Nazi y no la Wehrmacht (el Ejército alemán). El motivo: enseñar a los jóvenes cachorros no solamente el uso de las armas sino también el de los "valores" de la gran Alemania que, como todo buen decálogo divino, se resumían en dos: sangre y honor. El adoctrinamiento fanático fue parte esencial de la instrucción de los jóvenes del Volkssturm. Hitler copiaba así la consigna de Stalin de pocos años atrás: Ni un paso atrás, ni una rendición. 

Este trágico pero interesante episodio de la WWII quedó muy bien reflejado en la película que hoy recomendamos: El Puente, dirigida en 1959 por Bernhard Wicki y erigida como una de los hitos del antibelicismo en el cine.


Ante la inminente llegada de los americanos, el Gauleiter de una localidad alemana moviliza a siete jóvenes estudiantes que son reclutados para servir en las filas del Volksstrum. El entusiasmo se contagia entre los siete amigos que ansían defender su patria del ataque de las fuerzas extranjeras. Para ellos la guerra todavía es un juego de mesa que tiene como tablero un mapa en el que dibujan las cambiantes las líneas del frente. Tras un día de entrenamiento, son movilizados. El sargento encargado del grupo convence a su capitán de la aberración que significa hacer combatir a unos niños inexpertos y les asigna una misión sin riesgo y de nula importancia: vigilar y defender un puente de su localidad cuya demolición está programada para pocas horas más tarde. La decepción de los muchachos, ante tan nimia tarea, es grande pero ellos están determinados a cumplir con su deber a cualquier precio... 

Es tremendo. Y lo más tremendo es que, cómo no, la historia de El Puente está basada en una novela basada, a su vez, en un hecho real de la WWII. 

La película está dividida en dos partes. En la primera, se muestra la dura cotidaniedad de la población civil alemana que sufrió lo indecible durante los últimos meses de la WWII. El director alemán Bernhard Wicki acierta al no recrearse en el melodrama ni pasarse de costumbrismo para apostar por un tono más real, más seco y más crudo en el que, en unos pocos minutos, consigue mostrar, en forma de breves pinceladas, varios aspectos muy interesantes: la hipocresía de los dirigentes del partido, la relajación de las convenciones sociales (e incluso de los principios éticos) ante la que se avecina y su particular y autocrítico "yo acuso" a sus compatriotas que, en mayor o menor medida, contribuyeron a crear el monstruo que ahora lamentan: una juventud fanática que va camino de una inmolación sin sentido. Cierto es que Wicki necesita sacrificar muchos matices y recurrir a los arquetipos que personifican los siete jóvenes pero el resultado lo justifica y la capacidad de síntesis para contar tanto con tan poco es sobresaliente. 




Tras el breve "intermedio" del adiestramiento militar, llega la segunda parte, la del meollo, la que homenajeó Steven Spielberg en su magistral Salvar al Soldado Ryan: la acérrima e irracional defensa del puente. No voy a extenderme sobre esta segunda parte con la esperanza de que la cita a Spielberg haya espoleado su curiosidad y solamente les diré que, pese a la evidente y comprensible falta de medios que seguramente sufriría cualquier realizador alemán de 1959, si deciden ver El Puente van a disfrutar de algunos de los momentos cumbre del cine bélico de todos los tiempos enmarcados en una nebulosa atmósfera de irrealidad que torna en pesadilla cuando se escuchan, a lo lejos, los primeros sonidos de las orugas de los tanques americanos que se aproximan...

El Puente: entretenimiento y denuncia. Bravo.

miércoles, 2 de enero de 2013

Las Danzas de Galánta de Zoltán Kódaly (1933).

"Estoy convencido de que cada una de nuestras melodías folclóricas húngaras es un dechado de arte de primer orden en muchos aspectos. Considero que estas canciones folclóricas son obras de arte igual de grandes que una fuga de Bach o una sonata de Mozart. Podemos aprender de esta música una tersura de expresión incomparable". Béla Bartók, 1922. 

Ningún período de la música clásica permaneció impermeable a las influencias de la música popular, pero es incuestionable que fue durante la época de los nacionalismos musicales cuando los compositores comenzaron a mostrar una mayor sensibilidad e interés por el folclore, primero por el de los de sus respectivas madres patrias y, más tarde, por el de todas las músicas del mundo. Los músicos le habían cantado primero a Dios, luego a la Iglesia (que no es lo mismo), luego a los nobles que les malpagaban un sueldo, luego a sus propios ideales románticos y, a finales del XIX y principios del XX, comenzaron a cantarle (y bailarle) al pueblo. Y luego llegaron los teóricos de la Segunda Escuela de Viena y los músicos les cantaron a las matemáticas y, desde entonces, ya no bailó ni cristo. Pero ésa es otra historia.

Dentro del nacionalismo musical sucedió lo que siempre sucede: que existieron aproximaciones de todas las clases. Desde la politización del sentimiento ("Mi Patria la tiene más Gorda que la tuya"), pasando por el homenaje a los cantos del pueblo, por el tradicionalismo y terminando en la aproximación científica y etnológica del asunto (con el nacimiento de la etnomusicología).

A principios del siglo XX, Hungría alumbró a dos grandes maestros que representan lo mejorcito del folclorismo en la Música Clásica: Béla Bártok (1881-1945) y Zoltán Kódaly (1882-1967), dos compositores, investigadores, divulgadores, pedagogos, amigos y residentes en Budapest.


"Encontramos en la música campesina más antigua de Hungría el material adecuado para formar la base de una música superior en el arte húngaro." 

Gálanta (actualmente perteneciente a Eslovaquia) es una pequeña ciudad en la que creció el jovencito Zoltán Kódaly. Su padre era jefe de estación en esa localidad que tenía el honor de ser una de las paradas de la línea de ferrocarril Viena-Budapest que vertebraba el agonizante imperio austrohúngaro. Como en cualquier otra ciudad del mundo, las gentes de Gálanta cantaban y bailaban. Y cuando la Sociedad Filarmónica de Budapest encargó al ya consagrado y veterano Zoltan Kódaly una obra para conmemorar el 80º Aniversario de su fundación, el compositor húngaro echó mano de las canciones de su pueblo, de su infancia, que eran canciones que lo mismo le cantaban a los marciales húsares del XVIII que a los cíngaros errantes.

Les recomiendo encarecidamente que inviertan quince minutitos de sus vidas para disfrutar de la magistral orquestación que Zoltán Kódaly desplegó en sus Danzas de Gálanta de 1933. Una obra colorista, llena de contrastes y, sobre todo, de un sincero sentimiento de amor por las raíces culturales de cada uno, que no son ni mejores ni peores que las de los otros sino  que son, sencillamente, las que hemos mamado (y eso es mucho).

martes, 1 de enero de 2013

¡Coño!, ¿2013?... Pasa anda, pasa...




Feliz Año Nuevo, amiguitos. ¿Qué tal la resaca?.
¿Un poco más de Música Clásica?. 
¡Pues claaaaaaaaaaaaaaaro!. Nosotros también tenemos nuestras tradiciones:

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