viernes, 4 de abril de 2014

Clásicos Imprescindibles. El Octeto de Mendelssohn.

Un 70% de los 14 millones de judíos que pueblan nuestro planeta (cuánto cunden, ¿verdad?) viven tan ricamente integrados en la sociedad actual, mientras que el resto siguen con sus rollos ortodoxos en su antiguo mundo de Antiguo Testamento.

Esto de la integración en la sociedad que parece ahora tan normal, no lo era, como bien sabemos todos, en el caso de las comunidades judías que, durante muchos siglos, vivieron dentro de sus propios guetos en casi todas las ciudades europeas.

El escritor y filósofo juedoalemán Moses Mendelssohn fue el principal artífice de la Haskalá, movimiento intelectual del siglo XVIII que promovía la integración de las comunidades judías y la salida del gueto físico y mental en el que parecían estar destinados a vivir los judíos casi a perpetuidad para llegar convivir así con nosotros, los gentiles, que también tenemos nuestras cosas buenas.

Es decir, una vida más judeosecular, juedolaica y judeomundana, siguiendo el modelo de la Ilustración del s. XVIII que había quitado ya de la cabeza de muchos europeos la caspa de la religión inmovilista y carca.

Es por ello que Moses Mendelssohn nos cae muy bien. Todos los que han ayudado a que la Humanidad se haya ido despojando de los lastres de las religiones y supercherías en favor de la razón y la luz son bien recibidos en el Universo Gusano.



Pero aún le estamos más agradecidos por ser el abuelo de uno de los más grandes músicos alemanes de todos los tiempos: Felix Mendelssohn.


Lo de "octeto" del título de esta entrada  no es ningún insulto. Estamos hablando del octeto de cuerdas = 4 violines, 2 violas y 2 violonchelos que el nieto de Moses, el genial Jakob Ludwig Felix Mendelssohn Bartholdy compuso para mayor gloria del romanticismo europeo de comienzos del XIX a la edad de ¡¡¡16 años!!!.

Mendelssohn fue niño prodigio, excelente intérprete de violín, virtuoso pianista, famoso director de orquesta y, aunque no lo hubiera sido, merecería un lugar de honor en la historia de la Música solamente por haber resucitado en 1829 la figura de Bach que llevaba olvidada casi un siglo.

Lo de Bartholdy viene de un tío suyo que convenció a su padre de que era mejor para la familia el parecer menos judíos para intentar sufrir un poco menos el tradicional antisemitismo que en aquel entonces era más que habitual en las sociedades europeas (las altas y las bajas). Así que lo bautizaron protestante y el propio Félix Mendelssohn llegaría a llamar a su Sinfonía n.5 de "La Reforma" en homenaje a la revolución del fraile Lutero de 300 años atrás.

Seguiremos hablando en este blog sobre este gran compositor que murió prematuramente a la edad de 38 años para desgracia de toda la Humanidad.

Lo que vamos a escuchar ahora (al menos mi mujer y yo), es el 3er. movimiento, Scherzo, de su Octeto de cuerdas op. 20 de 1825.

Es un prodigio de lirismo y una de las primeras obras que yo recuerdo que me cautivaron en mi infancia, una época en la que yo no sabía qué era un "octeto" y en la que no me podía imaginar que semejante cantidad de colores musicales podían emanar de una orquesta compuesta por solamente 8 instrumentos.

Espectacular.

 

4 comentarios:

Tarquin Winot dijo...

Tengo poco trabajado al muchacho: el concierto para violín y un par de sinfonías. Habrá que dar una oportunidad a su música. Este movimiento del octeto es prometedor. Gracias.

El Bueno de Cuttlas dijo...

Qué sentidas son sus reseñas musicales, Sr. Lombri. El detalle de la ascendencia judía de los Mendelssohn no la conocía. En todo caso un regalo para los oídos, como siempre.

Saludos gusanos

Mister Lombreeze dijo...

Grande Felix, Grande.
Sus Canciones sin Palabras para piano son maravillosas. Y bueno, El Sueño de una noche de verano... increíble.

Anónimo dijo...

Wood y Allen hizo un pleno Mendelson en la Comedia Sexual... Y no cansa nada de nada.

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