lunes, 30 de noviembre de 2015

25 Años de... Muerte entre las Flores (1990, Joel Coen).

-¿Qué estás rumiando?
- Un sueño que tuve. Caminaba por un bosque, no sé por qué. De pronto se levantaba viento y me arrebataba el sombrero.
- Y tú lo perseguías, ¿verdad?. Corrías y corrías, hasta que finalmente lo alcanzabas y lo recogías del suelo. Pero ya no era un sombrero, sino que se había transformado en otra cosa, en algo maravilloso.
- No, seguía siendo un sombrero. Y no lo perseguía. Nada más tonto que un hombre persiguiendo su sombrero.


A ver, Miller´s Crossing es una obra maestra del Cine. Es una película perfecta. Una de las indiscutibles Top 5 del Cine del género de Gangsters. Es la mejor película jamás filmada del subgénero del Cine de Sombreros...


Y, por si fuera poco, incluso tiene un título patrio poco fiel al original pero superior, sin duda, en lirismo. Hermosísimo.

Muerte entre las Flores.

Se cumplen ahora 25 años de este prodigio que, además de homenajear a El Padrino, cuenta con una de las mejores bandas sonoras ever por obra y gracia del gran Carter Burwell.

Disfruten de esta maravillosa música y, si no han visto la película todavía.., ya están tardando. Palabra de Gusano.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Palabra de Sevillano. El Prólogo de A Sangre y Fuego (1937, Manuel Chaves Nogales).

Yo era eso que los sociólogos llaman un «pequeño burgués liberal», ciudadano de una república democrática y parlamentaria. Trabajador intelectual al servicio de la industria regida por una burguesía capitalista heredera inmediata de la aristocracia terrateniente, que en mi país había monopolizado tradicionalmente los medios de producción y de cambio —como dicen los marxistas—, ganaba mi pan y mi libertad con una relativa holgura confeccionando periódicos y escribiendo artículos, reportajes, biografías, cuentos y novelas, con los que me hacía la ilusión de avivar el espíritu de mis compatriotas y suscitar en ellos el interés por los grandes temas de nuestro tiempo... 

Así comienza el merecidamente reivindicado prólogo de A Sangre y Fuego


Recuerden, estos extractos que reproducimos aquí son de 1937 
y los escribió el periodista sevillano Manuel Chaves Nogales:

... Cuando iba a Moscú y al regreso contaba que los obreros rusos viven mal y soportan una dictadura que se hacen la ilusión de ejercer, mi patrón me felicitaba y me daba cariñosas palmaditas en la espalda. Cuando al regreso de Roma aseguraba que el fascismo no ha aumentado en un gramo la ración de pan del italiano, ni ha sabido acrecentar el acervo de sus valores morales, mi patrón no se mostraba tan satisfecho de mí ni creía que yo fuese realmente un buen periodista; pero, a fin de cuentas, a costa de buenas y malas caras, de elogios y censuras, yo iba sacando adelante mi verdad de intelectual liberal, ciudadano de una república democrática y parlamentaria.

...

Antifascista y antirrevolucionario por temperamento, me negaba sistemáticamente a creer en la virtud salutífera de las grandes conmociones y aguardaba trabajando, confiado en el curso fatal de las leyes de la evolución. Todo revolucionario, con el debido respeto, me ha parecido siempre algo tan pernicioso como cualquier reaccionario.

...

Pero la estupidez y la crueldad se enseñoreaban de España. ¿Por dónde empezó el contagio? Los caldos de cultivo de esta nueva peste, germinada en ese gran pudridero de Asia, nos los sirvieron los laboratorios de Moscú, Roma y Berlín, con las etiquetas de comunismo, fascismo o nacionalsocialismo, y el desapercibido hombre celtíbero los absorbió ávidamente. 

...

Idiotas y asesinos se han producido y actuado con idéntica profusión e intensidad en los dos bandos que se partieran España.

...

Cuando estalló la guerra civil, me quedé en mi puesto cumpliendo mi deber profesional. Un consejo obrero, formado por delegados de los talleres, desposeyó al propietario de la empresa periodística en que yo trabajaba y se atribuyó sus funciones. Yo, que no había sido en mi vida revolucionario, ni tengo ninguna simpatía por la dictadura del proletariado, me encontré en pleno régimen soviético. Me puse entonces al servicio de los obreros como antes lo había estado a las órdenes del capitalista, es decir, siendo leal con ellos y conmigo mismo. Hice constar mi falta de convicción revolucionaria y mi protesta contra todas las dictaduras, incluso la del proletariado, y me comprometí únicamente a defender la causa del pueblo contra el fascismo y los militares sublevados. Me convertí en el «camarada director», y puedo decir que durante los meses de guerra que estuve en Madrid, al frente de un periódico gubernamental que llegó a alcanzar la máxima tirada de la prensa republicana, nadie me molestó por mi falta de espíritu revolucionario, ni por mi condición de «pequeño burgués liberal», de la que no renegué jamás.

Vi entonces convertirse en comunistas fervorosos a muchos reaccionarios y en anarquistas terribles a muchos burgueses acomodados. La guerra y el miedo lo justificaban todo. Hombro a hombro con los revolucionarios, yo, que no lo era, luché contra el fascismo con el arma de mi oficio. No me acusa la conciencia de ninguna apostasía. Cuando no estuve conforme con ellos, me dejaron ir en paz.

Me fui cuando tuve la íntima convicción de que todo estaba perdido y ya no había nada que salvar, cuando el terror no me dejaba vivir y la sangre me ahogaba. ¡Cuidado! En mi deserción pesaba tanto la sangre derramada por las cuadrillas de asesinos que ejercían el terror rojo en Madrid como la que vertían los aviones de Franco, asesinando mujeres y niños inocentes. Y tanto o más miedo tenía a la barbarie de los moros, los bandidos del Tercio y los asesinos de la Falange, que a la de los analfabetos anarquistas o comunistas.

...

Se paga caro, desde luego. El precio, hoy por hoy, es la Patria. Pero, la verdad, entre ser una especie de abisinio desteñido, que es a lo que le condena a uno el general Franco, o un kirguis de Occidente, como quisieran los agentes del bolchevismo, es preferible meterse las manos en los bolsillos y echar a andar por el mundo, por la parte habitable de mundo que nos queda, aun a sabiendas de que en esta época de estrechos y egoístas nacionalismos el exiliado, el sin patria, es en todas partes un huésped indeseable que tiene que hacerse perdonar a fuerza de humildad y servidumbre su existencia. 

...

El resultado final de esta lucha no me preocupa demasiado. No me interesa gran cosa saber que el futuro dictador de España va a salir de un lado u otro de las trincheras. Es igual. El hombre fuerte, el caudillo, el triunfador que al final ha de asentar las posaderas en el charco de sangre de mi país y con el cuchillo entre los dientes —según la imagen clásica— va a mantener en servidumbre a los celtíberos supervivientes, puede salir indistintamente de uno u otro lado. 

...

El hombre que encarnará la España superviviente surgirá merced a esa terrible e ininteligente selección de la guerra que hace sucumbir a los mejores. ¿De derechas? ¿De izquierdas? ¿Rojo? ¿Blanco? Es indiferente. Sea el que fuere, para imponerse, para subsistir, tendrá, como primera providencia, que renegar del ideal que hoy lo tiene clavado en un parapeto, con el fusil echado a la cara, dispuesto a morir y a matar. Sea quien fuere, será un traidor a la causa que hoy defiende. 

...

El de que el nuevo Estado español cuente con la confianza de un grupo de potencias europeas y sea sencillamente tolerado por otro, o viceversa. No habrá más. Ni colonia fascista ni avanzada del comunismo. Ni tiranía aristocrática ni dictadura del proletariado. En lo interior, un gobierno dictatorial que con las armas en la mano obligará a los españoles a trabajar desesperadamente y a pasar hambre sin rechistar durante veinte años, hasta que hayamos pagado la guerra. Rojo o blanco, capitán del ejército o comisario político, fascista o comunista, probablemente ninguna de las dos cosas, o ambas a la vez, el cómitre que nos hará remar a latigazos hasta salir de esta galerna ha de ser igualmente cruel e inhumano. En lo exterior, un Estado fuerte, colocado bajo la protección de unas naciones y la vigilancia de otras. Que sean éstas o aquéllas, esta mínima cosa que se decidirá al fin en torno de una mesa y que dependerá en gran parte de la inteligencia de los negociadores, habrá costado a España más de medio millón de muertos. Podía haber sido más baratoCuando llegué a esta conclusión abandoné mi puesto en la lucha...

Montrouge (Seine), enero-mayo de 1937.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Viva Francia. ¿Qué pretende esa horda de esclavos, de traidores, de reyes conjurados?...

A ver, no se líen. El hecho que algunos gobiernos occidentales, a través de sus centrales de espionaje, hayan intentado manipular las voluntades de los chiflados yihadistas en algunas zonas del planeta en determinados momentos de nuestra Historia reciente, no quiere decir que los yihadistas (que tienen muchos siglos de vida) dejen de ser, por estos tejemanejes geoestratégicos de las sombras de la política internacional, una panda de hijosdeputapeligrosos a los que hay que exterminar.

Los fanáticos han existido siempre y nuestra obligación es, como dijo el gran Albert Camus cuando en 1948 reivindicaba a la Grecia clásica y pedía descabalgar al trono de Dios de la Historia,

"rechazar el fanatismo".

Por cierto, como puede que Albert Camus sea mi francés favorito ever, aprovecho para recomendarles otro de sus libros, el imprescidible El Hombre Rebelde (1951).

¿Cómo se rechaza el fanatismo?. Muy fácil.
Haciendo todo aquello que no gusta a los fanáticos. 


¿Qué cosas no les gustan a los fanáticos yihadistas?.
Vamos con el listado.

1.- No les gusta que bailemos.


2.- No les gusta el Pop Rock.


3.- No les gusta el Hip Hop.


4.- No les gusta que Coubert dibuje potorros.


5.- No les gusta Rodin.


6.- No les gusta que las mujeres enseñen los muslos.


7.- No les gustan los ojos de Alain Delon.


8.- No les gusta las burradas de Gaspar Noé.


 9.- No les gusta el Impresionismo Musical.


10.- Y sobre todo, lo que más les jode, es que no les dejemos participar en Eurovision.


Pero a nosotros sí que nos gusta bailar, el rocanroll, el hiphop, los dibujos de potorros, las esculturas de Rodin, los muslámenes, los ojos de Alain Delon, Gaspar Noé, el Impresionismo y, a algunos, incluso nos gusta Eurovision.

Como homenaje a las víctimas del último atentado terrorista en París, les invito a que hagan (y dejen hacer) todas esas cosas que no les gustan a los yihadistas. No existe mejor tributo.

Además, también quiero recordarles que hace un par de siglos los franceses descabalgaron del trono de la Historia a Dios y a los absolutistas. Le pusieron esta letra (toda una declaración de intenciones):

¡En marcha, hijos de la Patria,
ha llegado el día de gloria!
Contra nosotros, la tiranía alza
su sangriento pendón.
¿Oís en los campos el bramido
de aquellos feroces soldados?
¡Vienen hasta vosotros a degollar
a vuestros hijos y vuestras esposas!

¡A las armas, ciudadanos!
¡Formad vuestros batallones!
¡Marchemos, marchemos!
¡Que una sangre impura
inunde nuestros surcos!

¿Qué pretende esa horda de esclavos,
de traidores, de reyes conjurados?
¿Para quién son esas innobles cadenas,
esos grilletes preparados de hace tiempo?

Para nosotros, franceses, ¡ah, qué ultraje!
¡Qué transportes debe suscitar!
¡A nosotros, se atreven a intentar
reducirnos a la antigua servidumbre!

Pero no voy a despedirme con las patrióticas notas de Rouget de Lisle porque la grandeza de Francia (y de las Democracias) no reside solamente en los cantos que exaltan sus virtudes, también vive en las canciones que denuncinan de sus miserias. Ésa es la gran diferencia:


martes, 3 de noviembre de 2015

Estrellando Cine de Estreno. Marte, La Cumbre Escarlata y alguna película que merece la pena.

Toc, Toc (Eli Roth)**. Un Funny Games para adolescentes pero sin la metafísica burguesa de Haneke. En este caso estamos ante un puro thriller de entretenimiento con dosis muy mojigatas de morbo subgénero fantasía lesbo teen. Keanu  Reeves no se inmuta ni aunque se la chupen, al mismo tiempo, dos chavalas de buen ver. Es mi héroe.

Marte (Ridley Scott)***. Una mezcla de Gravity y Robinson Crusoe. Es una película de aventuras, en Marte, pero de aventuras. Tampoco trasciende pero entretiene. Sale Jessica Chastain poniendo la misma cara que en

La Cumbre Escarlata (Guillermo del Toro)**. 17.000.000 de mariposas, 156.000 trajes de época, 87.000 velas, 12.500 candelabros, 672 kilómetros de pasillos, algunas pelucas y barbas postizas, tres cuchillos, dos fantasmas, dos pelirrojas paliduchas, el culo de Tom Hiddleston y una maravillosa fotografía conforman este folletín para modistillas que algunos han definido como cuento gótico-victoriano de amor-terror y que es, lamentablemente, bastante plomizo. Espero que el guion esté basado en alguna novela del siglo XIX (no tengo ni idea) porque si es un guion original es para enjuiciar (y condenar) al autor.

Operación U.N.C.L.E. (Guy Ritchie)****. Los dos protagonistas masculinos son guapísimos. La chica (la robot de Ex Machina) no tanto. La química entre ellos es genial: colegas a la fuerza en estado puro. Entretenidísima película de espías que, espero, sea el comienzo de, al menos, una trilogía. Estupendas realización, fotografía y edición. Muy disfrutable (¿existe esta palabra?) en el plano técnico, sin duda. Sin trascendencias ni estridencias. Va a lo que va. La banda sonora, tanto la parte original como las canciones que la complementan, son sobresalientes. Por si fuera poco, hay dos escenas de carcajada (para los que la han visto: me estoy refiriendo a la del camión en el muelle y la de la tortura). Así que thank you very much por esta película, Mr. Ritchie.

Bone Tomahawk (S. Craig Zahler)*****

Esto sí. A ver, si yo veo este cartel...


... tengo la obligación moral de ver la película a la que pertenece. 

Mr. Zahler es un novelista de Miami que ha parido, para ésta su ópera prima, un western que resulta ser el reverso tenebroso de Centauros del Desierto. No voy a contar nada de esta película. Solamente diré, para crear algo de morbo, que contiene una escena que me estuvo rondando por la cabeza durante bastante rato… No es para todos los públicos. Sale Kurt Russell a quien, tras Tombstone, yo hubiera obligado a protagonizar solamente westerns porque tiene el careto más guay del panorama actual para este género (lo digo completamente en serio). Y sale el gran Richard Jenkins interpretando a un secundario ayudante del sheriff que para sí hubiera querido John Ford.

Jimmy, Renda-se de Tom Zé. Suena en Operación U.N.CL.E.

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