miércoles, 13 de abril de 2016

Bluma Zeigarnik, Franz Schubert y otros desbarres gusanos.

Bluma Zeigarnik (1900-1988) era una brillante y joven psicóloga (de familia judía) que estudiaba en la Universidad de Berlín. Era brillante, era psicóloga, era psiquiatra, pero ya decimos que también era joven, así que, como a todos los jóvenes (normales), le gustaba salir de copas o de tapas o de salchichas o lo que sea que  hicieran los jóvenes en el Berlín de aquellos años para distraerse.

Ahora siento tener que decir a todos los hombres del mundo que las chicas se fijan mucho en los camareros. Y no solamente en los que hemos sido apuestos camareros, como yo, sino incluso en los que no lo son tanto. El caso es que la joven señorita Zeigarnik estaba fijándose en un camarero cuando se percató de un curioso fenómeno que hasta entonces le había pasado inadvertido oculto bajo tanto atractivo físico: un camarero podía recordar una gran cantidad de pedidos pendientes y sin embargo apenas recordaba los platos que acababa de servir. Gran conclusión a la que llegó una gran inteligencia. Porque esto es como lo de los pinzones de Darwin que, según quién sea el que lo mire, la cosa acaba de una manera u otra. Mirando pinzones Darwin formuló la Teoría de la Evolución y yo, que soy un chorlito, hubiera llegado, como mucho, a la conclusión de que "los pinzones vuelan" (si es que vuelan, que no lo sé).

Intermezzo: Aprovecho para enviar todo mi desprecio a los creacionistas recordándoles que la Teoría de la Evolución no es una hipótesis sino una Ley.

Así que lo que hizo Bluma después de observar fue enunciar el Efecto Zeigarnik (qué modesta), según el cual y teniendo en cuenta que "cada intención trae consigo una cantidad de energía que se agotará únicamente al concluir la tarea que la originó", los humanos recordamos mejor las tareas pendientes que las completadas. 

La aplicación cinéfila de todo este rollo es el recurso del Cliffhanger (Continuará...) que se inventaron los escritores de novelas pulp para mantener el suspense de sus relatos y que más tarde aplicaron a sus creaciones los cineastas, los realizadores de tv e incluso los novelistas pesados que no paran de recordarnos que a Harry Potter no hay quien lo mate.

Pero yo, que soy tanto como vos, lo que recuerdo muy bien es la Sinfonía n.8 "Inacabada" de Schubert compuesta en 1822  en 2 movimientos en lugar de en los 4 clásicos. ¿Por qué la recuerdo tan bien?, ¿por estar inacabada como dice el Efecto Zeigarnik?. No (porque no lo está), la recuerdo maravillosamente bien porque es una de las mejores y más perfectas sinfonías de todos los tiempos. 

3 comentarios:

Alí Reyes dijo...

Es verdad...tendemos a olvidar lo concluido ¡Por eso me estoy volviendo loco con todo lo que tengo pendiente!
Un saludo y la foto que pusiste en el frontal está genial

David dijo...

Joder! No tenía ni idea de esto del efecto Zeirganik. De hecho, creía que te lo habías inventando (jaja)

Mister Lombreeze dijo...

la verdad es que la historia suena a milonga, pero no, que es verdad y además es Ciencia. toma ya.
Un saludo, amigos míos.

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