martes, 28 de marzo de 2017

75 Años de... Adiós a Miguel Hernández.

Miguel Hernández  murió hace 75 años víctima de las voluntariosas bacterias franquistas. 
Murió de bronquitis, tuberculosis y tifus. 

"Josefina, anoche me ha hecho Barbero una operación mucho más importante que la otra. Por medio de un aparato punzante que me colocó en el costado, después de mirarme de nuevo con rayos X, salió de mi pulmón izquierdo, sin exagerarte, más de litro y medio de pus en un chorro continuo que duró más de diez minutos. Hoy me encuentro muy descansado y casi sin fiebre."

Murió con los ojos abiertos porque nadie pudo cerrárselos.

Según el diccionario de la Real Academia de  DG&L

poeta: dícese de la persona que, hallándose preso y tras recibir una carta de su esposa informándole de que ella y su hijo sobreviven a base de pan y cebolla, escribe las Nanas de la Cebolla.

La cebolla es escarcha 
cerrada y pobre. 
Escarcha de tus días 
y de mis noches. 
Hambre y cebolla, 
hielo negro y escarcha 
grande y redonda. 

En la cuna del hambre 
mi niño estaba. 
Con sangre de cebolla 
se amamantaba. 
Pero tu sangre, 
escarchada de azúcar, 
cebolla y hambre. 

Una mujer morena 
resuelta en luna 
se derrama hilo a hilo 
sobre la cuna. 
Ríete, niño, 
que te traigo la luna 
cuando es preciso. 

Alondra de mi casa, 
ríete mucho. 
Es tu risa en tus ojos 
la luz del mundo. 
Ríete tanto 
que mi alma al oírte 
bata el espacio. 

Tu risa me hace libre, 
me pone alas. 
Soledades me quita, 
cárcel me arranca. 
Boca que vuela, 
corazón que en tus labios 
relampaguea. 

Es tu risa la espada 
más victoriosa, 
vencedor de las flores 
y las alondras 
Rival del sol. 
Porvenir de mis huesos 
y de mi amor. 

La carne aleteante, 
súbito el párpado, 
el vivir como nunca 
coloreado. 
¡Cuánto jilguero 
se remonta, aletea, 
desde tu cuerpo! 

Desperté de ser niño: 
nunca despiertes. 
Triste llevo la boca: 
ríete siempre. 
Siempre en la cuna, 
defendiendo la risa 
pluma por pluma. 

Ser de vuelo tan lato, 
tan extendido, 
que tu carne es el cielo 
recién nacido. 
¡Si yo pudiera 
remontarme al origen 
de tu carrera! 

Al octavo mes ríes 
con cinco azahares. 
Con cinco diminutas 
ferocidades. 
Con cinco dientes 
como cinco jazmines 
adolescentes. 

Frontera de los besos 
serán mañana, 
cuando en la dentadura 
sientas un arma. 
Sientas un fuego 
correr dientes abajo 
buscando el centro. 

Vuela niño en la doble 
luna del pecho: 
él, triste de cebolla, 
tú, satisfecho. 
No te derrumbes. 
No sepas lo que pasa ni 
lo que ocurre. 

5 comentarios:

Pepe Cahiers dijo...

Lorca, Hernández y tantos otros que, aunque no murieron, si se vieron forzados en el abandono de su tierra, que es como morir un poco. Ya lo decía aquel tipo repugnante y mutilado, "¡Muera la inteligencia, viva la muerte!". Un grito que aún resuna en las alcantarillas de la civilización.

Saludos

David dijo...

Y creo recordar que en el libro de Trapiello (o en algún artículo) que cuando les dijeron de montar en un avión a él y creo que a La Pasionaria para escapar de los franquistas que avanzaban, él dijo que no, que se quedaba con los combatientes y se marchaba como el resto y que la otra le debió mirar como ¡pobre infeliz!... En fin...

miquel zueras dijo...

Recuerdo en los años de la Transición que se escuchaba mucho este poema en los mítines:
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
Saludos!
Borgo.

Frodo dijo...

No conocía este hermoso poema. Hermoso realmente, y, al ponerme al tanto de la situación que padecía, más hermoso aún.
He leído bastante a García Lorca, pero nada (hasta hoy) a Miguel Hernández. Tal vez este sea un buen puntapié para arrancar.

Abrazo!

Marcos Callau dijo...

Maravilloso. Su voz sonará para siempre en poemas como los que nos has dejado aquí.

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