jueves, 7 de septiembre de 2017

No me gusta el Jazz. David Brubeck meets Leonard Bernstein.

No me gusta el jazz.

Esta frase tan tremenda es, como todas las generalizaciones, un chabacano alarde de personalidad al que se le pueden buscar tantos “peros” y matices como estilos de jazz existen y que no vamos a relacionar aquí porque necesitaríamos 10 blogs como éste (bueno, como éste no, 10 blogs de los buenos). 

El caso es que cuando digo “no me gusta el jazz”, lo que quiero decir, como muchos de ustedes a lo mejor se imaginan y a lo peor comparten, es que no me gusta esto.

Me pone nervioso.


Lo que no quita para que reconozcamos aquí y ahora que el jazz (en música popular = USA) junto con el dodecafonismo (en música culta = Centroeuropa) fueron dos grandísimas revoluciones musicales de la primera mitad el siglo XX. Así lo entendió, por ejemplo, Arnold Schoenberg, el padre del dodecafonismo quien se obligó a ser moderno pese a tener alma neorromántica. Se da la circunstancia de que tampoco me gusta la música dodecafónica.

El caso es que el jazz y el dodecafonismo nacieron, crecieron y murieron (aunque perviven en el recuerdo de sus fans) cometiendo el mismo pecado mortal: se cargaron la melodía, que es el cebo musical del oído profano. O, mejor dicho, se cargaron la coherencia de la melodía en su sentido más (ultra) ortodoxo.

Resulta que mi buena amiga cibernética abril en paris se mosqueó hace unas semanas cuando dije, a propósito de La La Land, eso de que "no me gustaba el jazz" (estoy temblando cuando lea esto Kinezoe...), así que hoy vengo a dedicar a todos los amantes del jazz una hermosura de 1961.

Para todos esos “tramposos”, como yo,  a los que cuando dicen que les gusta el jazz quieren decir que les gusta el cool jazz, el del hilo musical de los ascensores de Manhattan, traigo una genial colaboración entre el pianista y compositor Dave Brubeck y Leonard Bernstein.

Les dejo con el Andante de los Diálogos para Jazz Combo y Orquesta en la versión de la Filarmónica de New York con el maestro Bernstein a la batuta.

Cinco minutos maravillosos. 

11 comentarios:

miquel zueras dijo...

Mi padre fue músico de jazz, aquí tienes un enlace en el que hablo de él aunque creo que pusiste un comentario:
miquel-zueras.blogspot.com/2011/06/aquella-terrible-sed.html
También odiaba ese estilo de jazz como el llamado freejazz al que le parecía una improvisación constante sin principio ni final. Él era mas de "Rapsodia en azul" y ese estilo de composiciones más melódicas, como yo.
Saludos!
Borgo.

abril en paris dijo...

Usté me mata oiga...;)

Gracias.

Frodo dijo...

Me gusta mucho Charlie Parker. Y me gusta también Dave Brubeck.
¿En qué planilla estrambótica debo anotarme?

Abrazo!

Gonzalo Aróstegui Lasarte dijo...

El jazz no nació "cargándose" (como dices) la tonalidad (que no la melodía), ni si quiera el bebop de Charlie Parker, Dizzy Gillespie o Thelonious Monk se la "cargó". A la revolución musical de Schönberg se sumaron décadas después el free jazz y similares, pero ni Louis Armstrong o Glenn Miller, verbigracia, habían renunciado a la formulación melódica tradicional. Sí lo hicieron, por supuesto, Ornette Coleman, Art Ensemble Of Chicago o el Miles Davis eléctrico, parte extraordinaria de un género muy, muy amplio y variado que venía de principios del siglo XX. Dave Brubeck es un músico que me gusta mucho, de él he tratado bastante en mi blog. Si a alguien le interesa adentrarse en su obra puede probar con "Jazz Impressions Of Eurasia" y "Time Out", por ejemplo.

Saludos.

Mister Lombreeze dijo...

@Gonzalo, ante todo, permítaseme la licencia del tono coloquial de esta entrada que no pretende ser erudita sino, casi-casi una broma musical. Si nos ponemos tiquismiquis, la tonalidad se la cargó Wagner con el acorde de Tristán mucho antes del nacimiento del jazz.
En cualquier caso, ya digo en el post el tipo de jazz al que me refiero cuando generalizo burdamente eso de "no me gusta el jazz". A todos nos gusta el swing.
Tampoco digo que el jazz nació cargándose la melodía sino que acabó cargándosela, lo que es indudablemente, una de sus señas de identidad para el oído profano.
Pero nuestra gratitud al jazz siempre será infinita porque sus aportaciones a las nuevas expresividades del siglo XX tanto rítmica como instrumental son un antes y un después en la Historia de la Música.

Mister Lombreeze dijo...

@Frodo, usted es mi colega. Puede anotarse donde le venga en gana (al menos en este blog).

Mister Lombreeze dijo...

@miquel, no me esperaba menos de su señor padre.

@ abril en p. De nada.

Gonzalo Aróstegui Lasarte dijo...

En tu entrada dices literalmente que "El caso es que el jazz y el dodecafonismo nacieron, crecieron y murieron (aunque perviven en el recuerdo de sus fans) cometiendo el mismo pecado mortal: se cargaron la melodía". Yo respondo a eso, sin ánimo de ser erudito ni nada similar.

Saludos.

JLO dijo...

jaja y está muy bien, a mi me pasa lo mismo... sufro porque me guste Miles Davis mas de lo que me gusta, es decir, sus discos raros de los 80 que eran mas pop que otra cosa... como Tutu...

Prince es lo mas jazzero que escucho... y bue, era amigo de Miles por lo menos... saludos y me encanta tu blog cuando se pone cuestionador ja...

Mister Lombreeze dijo...

@Gonzalo, "nacer, crecer y morir" era una manera más molona de referirse "evolucionar", en plan ciclo vital y todo eso. O al menos eso quería yo dar a entender. Lo que está claro es que "nacer+crecer+morir" no es igual a "nacer".

Mister Lombreeze dijo...

@JLO, no sufra usted y disfrute de lo que le dé la gana. Faltaría más. Que yo no vengo a cuestionar a la gente que le gusta el jazz. Solamente vengo a decir que a mí no me gusta (aclarando a qué tipo de jazz me refiero).

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