domingo, 1 de agosto de 2010

Las Aventuras de Gottfried Rinkley, el inventor del siglo XX. Capítulo I.

Capítulo I: El nacimiento de Gottfried Rinkley.

Wuttelfraung Rinkley no estaba para muchos trotes aquella noche. Había estado trabajando de sol a sol recolectando cebollas en los terrenos del Conde de Presbistoffen, lo mismo que llevaba haciendo los últimos 25 años de su miserable y servil existencia. Wuttelfraung Rinkley soñaba con escapar algún día de aquel lugar y dedicarse en cuerpo y alma a su verdadera vocación: la recolección de ajos. Una manera mucho más noble de ganarse la vida según sus profundas convicciones religiosas.

Su esposa, Elvira Rinkley, encontró sin embargo el atardecer de aquel día especialmente hermoso y sensual, y cuando su marido llegó a casa, no se lo pensó dos veces y tardó menos de dos horas en quitarse las sucesivas capas de ropa que ocultaban su todavía mórbido cuerpo, (siempre había sido de apariencia mórbida, desde chiquitina). Esta imagen de despoje de capas y capas de telas y refajos resultaba a Wuttelfraung especialmente poco atractiva. Le recordaba demasiado a las cebollas y a su odioso trabajo. "Con lo fácil que es pelar ajos", se lamentaba en silencio. Pero sabía que poco podía hacer contra las calenturas de Elvira y, resignado, se sentó en su banqueta de anea a esperar que la desnudez de su esposa fuera completa para posterioremente cubrirla cristianamente lo mejor y más rápido posible. Solamente pudo cumplir la mitad de sus propósitos: el asunto acabó rápido.

Nueve meses después nacía un pequeño de aspecto enfermizo que provocó el asombro de toda la comarca por su larga cabellera rubia. "Este niño mutará a pelirrojo antes de que vuelvan las cigüeñas", sentenció Alcestes Loringen, el anciano más sabio del lugar. "Pero Alcestes, nunca hemos visto una cigüeña en estas tierras", respondió Golond Vielgoff, médico de la comarca. "¡A pelirrojo!...", gritó el anciano mientras se alejaba lentamente dando el que sería su último paseo antes de arrojarse por el barranco de Medialuna.

El día del bautizo en la iglesia de Santa María de Buenaesperanza, el pelo del pequeño Gottfried mutó a rojo ante el asombro de todos los asistentes para, inmediatamente después, desprenderse totalmente de su cabezota quedando para siempre calvo. Los rojos cabellos del infante tiñeron de un intenso color carmesí el agua sacra de la pila baustimal confiriéndole un aspecto demoníaco.
Fray Thomas de Hannover decidió entonces no bautizar al joven Gottfried quien había demostrado con ese acto contra natura no ser merecedor de la gracia divina. "¡Llevaos a este engendro!", gritó fuera de sí.
- Pero padre, ¿qué nombre le ponemos?, - preguntó compungida y desconsolada la mórbida Elvira.
- Gottfried, lo mismo que el gran Leibniz.

"Mi hijo está llamado a hacer grandes cosas", pensó Wuttelfraung Rinkley justo antes de caer desmayado sobre su propio vómito víctima de una intoxicación etílica de 3er. grado.

8 comentarios:

MonSeñor Gusano dijo...

Joder, de toda vida de Dios, los ajos han sido el mayor honor posible para un agricultor.... Cuantas verdades hay en este escrito pardiez.

dvd dijo...

Me ha recordado intensamente a una odorífera versión a caballo entre "Léolo", "El perfume" y "El tambor de hojalata"... Pero con su cosita cañí marca de la casa, of course... ¿Habemus saga?...

Insanus dijo...

Cambios bonitos en el blog y nueva novela por entregas: los gusanos pisando fuerte.

Ese niño está llamado a grandes aventuras y hechos prodigiosos. Por aquí estaré, :).

Mister Lombreeze dijo...

Los gusanos echamos el resto en Agosto, cuando nadie lee blogs. Tenemos que reestudiar nuestro estrategia de mercado.

Gottfried Rinkley tiene una biografía muy extensa y da para un par de sagas, como no.

Intentaré resumir sus andanzas (me va a costar), dependerá de lo que me aburra en la oficina (la cosa promete), pero yo creo que 20 capítulos de la vida de este gran hombre sí que veremos publicados.

Buenas noticias: el de la próxima semana solo ocupa un párrafo.
El resto, pues ya se verá.

David dijo...

Leída la primera entrega. Está bien... Como también lo está el hecho de saber que la próxima entrega sólo dura un párrafo...
Un saludito.

Anónimo dijo...

me ha encantado y seguro nos divertira mucho!!!!

Mister Lombreeze dijo...

Jajaja, David, muchas gracias por robarle tiempo a tus vacaciones para lanzarme una puya. Es lo que tiene la escritura automática; sólo los genios como Kerouac consiguen escribir algo de calidad.

Anónimo, por favor, tómese en serio la figura del gran hombre que fue Gottfried Rinkley.

Lughnasad dijo...

Esta tendré la suerte de leerla desde el principio...y la cosa promete.

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