Bisabuelo del humor absurdo de nuestro país, Pepín Tre es uno de nuestros más grandes humoristas. Adoro a este tío. Suele venir 1001 veces a representar el mismo espectáculo en La Campana de los Perdidos de Zaragoza (al ladito de mi casa). Siempre voy a verlo. Mis dos sagas literarias dominicales, El Salitre de las Botas de Pockollock y Las Aventuras de Gottfried Rinkley, no son otra cosa que burdos pero sentidos homenajes a las historias que he oído de boca de Pepín Tre, tanto en su faceta radiofónica como en sus actuaciones en directo.
Así reza la semblanza de su página web:
"Pepín, tranquilo paseante nacido en diciembre. Un hombre de invierno que empezó siendo niño y creció hasta convertirse en otra cosa. Aún mozalbete, conoció a Doris Luncan, madurita soprano de voz llena de lirismo, recién llegada de UTAH, que arrastrólo tras de sí hasta llegar a la presencia del señor Gornitoch, influyente miembro del partido bolchevique quien, impresionado por la presencia de ánimo de la singular pareja y totalmente borracho, decidió pegarse un tiro. Doris, perdida en los fríos de la Rusia fría, se hunde en la desesperación, pero Pepín, sacando fuerzas de flaqueza, la embarca rumbo a Philadelphia con la promesa de seguirla en cuanto su alma encuentre la serenidad necesaria. No la encontró nunca. Doris, aún le espera reclinada en el alfeizar de una ventana norteamericana, mientras la brisa templada balancea sus rizos dorados como veraniegos trigales. Pero sigamos el rastro de nuestro hombre, que ya en esas fechas, 12 de abril de 1978 ó 4 de junio de 1984, cantaba en un pensionado de la campiña inglesa para jóvenes pudientes, canciones folklóricas a modo de tabardillo con intrincados molinetes de aérea filigrana. Sabedor José Luis Rodríguez, "El Puma", de los méritos de nuestro joven, le requiere a su presencia para escuchar repertorio, quedando maravillado, aunque indeciso, de la conveniencia de entonar tan bellas melodías. El tiempo pasa. "El Puma" no se manifiesta. Pepín, impaciente, aunque generoso y sin usar ningún tipo de cosmético, no encuentra más salida que hacerse notario, muy a su pesar, aunque prometiendo ante la Virgen de Todos los Dolores volver al recto camino en cuanto la suerte esté dispuesta a esbozar una sonrisa, aunque pequeña, frente a nuestro héroe. Futuro incierto.". Qué tío más grande.
Llevo en mi reproductor mp3 muchos programas de Chispa y Muelle, su revista científica de divulgación, y me parto de risa cada vez que los escucho (y eso que me los sé de memoria). También canta, toca la guitarra y milita en política a su estilo. Pepín Tre me enseñó el significado de dos conceptos que han resultado ser fundamenteales en mi vida: "hosco" e "hirsuto". Siempre le estaré agradecido por ello. Por favor, únanse a nosotros en esta cruzada pro Pepín Tre y salvemos, entre todos, a la oruga canora.
7 comentarios:
Qué genio! Siempre me ha fascinado.
Me has despertado las ganas de saber de Pepín Tre, porque también se identifica con los nenúfares como yo y esa sensibilidad me agrada, debo hacer un mea culpa y decir que no sabía de él pero acaba de entrar a mi vida como diría un bolero o un tango y ya es parte de mí (conocimiento). Buscaré más de su persona aunque no hay mucha infomación de él. Un abrazo.
Mario.
Muy bueno. Lo descubrí hace unos años cuando recitó uno de sus monólogos en TV3. Iré siguiéndole la pista. Borgo.
No conocía al Pepín éste, pero tiene una cara de puñetero...
Saludos, Lombri.
Hoy es lunes. Puta mierda.
Mario, bueno, la "identificación" de Pepín Tre suele ir más de la mano de la sonoridad de los vocablos que del concepto que representan. Nenúfar, roscachapa, galvanizado... Pero vaya, que tiene una canción titulada "soy un nenúfar solitario". Siempre en clave de humor, claro.
Tripi, lo has definido perfectamente con un solo adjetivo, jejeje.
Pepín Tre, maestro del humor.
He estado en la Campana alguna vez viéndolo. Así que ¿vives al ladito?. entonces, al ladito de muchas otras cosas. Buena zona, amigo. Merecido post.
Marcos, buena zona, sí, excepto en Semana Santa. Jesús, que pesadilla es vivir por aquí si no te gustan los tambores...
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