jueves, 28 de noviembre de 2013

Cómo reconocer a un cahierista (aka Cómo ligar con una cahierista).

Yo doy las pistas. A partir de ahí, cada cual es libre de invitar (o no) a participar en su tertulia a una de las especies más bizarras de la cinefilia: el cahierista.


Las 10 tontadas que siempre te va a soltar un cahierista son...

... un momento, ¡¡¡achtung!!!, el decálogo también puede ser empleado en sentido inverso para impresionar e intentar ligarse a una cahierista (noble fin, sin duda), pero ¡¡¡achtung 2!!! no se te ocurra mentar a  Godard, Truffaut, Resnais.., porque  se te va a ver el plumero de advenedizo si te pasas de obvio. Hay que currárselo un pelín más. Si quieres hablar de realizadores gabachos tienes que nombrar a Chantal Akerman, Bruno Dumont, etc. Pero desaconsejo meterse en esos jardines.

Tras esta advertencia, prosigo, las 10 tontadas que siempre te va a soltar un cahierista son:

1.- Los mejores westerns son los de Budd Boetticher.

2.- Howard Hawks es el único director de la época dorada de los grandes estudios de Hollywood que sabía algo de cine.

3.- Mikio Naruse es el gran desconocido de los directores japoneses de la edad de oro del cine nipón.

4.- La regla de los 180 grados no es de obligado cumplimento.

5.- Samuel Fuller, Nicholas Ray, Robert Aldrich y Otto Preminger son los directores norteamericanos más talentosos y están injustamente olvidados. 

6.- El mejor director de cine de todos los tiempos es Jean Renoir.

7.- El Profesor Chiflado (1963, Jerry Lewis) es una película divertidísima. Una de las mejores comedias de todos los tiempos.

8.- La mejor película de Clint Eastwood es Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal.

9.- El cine de Hou Hsiao Hsien no es aburrido. Cómo va a serlo si es el discípulo aventajado de Ozu.

10.- Lo más importante de una película es su lenguaje cinematográfico y no su contenido.

Si vuelvo a  escuchar alguna de estos diez clichés otra vez... cometo suicido.
Bueno, no, mejor cometo homicidio. 

domingo, 24 de noviembre de 2013

LA CANCIÓN MÁS HERMOSA JAMÁS COMPUESTA (y la más triste).


La canción más hermosa jamás compuesta es

Im Abendrot (que significa algo así como "En la puesta de sol", "Al atardecer", "En el Ocaso"...) y fue compuesta por el genial músico alemán Richard Strauss en 1948 quien puso música al poema homónimo de Joseph von Eichendorff (1788-1831).
 

El maestro Strauss la dedicó a su esposa, Pauline de Ahna, una célebre soprano. Strauss no llegó a contemplar el estreno mundial que tuvo lugar en Londres en 1950, murió poco antes a la edad de 84 años. Más tarde, su editor incluyó Im Abendrot, junto con otras tres de sus canciones basadas en poemas de Herman Hesse, en el famoso ciclo Las Cuatro Últimas Canciones, que viene a ser el canto de cisne de la música postromántica europea, o sea, casi - casi, la muerte de la Gran Música Clásica más clásica.

Richard Strauss es uno de mis diez mejores compositores favoritos aunque él se definiera como "un primera clase de la segunda división de músicos". Su prodigioso dominio de la orquestación de una orquesta sinfónica ha sido pocas veces igualado.

Im Abendrot es la obra de un genio que supo condensar en esta canción los principales leitmotivs vitales de cualquier ser humano; compuesta al final de su vida (la muerte), dedicada a su mujer (el amor) y también a la memoria de su padre (la familia, la infancia, la nostalgia) que había sido un célebre intérprete de trompa (la orquestación incluye cuatro trompas). Estaba claro que de toda esa mezcla de nobles sentimientos tenía que nacer una perla tan bella como la que vamos a escuchar hoy.

Disfruten de este poema musical que es un canto espiritual a las puertas de la muerte. Las últimas notas que suenan, una vez extinguido la melancólica voz de la soprano y mudas ya las palabras de Eichendorff, son estremecedoras. A mí me parecen tristísimas.

El texto dice:

Con penas y alegrías,
mano a mano, hemos caminado.
Reposemos ahora de nuestros viajes,
en la tranquila campiña.
A nuestro alrededor se inclinan los valles,
ya la brisa se ensombrece.
Sólo dos alondras alzan todavía el vuelo
soñando de nuevo en el oloroso aire.
Acércate y déjalas trinar,
pronto será hora de dormir,
para que no podamos perdernos
en esta soledad.
Oh, inmensa y dulce paz,
tan profunda en la puesta de sol,
qué fatigados estamos por haber caminado.
¿Será esta, entonces, la muerte?

La versión, la de la inigualable Elisabeth Schwarkopf.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Perder la razón (2012, Joachim Lafosse). Música Clásica de Cine.

La crónica negra de las noticias de sucesos ponen los pelos de punta a las almas cándidas (como las nuestras) que permanecen (por el momento) en un estado lejano al de esas locuras homicidas que acaban con vidas inocentes de una forma, en la mayoría de los casos, sangrienta y macabra. Cuando leemos titulares como Una mujer mata a sus cinco hijos a cuchilladas en Bélgica y después intenta suicidarse”, la cuestión que suele atormentar a nuestras cabecitas es: “¿cómo ha podido llegar a suceder algo así?”.

Si quieren hacerse una idea de una de las posibles respuestas a esa pregunta, no duden en ver la magnífica película  Perder la Razón, dirigida en 2012 por el realizador belga Joachim Lafosse.


El título desvela, intencionadamente, el motivo del parricidio de los cuatro pequeños hijos de la protagonista, la joven Murielle (impresionante Emilie Dequenne). No les acabo de fastidiar nada ya que el director nos muestra, al comienzo de la película, la imagen de cuatro pequeños ataúdes blancos subiendo lentamente por una cinta transportadora que los conduce a la bodega de carga de un avión con destino a Marruecos. Y Joachim Lafosse lo hace a propósito para despojar a la historia de todo componente thriller y centrarse en las causas que han llevado a una madre a un estado de depresión tan agudo como para cometer una atrocidad de tal calibre.

La película habla de varios temas interesantes: qué es una pareja, que necesita para serlo de verdad, cuáles son los límites de la gratitud, cuál es el papel de la mujer como madre y esposa, cuál debería ser la interpretación correcta de ese rol por parte del marido (stop machismo), cómo se debería afrontar el choque de culturas y otras circunstancias (menos habituales) que pueden convertir el ambiente en el que una mujer vive a diario en una atmósfera irrespirable. Nada justifica el hecho de acuchillar a cuatro niños pero hay señales de alarma que pueden ayudar a prevenir semejante barbaridad (el suceso real en el que se basa la película incluye cartas de la madre a sus amigos anunciándoles lo que pensaba hacer).


Dicho esto. Hay dos cosas que ustedes no saben:

1.- Alessandro Scarlatti (1660-1725) fue el padre del Scarlatti más famoso de todos (Domenico).

2.- Clemente XI prohibió temporalmente la ópera a comienzos del siglo XVIII por considerarla noséqué pecaminoso para noséqué año de jubileo. En realidad, los que pecaban eran los curas que iban a la ópera y se codeaban con castrati y cortesanos. Pero bueno, ya sabemos que al Poder le gusta echar siempre la culpa a los demás.

Así que Alessandro Scarlatti adaptó su ópera El Jardín de Rosas para ser interpretada como un oratorio rebautizado como La Santísima Virgen del Rosario... Y en ese oratorio suena esta pasaje que vamos a escuchar ahora y que es uno de los leitmotivs musicales de la película que hoy les recomendamos: Perder la razón.

Disfruten de este bellísimo Mentre Io Godo in Dolce Oblio 
(Mientras Disfruto de Dulce Olvido).

 

lunes, 18 de noviembre de 2013

Clásicos Imprescindibles. Lejos del mundanal ruido (1967, John Schlesinger).

El siempre interesante director danés Thomas Vinterberg se va, por fin, a hacer las américas tras triunfar este año con una película muy buena: La Caza. Y para su estreno hollywoodiense, Vinterberg se ha decidido por una nueva adaptación cinematográfica de la maravillosa novela Lejos del Mundanal Ruido (1874, Thomas Hardy).

Pues tengo que decir una cosa al respecto:

"Algo yace en el campo, en algún sitio, confiada a la tierra ciega y olvidadiza, algo que estimuló en un poeta la profecía, un poco de polvo invisible y abandonado. El polvo de la alondra que escuchó Shelley y que inmortalizó desde entonces, aunque sólo vivió como los otros pájaros sin saber que sería inmortal; vivió su mansa vida y un día cayó, una pequeña bola de plumas y huesos: y cómo murió, cómo cantó cuando se despedía, nadie lo sabe. "





Las novelas de Thomas Hardy (1840-1928), el novelista del XIX y poeta del XX que tanto gusta a Javier Marías, han sido adaptadas en varias ocasiones al cine. Desgraciadamente en dos de ellas el director encargado de trasladar a imágenes sus hermosas palabras ha sido Michael Winterbottom (responsable de la soporífera Código 46 o de esa otra película en la que una pareja no hace más que fo**ar e ir a conciertos de rock: 9 Canciones). Yo, afortunadamente, sólo he sufrido una de estas adaptaciones, El perdón (2000), un tostón del tamaño de Burundi.

Algo mejor le quedó la cosa a Roman Polanski cuando adaptó a Hardy en Tess, la película que rodó en 1979 tras salir por patas de los USA acusado de violación de una menor. Tess es una película bonita en la que sale, más guapa que nunca, Nastassja Kinski, o sea, hay que verla.

Fin de la reseña de "Tess".


Pero la película que vamos a recomendar hoy es Lejos del mundanal ruido, dirigida en 1967 por el irregular John Schlesinger y que es la, por ahora, mejor adaptación de la novela homónima de 1874 del victoriano Hardy. Está protagonizada por otra bella dama, Julie Christie (quien parece ser que volvió loco de amor a su compañero de reparto Terence Stamp) y, resumiendo (mucho y mal), es una historia de amor entre una buena chica y un tipo un poco golfo.

No se la pierdan.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Conócelos por su nombre: John Field, el inventor del Nocturno.

Si no tienen ni idea de quién fue John Field (1782-1837) pueden solucionarlo pinchando aquí.

Si no saben lo que es un Nocturno pueden solucionarlo pinchando aquí.

Si todo esto les importa un carajo pueden pinchar en algún enlace de nuestra lista de blogs favoritos. Son casi todos bastante buenos.

Pero,

Que conste que en DG&L queremos rendir tributo al hombre que inventó el Nocturno, el compositor irlandés que hará las delicias de todos los amantes de Chopin y del piano. Todo un delicado mundo musical a descubrir (gracias a youtube y sus miles de desinteresados colaboradores). 

Palabra de Mr. Lombreeze.

John Field, Siciliano Poco Adagio del Concierto para piano y orquesta n. 4 (1814):

lunes, 11 de noviembre de 2013

Momentos Mágicos del Cine. Muñecos Infernales (1936, Tod Browning).

Entre el género de terror y el fantástico podríamos situar, en caso de que fuera necesario hacerlo, esta inclasificable película del genial director norteamericano Tod Browning (1880-1962): Muñecos Infernales (The Devil Doll).


La historia que traemos hoy la escribió el propio Browning y nos cuenta las peripecias de un moderno Conde de Montecristo que escapa de la Isla del Diablo (¿se acuerdan de Papillon?) con el obsesivo fin de vengarse de sus socios, culpables de su injusto y largo cautiverio (17 años). Inesperadamente encontrará en su excéntrico compañero de fuga, -un científico loco-, el instrumento perfecto para su venganza.

No voy a contar más sobre el argumento y dejo a los más curiosos que descubran o revisiten por sí mismos el maravilloso universo del gran Tod Browning del que recomiendo que vean toda la filmografía que llegue a sus manos.

Una película de hace 75 años que incluye esta fantástica escena de una factura asombrosa. La he subido al youtube para ustedes, mis queridos amigos, jugándome la suspensión de cuenta por el terrible delito de ser un copyright buster:

jueves, 7 de noviembre de 2013

100 Años de... Albert Camus. En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio.

"Puesto que el orden del mundo está regido por la muerte, acaso sea mejor para Dios que no crea uno en él y que luche con todas sus fuerzas contra la muerte"."La peste", Albert Camus.

Después de la Biblia, algunos textos de Nietzsche, algunos otros de Kafka y de la totalidad de "El Conde de Montecristo", uno de los libros que yo creo que más afectó (de manera ya irremediable me temo) a mi joven cabezita fue "La peste" (1947) de Albert Camus.

Tras su lectura me di cuenta de que yo era existencialista y no nihilista como creía hasta entonces. Estuve mucho tiempo convencido de que yo era como Camus (existencialista, ya digo), hasta que luego me enteré de que Camus no se consideraba a sí mismo un existencialista.., así que tuve que decidirme entre ser existencialista o ser como Camus... Y me quedé con eso de ser como Camus porque en las fotos que había visto de este escritor francés se me aparecía como un tipo muy atractivo.



Pero luego leí a Sartre, que de atractivo tenía más bien poco, y ya no supe qué pensar (todo esto con el corazón roto por haber abandonado el nihilismo de Nietzsche). Esto nos pasa por filosofar y por leer. Menos mal que pronto vinieron al rescate los videoclubs, los videojuegos y demás videocosas que no me angustiaban tanto.

Mas lo que los videoestimulantes no pudieron borrar de mi ser fueron las grandes lecciones que estos libracos me enseñaron.

A saber:

1.- Se pueden derribar muros a trompetazos (esto es lo más útil que nos enseña la Biblia).

2.- Ama la Tierra. Que le den al más allá (esto es muy de Nietzsche).

y

3.- Nuestro enemigo (terrenal o divino) es todo aquello que produzca sufrimiento al Hombre.(esto es de "La peste" de Camus)

Y uno de los engendros más terribles de la Humanidad, la Iglesia, no sabe tirar muros a trompetazos, no ama la Tierra, pero sí a todo lo que le produce sufrimiento al Hombre. La Iglesia va contra natura, ellos sí, y no la sodomía que tanto espanto les produce.

Para los ateos como yo, la idea de Dios, -que ójala fuera solamente trina, pero que para cada uno de los creyentes es una cosa diferente y entonces es imposible definirla y menos entenderla-, es tan absurda como innecesaria.

Conforme los conocimientos de los humanos han ido avanzando, la idea fue cada vez menos sostenible  y el asunto buscó refugio en la fe, que se tiene o no se tiene, según dicen. Pero esto ya lo sabemos todos.

Les quiero hoy regalar una de las moralejas de "La Peste" de Camus: la imposibilidad de creer en un Dios que hace sufrir a los niños quienes son, como todos sabemos, seres inocentes a los que no se puede culpar de pecado alguno.

En un capítulo de "La Peste" hay un momento que para mí es la cima de esta novela. Se describe la muerte del hijo del juez de Orán, víctima de la peste bubónica. Nuestro protagonista, el ateo Doctor Rieux, opina que: "el dolor inflingido a esos inocentes nunca ha dejado de parecerme lo que en verdad es, un escándalo". Ante el agónico sufrimiento del niño, alguien ruega: "Dios mío, salva a este niño". Sin embargo, el niño muere horriblemente. Paneloux, el sacerdote, comenta a Rieux: "Pero acaso debamos amar lo que no podemos comprender". Rieux le responde: "No, padre. Yo tengo otra idea del amor. Y rehusaré hasta la muerte amar esta creación donde los niños son torturados". Luego el cura le dice noséqué de la salvación del Hombre, a lo que Rieux replica:

"La salvación del hombre es una frase demasiado grande para mí. Y no voy tan lejos, es su salud lo que me interesa, ante todo"

Otro gran momento de nuestro héroe, que nunca se rinde en su lucha contra la peste que asola la ciudad de Orán, es cuando dice:

“ ... que si él creyese en un Dios Todopoderoso no se ocuparía de cuidar a los hombres y le dejaría a Dios ese cuidado. Pero que nadie en el mundo, ni siquiera Paneloux (el cura) que creía y cree, nadie cree en un Dios de este género, puesto que nadie se abandona enteramente, y que en esto por lo menos él, Rieux, creía estar en el camino de la verdad, luchando contra la creación tal como es”.

Está claro que el santo es Rieux, que no pierde nunca la fe, pero la fe en sus semejantes, en la vida, en encontrar un suero que cure la enfermedad y en sí mismo. El mal absoluto es la enfermedad y no un demonio con cuernos. Se combate con medicinas y no con oraciones.

En el otro lado está el padre Paneloux que arremete en sus sermones contra las gentes de Orán, culpándolas de la plaga que está diezmando la ciudad. Sus pecados, su alejamiento de Dios y similares abstractos conceptos, son los responsables del desastre. Lo que sea con tal de que Dios no cargue con el muerto: "Hermanos míos, habéis caído en desgracia; hermanos míos, lo habéis merecido".

El doctor Rieux defiende al Hombre y el jesuita Paneloux defiende a Dios (que sigue sin hablarnos).

El padre Paneloux, tras ver la agonía de aquel niño de Orán, tenía la decencia de suicidarse tras comprobar que su Dios era totalmente ajeno al sufrimiento de un niño: "Hermanos míos, ha llegado el momento de creerlo todo o negarlo todo". Con su muerte libraba al mundo de una parte de la auténtica plaga de Orán y de muchas partes de nuestro planeta: los sacerdotes y los brujos. Los mismos que todavía hoy, no dejan a la gente morirse en paz.

El título del post no es mío. Es de Albert Camus y es parte de otra genialidad del doctor Rieux en esa obra maestra de la Literatura y el Pensamiento que es "La peste".

"yo quiero testimoniar a favor de los apestados, para dejar por lo menos un recuerdo de la injusticia y la violencia que les ha sido hecha y para decir simplemente algo que se aprende en medio de las plagas: que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio".

Y yo estoy de acuerdo con el gran Camus, otro mega creador de citas memorables. Y nos rebelamos, como hacía él, frente al absurdo, en lugar de ser unos pesimistas, como Sartre. Rebelión contra la Creación, ésta es la misión del Hombre. 

Porque el mal nace de la ignorancia (Sócrates). Y la ignorancia tiene cura. Un montón de curas.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Un Mundo Azul Oscuro (2001, Jan Sverák).

Si me fascina la historia de la WWII es, en parte, porque sucedieron cosas tan curiosas, absurdas y trágicas como las que se nos cuentan en la película checa Un mundo azul oscuro dirigida por Jan Sverák, a quien los más viejos del lugar recordarán por la película que ganó el Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 1996: Kolya.


Menos de 20 años les duró a los checoslovacos su país tras el Tratado de Saint Germain y antes de que Adolf Hitler convirtiera la parte checa, en 1939 y sin pegar un solo tiro, en protectorado alemán ante la pasividad de Francia y Gran Bretaña que, seis meses antes de la invasión de Polonia, decidieron adoptar una postura de no intervención en el asunto checoeslovaco. Los eslovacos obtuvieron su "independencia", aunque quedaron como estado satélite de la Alemania nazi.

Es en este contexto en el que arranca la película Un mundo azul oscuro.

Los pilotos de aviación checos Franta Sláma y Karel Vojtisek deciden abandonar el país y trasladarse a Gran Bretaña donde combatirán, junto con otros compatriotas, contra las fuerzas del Eje formando parte de un escuadrón checo integrado en la mítica RAF británica que, a bordo de los no menos míticos Spitfire, derrotaron a la Luftwaffe en la Batalla de Inglaterra.


La amistad y determinación de Franta y Karel parecen inquebrantables hasta que se cruza en sus vidas una bella joven por la que ambos comenzarán a sentirse atraídos. Triángulo amoroso habemus para darle a la historia un toque romántico y ligeramente melodramático.

Aunque la película no funciona bien del todo en su conjunto y da la sensación de tener un ritmo algo irregular, posee una muy bella fotografía, un diseño de producción de altos vuelos (toma chascarrillo), amén de la que creo que es la mayor de sus virtudes, la estupenda coreografía de sus escenas aéreas (sin FX, gracias a unas logradas maquetas) que la hacen altamente recomendable.

El otro punto a su favor es que los hechos están narrados en forma de largos flashbacks del protagonista Franta Sláma quien, cinco años después de acabada la contienda mundial, se encuentra prisionero, junto con otros compatriotas y soldados alemanes, en un campo de concentración de su sovietizado y reunificado país. Su delito: es sospechoso de pro-occidental por haber combatido al lado de los británicos. Ironías crueles e injustas del destino. Bonita recompensa. 

En fin, una película bonita y muy correcta que hará las delicias de los amantes del género bélico.

 

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