sábado, 31 de diciembre de 2011

¿Qué vas a hacer en Nochevieja?.


No sé ustedes pero esta Nochevieja yo voy a emborracharme y a bailar como Fred Astaire en Quince Días de Placer (Holiday Inn, Mark Sandrich 1942). Que ustedes lo pasen bien esta noche. Nos vemos el año que viene con más y mejores posts en cuanto me reponga de mis vacaciones navideñas.

martes, 27 de diciembre de 2011

Mis chalados favoritos. 50 Años de... Adiós a Céline. El Indignado n. 1 del siglo XX.

"La chusma acabará con todo". Céline parafraseando a F. Nietzsche.

Céline (1894-1961) se ha quedado este año sin homenaje en su patria, la Francia. La razón de que el país chovinista por excelencia no aproveche la efeméride del 50 aniversario del fallecimiento de Céline para restregarnos al resto del mundo que los gabachos la tienen más gorda que nadie con otro ejemplo de su brillante literatura, es que la figura de Céline, el creador de una de las más estupendísimas novelas del siglo XX, sigue levantando ampollas. Sus diatribas antisemitas, su racismo y su claroscuro pasado colaboracionista le siguen pasando factura diez lustros después de su fallecimiento. Ahí va esa perla:

"Personalmente encuentro a Hitler o a Mussolini, admirablemente magnánimos, infinitamente más a mi gusto, destacados pacifistas, en una palabra, dignos de 250 premios Nobel".

Todos los antisemitas del mundo están vetados en DG&L
y no ensucian nuestro blog si no es para que nos desquitemos poniéndolos a parir. Una de las poquísimas excepciones a esta regla es el escritor Céline, autor de la que es, para mí, una de las mejores novelas de todos los tiempos: Viaje al fin de la noche (1932), o el imprescindible, agresivo, descarnado, desilusionado y autobiográfico cabreo nihilista de un ex combatiente de la Primera Guerra Mundial.

"¿cuántas cartas de insultos recibo al día? Siete u ocho...¿y cartas de admiración inmensa?... casi otras tantas... ¿acaso he pedido algo? ¡de ningún modo! ¡nunca!... anarquista soy, he sido, sigo siendo, ¡y me traen sin cuidado las opiniones!"

Céline tenía motivos para preguntarse el por qué de tanto interés por su figura y tanta controversia por las opiniones que había escrito un tipo como él: un viejo cojo que ejercía de médico rural para gente sin recursos en un pueblucho a las afueras de París, ¿acaso no opinaban muchos otros igual que él?. Pero el interés por Céline no era, ni es, gratuito, caprichoso o morboso, sino vital. Los que admiramos las dos primeras novelas de Céline (Viaje al fin de la noche y Muerte a crédito) sentimos la natural pulsión a admirar a su autor y recibimos, sin embargo, un jarro de agua fría en forma de una biografía, la suya, que puede, a primera vista, resultar nauseabunda. Y en esa tesitura seguimos. Gajes del oficio de genio creador. A los bloggers de medio pelo, como yo, no nos pasan estas cosas.

Voy a usar un truco para poder digerir a Céline. Lili, su compañera durante los últimos quince años de vida, declaró que Céline era antisemita porque era pacifista, o sea, era de la opinión de que los judíos fomentaban las guerras para enriquecerse. Lili juró que cuando su marido se enteró de lo de los campos de exterminio nazis se sintió realmente conmovido. Este truco que me saco de la manga me permite abrir una pequeña brecha por la que hoy se cuela en nuestro blog uno de los más controvertidos escritores del siglo XX: el tipo que odiaba a una Humanidad que le dio unas cuantas razones para hacerlo en forma de trincheras de la Primera Guerra Mundial: Louis Ferdinand Auguste Destouches, alias "Céline".

¡Maldito seas Céline!, tú que perdiste la fe en la Humanidad y que abominaste por igual de ricos y pobres, de hombres y mujeres, de franceses y extranjeros europeos, americanos o africanos. Tu falta de fe te llevó a escribir algunas de las páginas más brillantes de la literatura universal y, a cambio, cargas sobre tus espaldas con esa maldición que te persigue todavía hoy, 50 años después de tu muerte.

Nosotros queremos recordar tu nombre, oscuro y deslenguado Céline, porque nosotros somos, al fin de al cabo, solamente hombres y "los hombres se aferran a sus cochinos recuerdos, a todas sus desgracias y no se les puede sacar de ahí".

sábado, 24 de diciembre de 2011

40 Años de... I´d like to teach the world to sing. We are the Better Angels of our Nature.

Al mundo entero quiero dar un mensaje de paz...

I´d like to teach the world to sing es una canción de 1971creada para servir como fondo musical a una campaña publicitaria en tv de la compañía Coca-Cola que sabiamente supo fusionar, en su celebérrimo spot "Hilltop", su tradicional márketing buenrrollista con el espíritu y el look del movimiento hippie imperante en aquellos setenteros años en los que la URSS se frotaba las manos ante lo que aparentaba ser el hundimiento de la testosterona capitalista y el acojone generalizado de los soldados yankis de pelo largo que lloraban como nenas porque tenían que combatir en la jungla en unas condiciones que eran un juego de niños comparadas con las de la generación anterior, la que había guerreado contra el imperialismo japonés en esas mismas junglas.

Pero hoy día, cuando la Unión Soviética perdura solamente en la fría memoria de los historiadores o en el idealizado recuerdo de trasnochados comunistas europeos o en la dolorosa realidad de Corea del Norte o Vietnam, hoy día, cuando el movimiento jipi se ha onege-izado adoptando mil y una apariencias diferentes, ¿qué nos queda de aquellos maravillosos años?, pues el Arte, que es lo que siempre perdura por encima de todo lo demás.

¿La publicidad es un arte?, ¿y los anuncios de tv?, para mí es indudable que sí, no importa que la letra original de esta canción no nos cantase I´d like to teach the world to sing in perfect harmony (me gustaría enseñar al mundo a cantar en perfecta armonía) sino algo mucho más mercantilista: I´d like to teach the world to buy Coca-Cola (me gustaría enseñar al mundo a comprar Coca-Cola). Y no importa porque el pueblo es soberano y hace lo que le sale de los mismísimos co**nes, también con las campañas publicitarias, así que la cancioncita de Coca-Cola perdura, como la belleza en nuestro recuerdo, muchos años después de la caída del muro de Berlín o el estreno de Hair (Milos Forman, 1979).


El gusano es el animal buenrrollista y optimista por excelencia. Qué le vamos a hacer. Y, en estas fechas tan entrañables (por qué no), queremos desear a todos nuestros lectores (que han demostrado ser buena gente el 85% de su tiempo) lo siguiente: aprovéchense de la artificiosa atmósfera de buenrrollismo navideño para disfrutar de los bellos momentos que estas festividades (con toda su intrínseca hipocresía y todo el tendencioso consumismo que ya sabemos que incluyen) pueden proporcionarles a poco que quieran ustedes esforzarse por que así sea. Los pobres estamos recuperando, día a día, cada vez más y más dinero del que nos robaron los ricos durante siglos. Los cristianos les quitaron las navidades a los paganos y los ateos se las quitamos a los cristianos. Hora es ya de que todos los seres bellos y bondadosos que habitamos el planeta hagamos que estos días sean nuestros días. Y no pasa nada por consumir un poco más de lo habitual, coño, que los dependientes de los grandes almacenes y los propietarios de pequeños comercios también tienen derecho a poder pagar la calefacción o la factura eléctrica (incluída la súper subida de tarifa que se avecina). El mundo va a mejor, lo dice Steven Pinker en un libro de hermoso título (The Better Angels of our Nature, 2011): ni siquiera Hitler fue tan malo, ni de lejos, como Gengis Khan.

Yo no quiero dar un mensaje de paz al mundo entero, sino solamente a la buena gente
(que es mucha) de nuestro mundo. Al resto, a los malos, les deseo la cárcel y cosas peores que no voy a detallar por respeto al niño Jesús que cumple en estos días 2011 años y sigue siendo tan muermo como siempre.

Recuerden siempre que los nazis vestían de gris pero, al mismo tiempo, ella vestía de azul.

Felices Fiestas.

Tomen, un poquito más de azúcar, que sé que se han quedado con ganas:



P.S. En Nochebuena yo ceno con Coca-Cola, como Dios manda.

jueves, 22 de diciembre de 2011

El Invierno comienza... ¡ahora!. Día del Señor 22 diciembre 2011, 06:30 h. Viva Vivaldi.

¿Conocen esa confortable y placentera sensación de estar tumbado en el sofá de tu casa, bien calentito tapado con una manta, durante una lluviosa y fría tarde invernal?. ¿Cómo la describirían ustedes?. Vivaldi solamente necesito un par de minutos para ello y, de paso, creó una de las más maravillosas e inolvidables melodías de la Historia de la Música Clásica.

Esta: Segundo movimiento, Largo, del Concierto n. 4 en fa menor Op. 8, aka El Invierno, de Las Cuatro Estaciones (1723) del compositor veneciano Antonio Vivaldi. Desde 1723 el pizziccato siempre nos suena a lluvia.

Disfruten de la versión del majareta de Nigel Kennedy (la introducción de los veinte primeros segundos es cosecha propia de este violinista inglés), yo creo que le imprime la velocidad justa que necesita esta música.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Warrior (2011, Gavin O´Connor). ¡Vivan los lugares comunes!.

Érase una vez dos hermanos estadounidenses que crecieron bajo la desgarradora tutela de un padre irlandés, alcohólico y maltratador quien era, además, uno de los mejores entrenadores de lucha de los USA. Su infancia tenía muchos boletos para que la futura desestructuración y dispersión familiar estuviera garantizada. Los dos hermanos se hicieron mayores y se convirtieron en dos seres tan extraños entre ellos como lo eran ambos para el padre al que odiaban. Pero hete aquí que una competición de MMA (una aberración de ésas en la que dos descerebrados se dan de hostias de mil maneras diferentes) ofreció un suculento premio económico que fue el panal de rica miel al que estas tres moscas irlandeso-americanas se vieron irremediablemente abocadas a acudir. Qué cosas.., carambolas del destino.., ¿llegarán los hermanos a tener que pelear entre ellos en la gran final?...

¿Cuántas veces nos han contado algo parecido en el Cine?: decenas (Rocco y sus hermanos, La Ley del Silencio, Rocky, Campéon, Fat City, Cinderella Man, The Wrestler, The Fighter...). Entonces, ¿para qué y por qué volver a ver una drama pugilístico plagado de lugares comunes?. Pues por la misma razón por la que vamos todos los domingos a comer la paella de la mamma que es, cómo no, la mejor paella del mundo. Cuando una combinación de "sabores" funciona y su eficacia está probada, ¿por qué no repetir si se sabe cómo cocinarla?. Que se lo digan a Tarantino.

Warrior es un excelente refrito de muchas constantes del subgénero del cine de boxeo. Destaca ésa que parece ser tan atractiva para los espectadores: la esperanza de poder sacar de la miseria a los tuyos aunque sea a costa de pagar el alto precio que supone arriesgar tu vida en el intento. Toma ya. Pero claro, en 2011 el boxeo es un ¿deporte? absolutamente carca y demodé que, además, parece hoy día un juego de nenas comparado con las nuevas bestialidades que hacen las delicias de los aficionados más embrutecidos del planeta, así que actualicemos el asunto recurriendo a las MMA y listo.

El caso es que en Warrior encontramos a un padre de familia que tiene que volver a luchar profesionalmente para ganar un dinero con el que salvar su casa de un embargo bancario que le viene encima al no poder afrontar el pago de la segunda hipoteca que ha tenido que pedir para poder pagar la operación de corazón de su hijita...

...

... en serio...

...

¡Esto sucede en Warrior!. Pero no nos da risa, sino que nos conmueve.

Todavía hay más.

Dos hermanos, a los que une y separa al mismo tiempo una desgraciada infancia a la sombra de un padre alcohólico, terminarán peleando en una competición de MMA para conseguir una victoria que ambos necesitan y, de paso, exorcizar sus demonios y ajustar cuentas con su pasado. Pero si es que incluso el tipo duro de la competición, el malo, un tal Koba, ¡es ruso y comunista!. Tremendo.

Pero en Warrior, esta rocambolesca situación aparenta ser tan natural como la vida misma. No repele sino que atrapa desde el comienzo. Esto tiene mérito. Y el mérito de que todo este monumento a lo archiconocido no chirríe ni aburra es de la climática narración de su director Gavin O´Connor y de las interpretaciones de los dos protagonistas, los actores Tom Hardy y Joel Edgerton que, jugando a Caín y Abel, nos regalan, con su gran trabajo actoral y una estupenda coreografía de peleas, un catálogo muy completo de cómo hostiar a un berraco encima de un ring. Al mismo tiempo, consiguen tocarnos la fibra al mostrarnos los espurios pero resultones motivos que llevan a dos losers a pelear profesionalmente muchos años después de su exitoso pasado como luchadores amateurs de High School. Y ¡achtung!, porque los motivos de los que hablo son por un lado la Familia y, por el otro, la Patria (¡sale un coro de soldados cantando el himno de los marines!). Toma ya again. Marchando una ración doble de reconocimiento gusano al realizador y coguionista Gavin O´Connor que ha conseguido convencernos de que Warrior es un gran trabajo y lo ha hecho jugando con unas cartas tan marcadas como las que os acabo de mostrar.

Warrior es una película muy buena, emotiva y directa, que representa el triunfo del convencionalismo bien entendido sobre la modernez insulsa de forzadas ínfulas rompedoras. Ya nos lo ha demostrado Drive (posiblemente la mejor peli de 2011) este mismo año. ¿Será que la nueva modernidad va a consistir en ser un clasicón ultraortodoxo?. Cosas más raras se han visto.

Moraleja1: los tíos cachas de gym, como yo, también lloramos y tenemos nuestro corazoncito.

Moraleja2: por cinco millones de dólares le partimos la cara, si no queda más remedio, a nuestro propio hermano. Ahora bien, la sangre es y será siempre la sangre. Y la sangre tira.

Vean Warrior. No se arrepentirán y, a lo mejor, sueltan alguna lagrimilla al final...

viernes, 16 de diciembre de 2011

Adiós a Christopher Hitchens (1949-2011), azote de necios.


"Lo que los terroristas islamistas abominan de "Occidente" no es aquello que los progresistas occidentales rechazan y no pueden defender de su propio sistema, sino lo que sí les gusta y deben defender: sus mujeres emancipadas, su investigación científica, su separación entre religión y Estado.Yo siempre estaré del lado de la peor versión de la democracia estadounidense frente a la mejor de las concreciones de una teocracia fundamentalista.". Maestro Christopher Hitchens.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Imposible ser más moderno: Franz Liszt (1811-1876). Feliz 200 Aniversario.

Es bastante conocida la anécdota que nos cuenta que Franz Liszt no fue admitido en el Conservatorio de París por ser húngaro. Es decir, Liszt fue rechazado por no ser francés pese a sí ser un genio de la Música. Lo irónico del asunto es que el director de esa institución era, por aquel entonces, Luigi Cherubini, un compositor tan italiano como su nombre indica. Así que Liszt fue, en cierta medida, una víctima del rechazo irracional al extranjero que todavía padecemos hoy día. Un adelantado este gran compositor húngaro también para lo malo. Y, desde luego, muy adelantado para lo bueno. Ejemplos: se amancebó con condesas y princesas, inventó el recital de piano tal y como lo conocemos hoy día (destacando el papel protagonista del intérprete), apoyó y promocionó a multitud de jóvenes compositores y, resumiendo, revolucionó la técnica pianística (inspirado por el genial violinista Niccolo Paganini) con su virtuosismo como intérprete con el que, ya desde niño, dejaba boquiabiertos a todos sus auditorios.


Franz Liszt es uno de los músicos más modernos que han pisado jamás nuestro planeta. Le puso nombre al "poema sinfónico" que había esbozado Hector Berlioz con su Sifonía Fantástica (la primer gran "revelacion" para Liszt) dándole entidad propia como género musical independiente. Abrió las puertas al cromatismo (que llegaría a su apoteosis con la música de su yerno Richard Wagner) con sus nuevas armonías de sorprendentes acordes. Fue uno de los más profundos experimentadores que la Música Clásica ha conocido y es, probablemente, el último gran revolucionario de la música comprensible para los melómanos aficionados.

En 1853 Franz Liszt terminó su famosa Sonata en Si menor que dedicó a Clara Schumann quien, tras escucharla interpretada a manos de su ferviente admirador, Johannes Brahms, escribió en su diario: "Cuánto ruido sin razón. Todo esta enredado sin una idea clara. Ni siquiera se puede encontrar un encadenamiento armónico claro. Al escucharla me siento muy infeliz". Agradecida que era la mujer.
Sin embargo, Richard Strauss opinaba de esta obra (representativa de otro revolucionario concepto lisztiano: la "variación temática") lo siguiente: "Si Liszt sólo hubiera escrito esta Sonata en Si menor, gigantesca obra salida de una sola célula, ella habría bastado para demostrar la fuerza de su espíritu.". Demasiado moderna para Clarita.

En este 2011 se cumple el 200 aniversario del nacimiento de Franz Liszt y, aunque ha fallecido recientemente el cutre director Ken Russell, no os voy a recomendar una aberración cinematográfica que Russell tituló Lisztomania (1975) porque nosotros, que somos más carcas, os recomendamos Sueño de amor (Charles Vidor, 1960), donde se nos cuenta los amoríos de Liszt (Dirk Bogarde) con la princesa rusa Carolina Sayn-Wittgenstein, de una manera empalagosamente romántica. La peli no es gran cosa; sólo para incondicionales.

Para ilustrar musicalmente el post de hoy ni voy a insertar el celebérrimo nocturno Sueño de amor (1850), ni la Sonata en Si menor (que es algo heavy para los no melómanos), ni su colorista y folclórica Rapsodia Húngara n.2 (1853). Casi mejor algo más intimista. De su ciclo de Seis Consolaciones (1850), la maravillosa Consolación n. 3, una auténtica exquisitez para el paladar de cualquier ser humano que posea una sensibilidad artística superior a la de los artrópodos. Liszt decía que sus Consolaciones eran "miniaturas sin pretensiones". Como tiene que ser.

lunes, 12 de diciembre de 2011

El mini meme de Borgo. Escenas de Cine Favoritas.

El pasado viernes, December the 2nd, nuestro amigo miquel zueras, aka borgo, aka Illustratorman, aka the man with the golden voice, aka the saboteur of the porno movies dubbing, publicó un meme muy breve y muy bonito al que yo, como casi siempre, me apunto hoy porque me apetece y porque yo soy así porque sí.

Es fácil. Tres únicas categorías. Incluso el más vago de los bloggers puede seguirlo si se lo propone. Aquí van mis elegidas.

1.- Una cabalgada de película (con caballos, ¿eh?, nada de porno.., ¡ni de bestialismo!).
La de los míticos Scottish Grey, el regimiento de caballería más temido de las guerras napoleónicas, que cabalgaron en la monumental Waterloo, estupendísima película de 1970 dirigida por el realizador soviético Sergei Bondarchuk. A cámara lenta y con música de Ennio Morricone. Impresionante (lo mismo que todas las escenas de batalla de esta espectacular película).

2.- Un tango de película.
Una cagoría muy bizarra, pero bueno. Lo que está claro es que hay que tener mucho cuidado con lo incluír escenas de tango en el Cine, porque cuanto más ridículo es el argumento de una película más posibilidades existen de que sus dos protagonistas hagan la risa intentando parecer muy sensuales bailándolo.

En fin, tranquilos, que no voy a elegir a Pacino sobreactúando en Esencia de Mujer (¡ja!) ni al robótico Chuache de Mentiras Arriesgadas, porque lo cierto es que si de bailar en el cine hablamos, uno de los persajes que me vienen a la cabeza siempre suele ser...

3.- Unos créditos de película. Subclasifiquemos.

3a.- Iniciales.
Me gustan mucho los créditos de las películas de Gaspar Noé (y las películas también) pero cuando estaba a punto de seleccionar los créditos iniciales de Enter the Void (2010), me he acordado de Hermanas, una interesante película de 1973 dirigida por Brian de Palma. Tiene unos breves, sencillos pero contundentes créditos iniciales, aco**nantes en varios sentidos, en los que la música de Bernard Herrmann juega un papel importantísimo. Puro homenaje a Hitchcock.

3b.- Finales.
Unos muy recientes. Los de Blue Valentine (Derek Cianfrance, 2010) son hermosísimos y creo recordar haber leído que ganaron un montón de premios en esto del arte crediticio. Disfruten de esta maravilla.

Hala, a animarse y a seguir el meme.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Escalofrío (2002, Bill Paxton). Cuestión de fe.

M. Night Shyamalan nos preguntó "¿eres de los que ven Señales?" el mismo año que los americanos se apuntaron a la moda de pálidos niños muertos japoneses que iban dando sustos a la gente. En 2002 también resucitaron los zombies (aka infectados) para hacer turismo por Londres mientras que Ridley Scott hacía la risa con una estúpida incursión en el universo del despreciable Hannibal Lecter. Pero también sucedió que...

... Wesley Doyle (Powes Boothe), agente del FBI encargado de atrapar a un asesino en serie que se hace llamar "La mano de Dios", recibe la visita de un misterioso joven, Fenton Meiks (Mathew McConaughey), que afirma que su hermano Adam es el serial killer que está buscando la policía. Ante semejante confesión el agente se muestra desconfiado. Es entonces cuando Fenton le descubre el origen del desequilibrio mental de Adam revelando un alucinante suceso de la infancia de los hermanos Meiks: su padre les juró haber recibido la visita de un ángel. Y no sólo eso, el ángel le encomendó, en el nombre de Dios, una sagrada misión: exterminar a los demonios que vivían en la Tierra bajo la apariencia de seres humanos. Uno de los dos pequeños, el que tuvo fe, pronto creyó en la angelical aparición y, a partir de ese momento, ayudó a su padre a desenmascarar y eliminar a los malvados demonios. Mientras que el otro hermano, el escéptico, comenzó a convencerse de que su padre y su hermano estaban paranoicos y eran, cada vez, más peligrosos...

Éste es el interesante planteamiento de la primera película como director del actor Bill Paxton, quien nos tenía acostrumbrados a papeles e historias mucho menos inquietantes y , desde luego, menos terroríficas que la que elegió para su debut como realizador. Bill Paxton se adjudicó para sí mismo el papel del iluminado padre que está convencido de tener la delirante misión de acabar con los engendros del Averno que, bajo forma humana, pululan por nuestro mundo. Un personaje que nos cae simpático a nosotros, los ateos, pues, en el fondo, desearíamos que la respuesta a la pregunta que tanto nos angustia, "¿por qué existe el Mal?", la tuviera una fábula tan simple como esa de la eterna lucha entre Ángeles y Demonios, con sus flamígeras espadas y sus alas blancas o negras. Una idea naíf, desde luego, pero resultona y gratificante (por liberadora). En fin. No caerá esa breva.

El caso es que el guionista Brent Hantley cita como fuentes de inspiración para su guión las películas de Alfred Hitchcok, la obra maestra del cine La noche del cazador y la música de Leonard Cohen (???). Por su parte, el debutante Bill Paxton, a quien apasionó la historia, debió de acordarse de sus años mozos como trabajador a las órdenes de Roger Corman y, temeroso de que otro director desvirtuara o suavizara el oscuro tono de la trama, decidió colocarse también tras las cámaras para rodar la película que hoy recomendamos: Escalofrío. Una película de terror e intriga con un clásico aroma de puro cine de género, con un estupendo ritmo narrativo, con unos acertados giros de guión y con un eficaz empleo del recurso de los (largos) flashbacks con los que se nos muestra la bizarra historia de la familia Meiks.

La guinda la pone un inesperado y sorprendente final de una historia donde nada es lo que parece. Suspense del bueno; sin exceso de sangre ni sustos facilones. Meritoria apuesta para una peli de 2002, época en el que la cinematografía asiática era la que acaparaba la atención de los amantes del género de terror.

Es una película muy buena, muy redonda, pero si no me creen a mí, veamos qué opinan otros: "Electrizante" (James Cameron). "La película de terror más inquietante que he visto desde El Resplandor" (Sam Raimi). "Única, provocadora, te mantiene agarrado a la butaca" (Stephen King). "No la entiendo" (Un amigo tonto que tengo).

No se la pierdan. Es todo un clásico contemporáneo del cine de terror que hoy, desde nuestro blog, queremos reivindicar.

martes, 6 de diciembre de 2011

Epílogo patriotero. Spanish Village.

Spanish Village es el título de un ensayo fotográfico del merecidamente célebre fotógrafo estadounidense William Eugene Smith. 1500 fotografías del pueblo de Deleitosa, Extremadura, España, que publicó la revista Life en 1952. Una mirada parecida, aunque menos descarnada, a la que veinte años antes había realizado, también en tierras extremeñas, nuestro Luis Buñuel para su mítico documental de 30 minutos Las Hurdes, Tierra sin pan.

¿Se reconocen en alguna de estas fotos? (y cuando digo "reconocen" no me estoy refiriendo a sus entes corpóreos, malditos egoístas, sino a todo lo que ustedes realmente son: la suma de su presente, su pasado y el pasado de los suyos).











En 1982, treinta años después de la publicación de las fotografías de W. Eugene Smith, el fotógrafo francés Jean Gaumy volvió a Deleitosa y esto fue lo que encontró:

El año que viene se cumplirán otros 30 años más de las fotografías de Jean Gaumy. Habrá que pasarse por Deleitosa con nuestro smartphone en la mano para ver cuánto hemos cambiado los habitantes de España, esa camisa blanca de mi esperanza que la canción y el poeta decían que nos hacía a su imagen y semejanza. ¿No será al revés?.

Pues sí, me siento español, ni orgulloso ni acomplejado, pero amante del café con churros y con eso está casi todo dicho si se es buen entendedor. Nací en España, un lugar que se encuentra entre Henry Kamen y Pérez-Reverte. No seré yo el que diga que los españoles la tenemos más larga que nadie, pero tampoco me verán hacerle el juego a los perros ingleses del XVI, a los enciclopedistas gabachos del XVIII, a los nacionalistas radicales del XX o a los indigenistas bolivarianos del incierto XXI.


Luis Bagaría: ¿No crees Federico, que la patria no es nada, que las fronteras están llamadas a desaparecer? ¿Por qué un español malo tiene que ser más hermano nuestro que un chino bueno?

Federico García Lorca: Yo soy español integral, y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; odio al que es español por ser español nada más. Yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista abstracta por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula; pero antes que esto soy hombre de mundo y hermano de todos.


Amén.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Grandes Covers de la Humanidad. La Ritirata de Luciano Berio (1975). Los italianos le cantan a España.

En 1780 nuestro amado compositor Luigi Boccherini compuso la que es, posiblemente, su más reconocida y célebre creación: un quinteto para cuerdas titulado La Música Nocturna de las Calles de Madrid que, como pueden ustedes imaginar, está basado en la música popular de la Villa y Corte de nuestra España de finales del XVIII. Una obrita magistral que dura unos 15 minutos y por la que profeso una profunda veneración musical.

La música del quinteto es claramente descriptiva y viene a resumir, en sus siete movimientos, lo que podríamos llamar como una jornada vespertino musical madrileña que comienza con la llamada de las campanas de las iglesias para el rezo del Ave María y termina con la marcha de la Guardia Nocturna y su toque de queda de medianoche. Entre tanto escuchamos las canciones de ciego y los bailes de la muchachada jovenzana dieciochesca.

Es una obra maravillosa. Imprescindible. Españolísima. Tanto es así que el propio Boccherini convenció a su editor de que no publicara la obra fuera de España, ya que los oyentes e intérpretes no españoles no iban a encontrar sentido alguno a una música de un carácter tan marcadamente folclórico.

Pero claro, eso lo dijo el maestro antes de que se el mundo se globalizara y, hoy día, La Música Nocturna de las Calles de Madrid es conocida y canturreada en todos los rincones del mundo civilizado. Un ejemplo: incluso los perros ingleses del Surprise la tocaban, según Peter Weir, en sus camarotes durante su tiempo libre. ¿Recuerdan Master and Commander, una de las últimas obras maestras del cine de aventuras?.


Casi 200 años después de que Boccherini le cantara a las calles madrileñas, el compositor italiano Luciano Berio decidió arreglar el último movimiento de La Música Nocturna: La Ritirata, el momento en que los soldados de la guardia nocturna marchan en procesión por la ciudad anunciando el toque de queda y cerrando las puertas de Madrid. Y las Cuatro Versiones que compuso el vanguardista y electrónico compositor Luciano Berio las vamos a escuchar ahora mismo en esta estupenda versión de la Orquesta de RTVE dirigida por el maestro López Cobos.

Háganse un favor a ustedes mismos: no se la pierdan. Son 8 minutos maravillosos de una música irónicamente marcial que, sin embargo, estoy seguro que va a poner los pelos de punta incluso al más descastado y apátrida de nuestros hispanolectores. Una música que emociona y hace aflorar nuestra vena más patriotera y nacionalista, siempre entendida en el mejor de los sentidos.

Quattro versioni originali della Ritirata Nottuma di Madrid (1975) de Luciano Berio.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Nuestros 300 patrios. The Peak of the Spaniards. El día que Rob Roy nos dejó plantados.

La cosa estaba así en las Islas Británicas de comienzos del siglo XVIII: había una Guerra Civil. Mal asunto. Los católicos jacobitas partidarios de Jacobo III Estuardo guerreaban contra las tropas gubernamentales del rey Jorge I de Hannover. A los católicos jacobitas les apoyaban los paletos escoceses y los españoles de Felipe V en uno de los últimos intentos del Imperio Español de recuperar el esplendor pérdido de tiempos pasados y también, por qué no, en una nueva oportunidad de tocar los cojones a los hijos de la Gran Bretaña que se habían quedado con Mallorca y Gibraltar tras la firma del Tratado de Utrecht (1713).

300 soldados españoles llegaron como avanzadilla a Escocia para animar el levantamiento de los clanes pueblerinos escoceses. Con este alzamiento pensaban distraer la atención de los ingleses para luego atacar a la pérfida Albión por el sur con el grueso de las tropas jacobitas y españolas. Pero, pese a ser parte de una maniobra de distracción, estos 300 españoles tampoco podían hacer milagros ni aún contando con la sublevación escosa de su lado. Nuestros 300 antepasados esperaban unos prometidos refuerzos que finalmente nunca llegaron debido, ¡¡¡UNA VEZ MÁS!!!, al mal tiempo que dispersó la flota que transportaba a las tropas de apoyo que habían partido de Cádiz. Y ahí quedaron esos 300 hombres dando vueltas por tierras escocesas al mando del coronel Nicolás Bolaño. Año del Señor de 1719.

Aún sabedores de que los refuerzos nunca iban a llegar, los españoles lograron convencer a unos 500 escoceses, pertenecientes a diferentes clanes, para combatir a los perros ingleses del general Wigthman. Entre ellos se encontraba el famoso Rob Roy quien al mando de 40 hombretones con faldas (guau, ¡40!) se unió una mañana del 10 de Junio al grupo hispano-escocés para enfrentarse a los ingleses en la Batalla de Glenshiel.

El asunto empezó bien para nuestros compatriotas pero cuando Rob Roy fue herido, su clan se retiró de la pelea. Tras ello, casi todos los scottish siguieron el ejemplo del clan McGregor sabedores de que si los ingleses los capturaban les cortarían sus cabezas sin pensárselo dos veces. Los españoles resistieron durante varias horas el ataque de los más de 1.000 soldados ingleses pero finalmente se rindieron y 274 de ellos fueron llevados presos a Edimburgo desde donde serían liberados y devueltos a la patria.

La colina donde acontecieron estos hechos que acabo de resumiros se llama El Pico de los Españoles en honor a la heróica resistencia de aquellos 300 soldados que han pasado a la Historia por ser los últimos soldados extranjeros que pusieron sus pies en la invencible Gran Bretaña. Toma ya.

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