La cosa estaba así en las Islas Británicas de comienzos del siglo XVIII: había una Guerra Civil. Mal asunto. Los católicos jacobitas partidarios de Jacobo III Estuardo guerreaban contra las tropas gubernamentales del rey Jorge I de Hannover. A los católicos jacobitas les apoyaban los paletos escoceses y los españoles de Felipe V en uno de los últimos intentos del Imperio Español de recuperar el esplendor pérdido de tiempos pasados y también, por qué no, en una nueva oportunidad de tocar los cojones a los hijos de la Gran Bretaña que se habían quedado con Mallorca y Gibraltar tras la firma del Tratado de Utrecht (1713).
300 soldados españoles llegaron como avanzadilla a Escocia para animar el levantamiento de los clanes pueblerinos escoceses. Con este alzamiento pensaban distraer la atención de los ingleses para luego atacar a la pérfida Albión por el sur con el grueso de las tropas jacobitas y españolas. Pero, pese a ser parte de una maniobra de distracción, estos 300 españoles tampoco podían hacer milagros ni aún contando con la sublevación escosa de su lado. Nuestros 300 antepasados esperaban unos prometidos refuerzos que finalmente nunca llegaron debido, ¡¡¡UNA VEZ MÁS!!!, al mal tiempo que dispersó la flota que transportaba a las tropas de apoyo que habían partido de Cádiz. Y ahí quedaron esos 300 hombres dando vueltas por tierras escocesas al mando del coronel Nicolás Bolaño. Año del Señor de 1719.
300 soldados españoles llegaron como avanzadilla a Escocia para animar el levantamiento de los clanes pueblerinos escoceses. Con este alzamiento pensaban distraer la atención de los ingleses para luego atacar a la pérfida Albión por el sur con el grueso de las tropas jacobitas y españolas. Pero, pese a ser parte de una maniobra de distracción, estos 300 españoles tampoco podían hacer milagros ni aún contando con la sublevación escosa de su lado. Nuestros 300 antepasados esperaban unos prometidos refuerzos que finalmente nunca llegaron debido, ¡¡¡UNA VEZ MÁS!!!, al mal tiempo que dispersó la flota que transportaba a las tropas de apoyo que habían partido de Cádiz. Y ahí quedaron esos 300 hombres dando vueltas por tierras escocesas al mando del coronel Nicolás Bolaño. Año del Señor de 1719.
Aún sabedores de que los refuerzos nunca iban a llegar, los españoles lograron convencer a unos 500 escoceses, pertenecientes a diferentes clanes, para combatir a los perros ingleses del general Wigthman. Entre ellos se encontraba el famoso Rob Roy quien al mando de 40 hombretones con faldas (guau, ¡40!) se unió una mañana del 10 de Junio al grupo hispano-escocés para enfrentarse a los ingleses en la Batalla de Glenshiel.
El asunto empezó bien para nuestros compatriotas pero cuando Rob Roy fue herido, su clan se retiró de la pelea. Tras ello, casi todos los scottish siguieron el ejemplo del clan McGregor sabedores de que si los ingleses los capturaban les cortarían sus cabezas sin pensárselo dos veces. Los españoles resistieron durante varias horas el ataque de los más de 1.000 soldados ingleses pero finalmente se rindieron y 274 de ellos fueron llevados presos a Edimburgo desde donde serían liberados y devueltos a la patria.
La colina donde acontecieron estos hechos que acabo de resumiros se llama El Pico de los Españoles en honor a la heróica resistencia de aquellos 300 soldados que han pasado a la Historia por ser los últimos soldados extranjeros que pusieron sus pies en la invencible Gran Bretaña. Toma ya.
El asunto empezó bien para nuestros compatriotas pero cuando Rob Roy fue herido, su clan se retiró de la pelea. Tras ello, casi todos los scottish siguieron el ejemplo del clan McGregor sabedores de que si los ingleses los capturaban les cortarían sus cabezas sin pensárselo dos veces. Los españoles resistieron durante varias horas el ataque de los más de 1.000 soldados ingleses pero finalmente se rindieron y 274 de ellos fueron llevados presos a Edimburgo desde donde serían liberados y devueltos a la patria.
La colina donde acontecieron estos hechos que acabo de resumiros se llama El Pico de los Españoles en honor a la heróica resistencia de aquellos 300 soldados que han pasado a la Historia por ser los últimos soldados extranjeros que pusieron sus pies en la invencible Gran Bretaña. Toma ya.
12 comentarios:
Como me gusta aprender historia contigo. Lo raro es que no se cargaran a los españoles rendidos no? A los escoceses les hubieran cortado la cabeza y a los españoles no...
Por cierto, Braveheart horrorosa? Joder, a mí me encanta.
1besico!
pd. Y Viva España!
No tenía ni idea de estos hechos. Nunca te acostarás sin saber una cosa más. Te digo lo mismo que Fi: mola aprender historia con Vd., profe!! Gran post.
Saludos, paisano!!!
P.D. "Braveheart" no es esa obra maestra que dicen por ahí (ni merece los Oscars que le dieron), pero es una muy buena película. Y además, los escoceses no resultaron tan valientes, pues si no recuerdo mal, lo dejaron en la estacada ¿no?. La de "Rob Roy" con Liam Neeson si que es mala de cojones.
Pues yo tampoco sabía nada de esto (y si lo sabía, lo tenía olvidado; como creo que olvidaré esto también)... Ya sabes que a mí estos rollos épicos... las invasiones que me gustan son otras .
Buen fin de semana.
No he visto "Braveheart"
Para los ingleses, los escoseses eran "terroristas" y si los capturaban, los ejecutaban.
Pero los soldados españoles eran tratados como prisioneros que pertenecían a un ejército regular de un país enemigo, pero civilizado. A la guerra se "jugaba" según unas reglas y los militares de carrera solían cumplirlas.
Braveheart a mí me da risa.
Gracias Herr Furillo!
David, jajaja, no si el síndrome Mafalta mola cuando las cosas están en paz. Lo malo es que no sirve cuando un ejército de enemigos que viene a violarte, matarte o robarte llama a tu puerta. La épica está trasnochada ahora que no nos hace falta. En fin, espero que nunca tengamos que recurrir de nuevo a ella...
Te has hecho un poco de lio. El valiente escoces de Mel Gibson es William Wallace lucho contra el Rey Eduardo I mientras los nobles se disputan la corona de Escocia.
Rob Roy fue interpretada por Liam Neeson donde se cuenta l conflicto con el Duque de Montrose. Es cierto que Rob Roy fue a luchar con su padre para apoyar al rey Jacobo Estuardo contra el pretendiente al trono protestante, Guillermo de Orange,
Pero a parte de la confusion de nombres el post me ha encantado.
Un beso
..me leo y parezco la repelente sabionda de clase..que asquito...lo siento
Un beso
Jajajaja, que no Navaja, no digas eso que no pasa ná,
pero que lo de que "los escoceses no eran tan valientes como nos dijo Mel Gibson" era una frase de coña para polemizar un poco. Ahora releo el post y veo que puede dar lugar a equívocos y a malinterpretarse.
Bien puntualizado, a Rob Roy y a William Wallace les separan 400 años de Historia.
Gracias por comentar.
Ahora, lo de los 40 hombres de Rob Roy.., jajaja, clama al cielo.
En el dia de hoy la guerra ha terminado como en todos los días.
Nadie pregunta cómo y cuál fuera el desenlace de la cruenta batalla librada casa a casa cuerpo a cuerpo.
Nadie nos viene a leer con un ojo de angustias y otro de rabia el parte de baja; nadie aguarda la crónica oficial que nos explicará por qué perdimos de nuevo ni preguntará quién era el enemigo que esta vez nos pudo, ni cuáles sus propósitos, ni cómo su estrategia, ni qué mapa quedó para seguir mañana.
Nada importa porque hemos aprendido que la derrota tiene mil caras sin reverso, que nunca hay vencedores, que con el alba próxima tendremos que de nuevo salir al campo a ser deshechos, un día más igual que cada noche.
Todos perdemos siempre. Perdemos de ante mano, no nos dejan siquiera la ocasión de ser Pirro, de ser Cesar o de nada. Ni nos tienen clemencia, no hay cuartel.
Sin embargo,
pudiera ser que aún no esté todo perdido.
Habría que conjurarse,
acudir a la plaza,
y allí,
-justo en el centro-
erigir majestuoso el arco del fracaso,
ceñir todas las sienes,
con ramas de cipreses
y levantar los dedos
que dibujen al aire la uve de vencidos.
Y recorrer así una a una las calles,
de la ciudad rendida,
entonando imnos tristes.
Si,
habrá que celebrar esa derrota,
la única victoria que tendremos.
(Javier Velaza)
Un abrazo amigo, me ha gustado mucho su entrada y gracias por la clase de historia.
Oh, estupendo el poema de Javier Velaza. Tengo que corresponderte con algo que sea digno. Uno mítico que empleó Benjamin Britten para su Requiem de Guerra:
¿Doblarán las campanas por aquellos que mueren como ganado?
Sólo la rabia monstruosa de los cañones
el rápido tartamudeo de los fusiles
pueden rezarles una breve plegaria.
Para ellos, no más ceremonias, oraciones ni campanas
ni voces de luto o salvas en coros,
Sólo el agudo, rabioso gemido de coros de obuses y clarines llamándolos desde dolientes condados.
¿Qué candelabros pueden encenderse para ellos?
No en sus manos de niños sino en sus ojos
brillará la sagrada luz de los adioses.
La pálida mirada de las muchachas serán sus mortajas;
Sus ofrendas, la ternura de dolidos recuerdos
y cada lento atardecer se inclinará ante sus memorias.
Pues otro poemón y que me era totalmente desconocido.
Cojonudo.
Un abrazo.
Tantos y tantos hechos históricos que ignoramos... ¿Saben a qué otro acontecimiento me ha recordado? A la muerte de los dos más famosos corsarios ingleses, Hawkins y Drake, en una expedición a Panamá en 1595, buen ejemplo de que no todos los enfrentamientos entre españoles e ingleses han de acabar igual.
Por otra parte, cuando veo películas como "El Álamo", "Murieron con las botas puestas" o "Amanecer zulú", me maravilla ver cómo Hollywood es capaz de glorificar hasta la derrota más estrepitosa y poner por las nubes a personajes de lo más impresentable. Ya podría el cine español hacer algo parecido, que material no le falta.
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