lunes, 14 de julio de 2008

Requeteobras de arte: La Chicago Spire de Santiago Calatrava.


"Toda la Tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres en su emigración hacia oriente hallaron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: «Ea, hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego». Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron: «Ea, edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámonos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la Tierra».
Mas Yahveh descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». Así, Yahveh los dispersó de allí sobre toda la faz de la Tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Babel, porque allí confundió Yahveh la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie."



Dios tan cachondo como siempre...
La idea que nos costó semejante disgusto a los hombrecitos fue de Nimrod, el cazador, bisnieto de Noe, a quien el gran compositor Elgar dedicó una hermosísima melodía que podréis escuchar, extasiados, un poco más abajo.
Unos miles de años después del barullo de Babel llegó el inglés, -que todos entedemos perfectamente-, y volvimos a las andadas, y construimos skylines en nuestras ciudades que dejan turulato a cualquiera. Esto siempre ha cabreado a las religiones y a los religiosos, que tienen muy fisicalizada la idea del Cielo, que está arriba, y se piensan que, a poco que se descuiden, vamos a llegar a tocar los cojones a dios. Por eso, hace poco, otro fanático religioso nos tiró nuestras hermosas torres gemelas de NY, y nos echamos a llorar porque pensábamos que iban a estar allí toda la vida, como las pirámides. Lo hizo a hostias, porque lo del inglés ya no hay quien lo pare. Mataron a 5.000 personas en una especie de hoguera gigante de un auto de fe del Santo Oficio y la cosa les funcionó un poco otra vez, porque muchos se asustaron y dijeron que los rascacielos de las ciudades modernas eran una abominación, y peligrosos y feos. Hasta Donald Trump se asustó y le quitó 60 pisos a un edificio que se estaba haciendo en Chicago, la ciudad del viento.
Pero a nosotros, los gusanos, nos encantan los rascacielos. Allá en lo alto, en su cumbre, se dan la mano el arte y la ingeniería, la bella y la bestia. Y el espíritu y el cerebro del hombre se sientan a mirar las ciudades y tocan las nubes con las puntas de los dedos, a ver si los ángeles tienen sexo o no. Por eso nos alegramos mucho cuando los neoyorkinos decidieron construír, sobre los huesecitos de sus muertos, otro rascacielos todavía más alto, más moderno y más bonito.
El gran arquitecto español Santiago Calatrava les dijo a los chicagüeneses que no se preocuparan más, que no tuvieran miedo, que les podía diseñar un hermoso rascacielos de 610 metros de altura, (que es una barbaridad de alto). Que lo podían poner al lado del río Chicago, muy cerca del lago Michigan.
Él había estado allí paseando una tarde en la que no pudo echar la siesta, -porque estaba en los USA-, y entornando los ojos, en un sueño, vio un campamento de indios Potawatomis, los que habían llamado a esa tierra "Chicaugou", (grande, poderoso). En el centro del poblado ardía una hoguera desde donde ascendía una espiral de humo blanco. Y Calatrava se imaginó, otra vez encima de los huesecillos de indios, 1200 apartamentos en 150 pisos que irían girando 2 grados uno con respecto al otro hasta completar una torsión total del edificio de 365 grados. Y se lo contó a los políticos chicagüenses, y les dijo que solamente les costaría 500 millones de US$. Y se entusiasmaron y le dijeron que sí. Así habló Calatrava.
En el lenguaje de los sueños el humo simboliza las relaciones de la tierra con el cielo. El humo que une los hogares con el infinito. Mirad qué cosa más bonita. El hombre, hasta el infinito y más allá.
The Chicago Spire de Santiago Calatrava.
Y ahora Nimrod, el cazador, (la IX de las "Variaciones Enigma" de Sir Edward Elgar).

Gracias a Mr. Brosci por la inspiración.

6 comentarios:

MonSeñor Gusano dijo...

Pues no tiene mala pinta. Pero me recuerda demasiado a una broca de taladrar. Jajajaja, nada, si se lo coloca a los Yankees, bien esta.
Saludos.

Anónimo dijo...

Es un consolador para cuando Dios se siente a ver como les va a sus hombrecitos?

Mister Lombreeze dijo...

monseñor, tu espíritu de obrero fresador no te deja apreciar el arte.
ac, excomulgada!

Sir Mr. Brown dijo...

Hablando de construcciones y obras de arte.... ¿para cuándo un post sobre la Exposición Internacional de Zaragoza?

.... creo que pronto podríamos ver algo por aquí ....

Mister Lombreeze dijo...

Si hablo de la Expo Zaragoza 2008 será a partir del 15/09/2008.

Sir Mr. Brown dijo...

JAJAJAJAJA!!!
Monseñor, has visto como acerté???
Se lo ha guardado.....

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