Ya antes de 1900, el empresario Niccola Krucenku había intentado, sin éxito, estrenar la ópera de Vinelli en Roma. Pero un extraño incidente lo había impedido. Uno de los componentes del coro de la ópera de Roma, Vladimir Kolenko, quedó para siempre impresionado con los pasajes de la obra de Vinelli que había escuchado en los ensayos y, años más tarde, siendo ya Kolenko una de las figuras más importantes del bel canto mundial, las vidas de Kolenko y Konsultas se cruzarían de una forma un tanto curiosa.
El tenor Vladimir Kolenko.
Sucedió así: Tras la premiere en 1892 de "Io non sonno un turco" de Ludovico Atrezzi, Kolenko aburrido espectador de tan mediocre ópera, decidió abandonar la representación durante el Intermedio. Ansioso por llegar a su mansión cuanto antes, Kolenko entregó en el guardarropa el resguardo de su abrigo de astracán negro que, muy gentilmente, le fue entregado por la jovencita encargada del asunto. Una hermosa letra "K" dorada lucía en la solapa del abrigo. Justo antes de llegar a casa, Kolenko busco en sus bolsillos los habituales caramelos de menta que tanto le gustaban, -una boutade que había heredaro de uno de sus ídolos de juventud, Niccola Krucenku-, y que mandaba importar expresamente de una pequeña tienda familiar en Ceilán.
Mas cuál fue su sorpresa cuando lo que encontró en los bolsillos no fueron sus refrescantes "Celian pleasures" sino simplemente un recorte de periódico que decía: "67 Aniversario de la matanza de Makwoli. El pueblo todavía no ha olvidado.". A Kolenko no le costó mucho darse cuenta del malentendido. La jovencita del guardarropa le había entregado, por error, el abrigo del famoso Kostantin Konsultas, antiguo capitán de fragata, héroe del paso de Calais y vencedor de los Arrazianos.
La casualidad, (¿o quizás el destino?), había hecho que esa misma noche asistiera a la ópera el apuesto capitán de 84 años. No era raro concluír que ambos eran clientes del más famoso sastre de Lisboa, Pullizio Prescoldi.
"Io non sonno un turco" de Ludovico Atrezzi.
Kolenko esperó pacientemente, bajo la lluvia, al capitán Konsultas al que abordó al finalizar la ópera y directamente preguntó: "disulpe sire, ¿podría darme uno de los deliciosos caramelos "Celian pleasures" de sus bolsillos?". Tras aclarar el malentendido con el sorprendido capitán y la joven encargada del guardarropa, Margueritte Duvidier, que así se llamaba la muchacha, fue condenada a morir en la hóguera no sin antes recibir no menos de 700 latigazos en cada mejilla. La familia Duvidier fue expulsada del Imperio y sus posesiones fueron subastadas entre sus cerdos. Todavía hoy se emplea la expresión "duvidier" para hacer referencia a una metedura de pata.
Los míticos y exóticos "Celian pleasures".
Sin embargo, ese día también nació una sincera amistad entre Kolenko y Konsultas. Aunque algunas biografías no autorizadas del tenor apuntan turbiedades que ensombrecerían esta relación. Y es que parece que Konsultas nunca perdonó a Kolenko que le empapara, innecesariamente, su hermoso abrigo de astracán negro que nunca volvió a ser el mismo por culpa, según amigos del cónsul, de la excesiva tendencia al dramatismo del tenor ucraniano.
"¿Qué le costaba esperar en el vestíbulo?", comentó en más de una ocasión, según allegados íntimos de Konsultas.
Próxima semana: Capítulo V. Niccola Krucenku, mito del teatro.
5 comentarios:
Estas entradas son como los abrigos buenos y las camisas de seda,,, ideal para llenar el fondo. Cultura de fondo.
No se como lo haces pero cada entrada es mejor que la anterior. Al ataquerl!!!
Y la elección de los nombres es simplemente invención al azar ??? qué chulos.
jajjaja, yo quiero Celian pleasures. es otra prueba más de nuestra decadencia: ayer, Celian pleasures, hoy Pictolín.
Lo de los nombres me tiene maravillado a mí también, Martes.
Gracias my friends. Pues os prometo que los nombres me salen a bote pronto. No sé que clase de enfermedad neuronal lo provoca.
Espero que los 25 siguientes capítulos les sigan pareciendo interesantes.
Y "Io non sonno un turco" no es tan mala como dice la novela. Se salva el coro "Veni, Veni, nostro amici".
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