Capítulo VIII. Gangs of Presbistoffen. Los rufianes húngaros.
No todos son luces en la biografía de Gottfried Rinkley.
El que es hoy día considerado como el Inventor del siglo XX, pasó también a la Historia por ser el responsable indirecto del nacimiento de las bandas de pandilleros y demás asociaciones mafiosas dedicadas a prácticas delictivas, a cuyos componentes hoy se conoce en todo el planeta como gangs. Y es que el vocablo gang fue también una creación de Gottfried Rinkley y no es sino una abreviatura de la palabra húngara
Gangszentségtöréssokemberélelmiszerennireggel,
que traducida a nuestro idioma vendría a significar rufián y que fue palabra de uso obligatorio en todo el Imperio desde que el Obispo Trufano así lo dictaminara en el Concilio de Crimea (526), según él, porque así se lo ordenó San Nicodemo, santo patrón de Osetia.
Si bien la popularización del diminutivo gang que debemos a Rinkley contribuyó a salvar muchas vidas entre muchos ciudadanos no magiaro-parlantes, (que a menudo morían atragantados intentando pronunciar Gangszentségtöréssokemberélelmiszerennireggel), el concepto en sí mismo no puede decirse que resultara beneficioso para nuestra sociedad en modo alguno.
Antes de Rinkley, la dificultad de pronunciar rufián en húngaro llevaba consigo el que casi nadie quisiera dedicarse a tan nociva actividad, salvo, obviamente, algunos húngaros que, por su facilidad de palabra, decidían convertirse en rufianes. Sin embargo nunca eran perseguidos ni acusados por las fuerzas de orden público que evitaban así los duros trámites administrativos que suponían el tener que acusar a alguien de ser un rufián. Tampoco eran los rufianes denunciados por sus víctimas quienes temían presentarse ante la Corte para testificar y acusar a alguien de serlo. Y etc, etc.
Como consecuencia de todo esto, los rufianes acabaron siendo muy bien recibidos en todas partes. Se celebraban fiestas en su honor y se les permitía yacer con las primogénitas de las familias en muchas aldeas europeas. Pasaban de ser rufianes a héroes, que en húngaro se dice simplemente HŐSÖK.
Los rufianes húngaros, abrumados por las muestras de cariño y por las numerosas viandas y presentes que recibían de los lugareños, arrepentiánse no ya de cometer actos impuros sino incluso llegaron al punto en el que el sólo hecho de pensarlos les producía un gran pesar. Para compensar los desvelos de la población, los rufianes ordeñaban vacas, construían escuelas y orfanatos, trazaban calzadas, erigían puentes que unían los rincones más recónditos del Imperio membrándolo de una manera que perdura hasta nuestros días, y donaban generosas limosnas a parroquias e iglesias. Varios rufianes húngaros fueron beatificados y algunos de ellos incluso santificados (San Béla Tarröliszt).
Pero todo esto cambió el día que Gottfried Rinkley dijo en público "Gang!, más que gang!".
6 comentarios:
Esta parte de la vida de Gottfried me parece muy sosa.
Un saludo.
A mi me ha gustado, leñe. No todo van a ser grandes inventos. Jajajaja
Muchahos, este capítulo es de transición...
Pues es verdad que el hecho de "inventar" el "gang" no llega a la altura del Onan style por ejemplo, pero la idea de que el cariño transforme a la peña en voluntarios constructores de escuelas y ordeñadores no tiene desperdicio.
Mr Lombreeze, este capítulo es tan brillante y lustroso como todos los anteriores. No haga usted caso de los amantes del sketch y el gag efectista. Hasta en El Quijote había pasajes de risotadas y otros de media sonrisa. Además, creo que lunes tiene razón cuando afirma que la inversión del papel de los gangs en la sociedad es muy ocurrente. Una cordillera se compone de picos de diferentes alturas y de valles. El armonioso conjunto es lo que impresiona.
Saludos desde Mondo Mierda, un lugar en el que Gottfried Rinkley y Pockollock son santos patrones.
Echaremos de menos este folletín cuando termine.
Amigos, pero si lo importante del post es la música de Brahms. No estáis en lo que estáis.
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