Los artistas de aquellos locos y maravillosos años 20 miraban al presente con ojos de futuro, (máquinas, nuevos materiales, el hombre dominando a las fuerzas de la naturaleza, etc) y se inspiraban en el pasado (sobre todo en el Antiguo Egipto y su majestuosidad) sin dotar a sus obras de un contenido filosófico o reivindicativo porque lo que ellos querían, entre otras cosas, era convertir lo cotidiano en hermoso, o sea, eran unos decoradores del día a día sin ambiciones veristas que consideraban que, tras la Revolución Industrial y la WWI (1914-1918), la sociedad (occidental, claro) se había librado ya de los grandes azotes de su triste historia: el hambre, las enfermedades, la esclavitud, la pobreza, la guerra y demás miserias, y que era hora ya de adornarlo todo. Qué optimistas más majos.
Pero la clase obrera llegaba justa a fin de mes, -como siempre y como ahora-, y no estaba para teléfonos de motivos geométricos, con lo que este arte se quedó en cosa de burgueses, estrato social muy equilibrado artísticamente hablando, aunque aburido como ya hemos dicho demasiadas veces.
Un movimiento muy urbanita y funcional, de variopintas influencias y con banda sonora de música de jazz. Una hermosura. El nombre de art-decó se lo pusieron 40 años más tarde unos críticos retrospectivos.
Aunque es en Arquitectura y en Diseño donde los artdecoístas más nos asombran y maravillan, también en pintura dieron guerra. Y ¿quién fue la súper heroína de la pintura art-decó?: Tamara de Lempicka (1898-1980).
Nacida en Varsovia como Maria Górska, Tamara de Lempicka es el Art decó hecho carne. Todas las virtudes y defectos de este efímero y hermoso movimiento bullían en la cabecita y personalidad de esta pintora y artista. Tamara retrataba a las damas de la alta burguesía que seguían queriendo colgar cuadros en sus vastísimas paredes cuando la fotografía era ya una realidad, porque ponte tú a rellenar metros y metros de pared con fotitos chiquititas.
Tras el halo de frivolité que parece emanar del famoso autorretrato de Tamara conduciendo su Bugatti verde (1929, concebido como portada para una revista de moda alemana) yo veo a una mujer de hace 80 años conduciendo su propio auto y mirándome como queriendo decir: "Machotes, se acabó lo que se daba. Este es nuestro siglo: el siglo XX, el siglo de las mujeres". Y vaya si se cumplió lo que pensaba la Lempicka mientras conducía su pijo Bugatti. Porque la gran revolución del siglo XX la protagonizaron las mujeres (afortunadamente para todos).
En fin. Para saber más sobre la vida de esta mujer, podéis hacer lo que hago yo: recurrir a la wikipedia, la enciclopedia ésa de Arte que tienen vuestros padres muerta de risa en la biblioteca y etc, etc, porque yo he venido hoy a hablar de mi libro y a deciros simplemente que, aunque suene a topicazo y a culturilla del Trivial, me encantan los cuadros de Tamara de Lempicka, artista de una época en la que me hubiera encantado vivir.
El crack bursátil de 1929 asestó el primer golpe cuasimortal a esta maravillosa época vital y artística para Occidente y, más tarde, la WWII le dio la puntilla, -los nazis solamente decoraban sus uniformes-, pues no estaba la cosa como para adornar escaleras. Una pena. Los 80 y 90 fueron una especia de revival, aunque en hortera. Pero eso es otra historia...
5 comentarios:
A mi también me encantan sus cuadros, son preciosos.
Un beso!
Excelente entrada y muy buena explicación del modernismo y el Art Decó. Por un momento me has hecho regresar a las clases de Historia del Arte en la Universidad. El Chrysler buildinig es uno de mis favoritos, sin duda. En cuanto a Tamara de Lempicka, me encanta. A mí también me transmite lo mismo, esa mujer conduciendo el Bugatti. Un abrazo.
Mr. Lombreeze.
Una forma muy interesante de homenajear a una artista que me encanta. No por nada durante mi etapa universitaria tenía decorada mi habitación con pósters de gran formato de algunos de sus cuadros: algún iconoclasta los habría tirado a la basura.
Un saludo cinéfilo.
No me gusta hacer propaganda, pero en lugar de la wikipedia, pues el monográfico sobre ella en la colección de Taschen me parece otra opción válida.
No recuerdo lo que decía el texto... Sí recuerdo que hablaba de su "decadencia" y cómo intentó otros estilos que no le iban al final de su vida...pero lo tengo olvidadillo.
Leí en su día muchos de los libros de Taschen, pero ahora sólo los cojo a veces para mirar las ilustraciones.
Un saludito.
Tuve que publicar este post del agobio que me dio ver cómo en Madrid apagaban el árbol de navidad de Sol antes de las 00.00 para ahorrar, amén de sufrir con sus horrorosas luces navideñas de este año. Qué bajonazo, para olvidar la crisis me acerqué al hotel Ritz a ver su recargada y hermosa fachada navideña y en cuanto volví a Zaragoza me dio por escribir sobre esta artista y su movimiento que son siempre un aire fresco para renovar y lustrar el gris crisis éste que nos rodea. En fin.
jajaja, Dexter, es que Tamara de Lempicka es demasiado convencional para la élite intelectual.
David, pero es que los Taschen se pueden leer?, yo solamente miro las foticos cuando voy al VIPS, son maravillosas.
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