miércoles, 10 de febrero de 2010

30 Años de La Puerta del Cielo, de Michael Cimino (2/3).

Si Incidente en Ox-Bow relataba crudamente un linchamiento puntual de tres pobres diablos (con carta de despedida incluída), y Raíces Profundas nos contaba la historia de un pistolero que acaba finalmente tomando partido del lado de los pequeños colonos consciente de que el tiempo de las pistolas llegaba a su fin, La Puerta del Cielo es, además, una historia de amor, -en realidad de un triángulo amoroso-, enmarcada en los hechos históricos de La Guerra del Condado de Johnson, conflicto que Cimino enfocó como una auténtica lucha de clases.

Tras el éxito de crítica y público del casi primerizo director Michael Cimino con su excelente El cazador (1978), la United Artists dio rienda suelta a los delirios de Cimino concediéndole casi todos los caprichos imaginables para rodar "la gran epopeya americana". Un supuesto punto de encuentro entre el cine de autor y el de las súper producciones épicas de los grandes estudios. El asunto terminó regular...

Esto es lo que nos cuenta esta hermosa película:

James Averill (Kris Kristofferson) es un antiguo graduado de Harvard que trabaja ahora de sheriff del condado de Johnson. Está enamorado de Ella Watson (Isabelle Huppert) una madame que regenta un prostíbulo de la zona y que también tiene encandilado a Nate Champion (Christopher Walken). Champion, por su parte, trabaja como vigilante de ganado a las órdenes de los terratenientes del condado para proteger las reses de los ataques de cuatreros quienes, bajo la romántica mirada de Cimino, no son otra cosa que hambrientos inmigrantes europeos que roban ganado para dar de comer a sus familias.

La Asociación de Ganaderos, saltándose cualquier acción legal, contrata a un grupo de pistoleros de Texas con el fin de acabar con los robos, y crea una lista negra de 125 nombres. Los incluídos en esa lista están sentenciados a muerte por sus actividades supuestamente delictivas. Uno de los nombres que aparece en la lista es el de Ella Watson, acusada de aceptar ganado robado como pago por los servicios que su prostíbulo presta a los colonos.
La lista llega a manos del sheriff James Averill quien, ante la negativa del Ejército de detener a los ganaderos y a sus pistoleros, o de proteger y salvar a los 125 condenados, decide informar a la población de la existencia de tan despiadado plan.

Si recordáis los hechos históricos que contábamos ayer, podréis comprobar que La Puerta del Cielo no se ciñe fielmente a ellos, y mezcla tramas y personajes de diversas procedencias, centrándose en dos aspectos: por una parte el triángulo amoroso entre James Averill (mezcla del auténtico Averill y del sheriff W. "Red" Angus), Ella Watson y Nate Champion y, por otra, el conflicto entre colonos y ganaderos, representado aquí como una lucha de clases casi pura y dura. O sea, pobres (buenos) contra ricos (malos).

"Son una ignorante panda de indigentes. Su única idea del comercio consiste en tener un gran número de niños harapientos".


Obviamente este planteamiento hace que la historia sea menos Historia y más Película. Más romántica. Más hermosa y más lírica.

Kris Kristoferson dota a su James Averill de una sobriedad interpretativa que acentúa el atractivo de su historia personal: un viaje desde las elitistas universidades del civilizado y proeuropeo Este americano hacia el Wild West con la idílica esperanza de civilizar un país en continua expansión.
Un contraste de una nación de imparable y acelerado desarrollo, que Cimino simboliza con dos escenas de baile: la de los estudiantes que tiene lugar en Harvard , tras la graduación de Averill, contra la de los colonos sobre patines en el salón de baile de "La puerta del Cielo", 20 años después. Una escena maravillosa en la que se aprecian dos magistrales contribuciones que confirieron al film el empaque de gran película clásica: la estupenda fotografía del gran Vigmos Zsigmond y la maravillosa música de David Mansfield, quien compuso uno de los mejores scores de todos los tiempos reemplazando al primer candidato: John Williams.

Nota: El violinista patinador de esta escena es el mismísimo David Mansfield.

1 comentario:

Insanus dijo...

Es que Kris Kristofferson mola mucho. Y no tendría por qué, con esos ojillos chiquitillos y esa cara de palo, pero tiene carisma, tiene ese algo. En Inquietudes, por ej, está tan enorme que se come él sólo la película.

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