Capítulo VII. La infancia de Gottfried Rinkley. Su Primer Onaneo (2a parte).
"Sodomita lo soy, no lo niego. Pero antes que nada soy buen cristiano". Estas son las palabras que se escucharon de la boca del compungido Gongorico II tras leer la encíclica Penne non grato... que le prohibía seguir practicando el sexo anal no consentido con sus siervos. Buscando consuelo en el bosque de Filostrán, el Rey contempló una mañana cómo una adorable pareja de osos, tras devorar a una adorable pareja de ancianos indefensos, retozaban sobre la hojarasca de un claro. El oso macho, muy cariñoso y algo harto de su rutinaria vida sexual, intento acceder a la hembra por la vía tan poco natural que tanto gustaba a Gongorico. Ella no consintiolo y rechazó al macho con un zarpazo que luego resultaría ser mortal de necesidad. Pero antes del plantígrado deceso, Gongorico II observó cómo el oso aliviábase el ardor no correspondido introduciendo su miembro por el orificio principal de un enjambre de abejas.
Poco tardó Gongorico II en imitar al animal con resultados nada placenteros, (algunas crónicas cuentan que su falo recibió más de 200 aguijonazos, aunque esta información no es contrastable por medio alguno). Entre ruidosos alaridos recibió la Reina al Rey en sus aposentos. Desconcertada, comenció a lamer aquel desastre con la esperanza de aliviar el sufrimiento de su esposo.
Este episodio fue el desencadenante de 3 importantísimos sucesos:
1.- El descubrimiento de las propiedades nutricionales de la miel de abeja que curó la miopía de la Reina y que llevó al nacimiento del Arte de la Apicultura.
2.- La invención de la fellatio tal y como la conocemos hoy día. Nombre que viene del abuelo materno de la Reina, Fellatos III el Cojo.
3.- La caída en desuso de cualquier técnica onanista que quedó ensombrecida por la nueva maniobra que se conoció, hasta tiempos de Gottfried Rinkley, como La fellatio de Gongorico.
Durante más de diez siglos no se practicó onanismo alguno en nuestra amada y vieja Europa. Tan arraigada era la costumbre de la fellatio de Gongorico que el Onán style había caído en el olvido.
Fue, de nuevo, un episodido de la infancia de Gottfried Rinkley el que cambiaría esta situación y convertiría a Centroeuropa en lo que hoy es: la zona del mundo con el más alto índice masturbatorio de todo el planeta, principal causa de su actual prosperidad económica y cultural.
Cuando el pequeño Gottfried se levantaba por las mañanas con su habitual y evidente erección, corría, presuroso e ignorante de lo que en su entrepierna acontecía, en busca de su madre para que espantara de su cuerpo aquel mal que le atormentaba. Elvira Rinkley siempre se limitaba a recitarle el clásico poema medieval de Totolsmann el Alegre (1026 - 1067): Las flores de primavera vestidas de fiesta están. Las alegrías del bosque son ecos de mi cantar.
Gottfried no terminaba de comprender la relación entre aquellas estrofas y su inflamación fálica, pero ciertamente comprobaba que las imágenes bucólicas de la campiña conseguían remediar el ardor que experimentaba. El ritual se repetía casi todas las mañanas hasta el día en que su madre Elvira fue a visitar a su prima al pueblo vecino de Innstelgenmeisterbughausen. El joven Gottfried sintió pánico al no encontrar a su madre y fuera de control corrió por la casa desnudo y presa de una excitación que no hacía sino empeorar el asunto. Desesperado optó por arrancarse aquella tumoración indecente que, según su inexperiencia, no servía para nada. Los vanos pero numerosos intentos de Gottfried Rinkley para extirparse manualmente su órgano reproductor fueron conviertiéndose en armoniosos y placenteros movimientos cadenciosos que culminaron en lo que de todos es bien conocido. Gottfried ya no abandonaría aquella costumbre hasta el día de su muerte.
Sigue siendo un misterio el cómo se propagó aquella costumbre primero por el pueblo, más tarde por la comarca, más tarde por el país y más tarde por casi todo el continente (todavía no se usa en Albania). Pero recientes estudios del profesor Louis R. Storetruck afirman que la ausencia de paredes en la vivienda de los Rinkley ayudó a ello.
8 comentarios:
La hipótesis de la ausencia de paredes me parece bastante razonable (y casi lo único que me ha hecho sonreír) con esta entrada.
Eso sí, no entiendo por qué no soy ni rico, ni más culto.
Un saludito.
Juro que casi no consigo escribir ésto de la risa, hasta he llorado de tanto reirme. Genial..Onan Style forever.
Vamos a ver si comenzamos a tomarnos en serio la biografía de Gottfried Rinkley, por favor se lo pido.
La cosa no es para tomásela a risa.
Mira, me he reído más con tu comentario que con el post, Mr. Lombreeze.
Vete a donde Crowley, que yo no tengo ni idea, pero ni idea...
Es el último que leo macho...jajajajajajjajajajajajjajajajajajajajja...Lo de Albania es muy fuerte.........jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja!!!!!
Exacto, yo me inclino a intentar comprender lo de Albania, sin resultado alguno.
Mr.Lombreeze, sacame de este dilema.
Monseñor, Albania no firmó la Convención de Ginebra.
Seguidores de la saga, sepan uds que ya solamente quedan 14 entregas.
Muy bueno, sólo con esa contribución al zeitgeist de su siglo, ya se podría considera a Gottfried verdaderamente como el inventor del siglo XX, :).
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