viernes, 3 de septiembre de 2010

Minutos Musicales: El Vals de Masquerade (1944)

Uno de los mejores valses compuestos ever: el del estupendo compositor georgiano de origen armenio Aram Khachaturian, otra víctima del realismo socialista de Stalin, (junto a Prokofiev, Shostakovich y tantos otros), que regaló al siglo XX unas cuantos pasajes clásicos muy populares que los cinéfilos de pro deberían conocer.

Recordemos cómo sonaba su música, combinada con el genio creativo de Stanley Kubrick, en el frío y vacío espacio sideral de 2001, una odisea del espacio:


Hoy vamos a disfrutar también de su famoso Vals que abre la suite orquestal Masquerade, creada como música incidental para la obra del escritor ruso Mikhail Lermontov, en la que se ponía a caldo a la aristocracia de San Petersburgo de comienzos del XIX.
Otro poeta víctima, esta vez, de la fiebre romántica que, al igual que su idolatrado Pushkin, murió en un duelo a la edad de 26 años.

No se lo piensen más. A bailar y dejarse llevar por el esplendor de la decadente corte ruso zarista de la música de Aram Khachaturian.
Espectacular.

7 comentarios:

David dijo...

Eso de los duelos... ¡26 años! Pobre Lermontov. ¡Qué "bestialidades" (je,je) las del honor mal entendido!. Y qué contraste con la música tan hermosa que nos traes en el post.
Un saludito.

Marcos Callau dijo...

Pocas veces se han unido tan espectacularmente bien el cine y la música como en esta escena de Kubrick. Preciosas melodías.

miquel zueras dijo...

Kachaturian es también el autor de "La danza del sable". Para mí este tema siempre va unido a la escena del baile sobre la mesa en "Uno, dos, tres" de Billy Wilder. Borgo.

G. K. Dexter dijo...

La canción de cuna es absolutamente preciosa, y qué manera de fundirse con las imágenes. Además de "La Danza del Sable" (qué buena, en verdad, la escena de la película de Wilder: "Herr Kapellmeister, rock and roll!") yo también me quedo con el "Adagio de Espartaco y Frigia" en "El Gran Salto".

Respecto al vals... casi se entrevén los brillos de las copas repletas de Veuve Clicquot.

Un saludo cinéfilo.

Mister Lombreeze dijo...

Estupendas referencias melanocinéfilas khachaturianas. La danza del sable suena en al menos una veintena de películas.
Toda la pomposidad y brillo que desprenden las notas de este vals no evitan el aire decadente que Khachaturian le insufló al tema.
El Viuda Clicquot está más rico que el Moet?, buena pregunta.
Por cierto, el maestro también compuso unas cuantas bandas sonoras.

Ferre dijo...

A mí siempre me llamó la atención la pareja "Danza del Sable" - "Adagio". Escritas por el mismo tipo para el mismo ballet... ¡y qué distintas son!

Vale que el sable wilderiano tiene mucho peso (aunque no tanto como para quebrar la mesa donde se baila en la película), pero desde hace lustros mi debilidad va por este desolador Adagio, una música que quebradiza que no sólo Kubrick supo colocar muy bien (y a cunato) en 2001, sino que es igual de efectiva y punzante en sí misma, sin acompañamiento.

Gran elección.

Saludos,

Ferre

PD: Su contemporáneo y compatriota (amén de colega de persecución stalinista) Shostakovich hubiera empeñado sus redondas gafas y varios docenas de paquetes de cigarrillos por este "Adagio". Su sobriedad y ese punto de serena agonía están muy cercanos a algunos de los suyos.

Mister Lombreeze dijo...

El pobre Khachaturian tuvo que refugiarse en el folclore para evitar represalias, deportaciones y demás. Y entre número colorista y populachero debía colar momentos como los adagios de los que estamos hablando.
Siempre me ha parecido muy curiosa la paradoja ésa de que "gracias" a la censura estalinista, los melómanos amateurs de hoy disfrutamos de un repertorio de música clásica más asequible del que prometía el siglo XX. Te imaginas Ferré hacia dónde podría haber ido la música de Shostakovich si le hubieran aplaudido, (como se merece) su sinfonía n. 4?, quizás nunca habría compuesto los estremecedores compases iniciales de la 5...

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