Capítulo X. El desfloramiento de Gottfried Rinkley (1 de 2).
Maese Johannes, el sepulturero, nunca pudo perdonar, pese a la estrecha amistad que le unía al padre de Gottfried Rinkley, el que el muchacho asesinara y engullera a su gorrino Ludovico. Con gran una pena en su corazón, atizó en la cabeza de Gottfried un fuerte mandoble con una de las palas cavafosas recién compradas y a continuación, en un tono cariñoso lleno de ternura y comprensión, le dijo: "Estás despedido, hijodelagranputa".
Gottfried, conmocionado por el tremendo golpe occipital recibido, creyó oír de labios de su maestro: "Está decidido, hoy te vas de putas". Y temeroso de contrariar al bueno de Johannes se dirigió al más limpio de los prostíbulos de Presbistoffen, La Maison de Madame Laverriere, famosa meretriz francesa de la que se contaba que había conseguido satisfacer carnalmente a todo un cuerpo de caballería durante el asedio de la Villa de Lucca Strambiore (Italia).
- Quiero contratar los servicios de una de sus señoritas, - dijo el joven Gottfried a Madame Laverriere.
- No son señoritas, son putas, - contestó la anciana madame.
- Bueno, entonces quiero contratar los servicios de una de sus putas.
- No les gusta que las llamen putas, pero.., ¿tú qué te has creído?.
Y madame Laverriere llamó a Otto, un antiguo prisionero galeote de aspecto descomunal que propinó una pequeña paliza a Gottfried. Cuando el apaleamiento terminó Gottfried, a duras penas, se puso en pie y exclamó: "No entiendo nada...".
- Jajaja - rió madame Laverriere-, tranquilo muchacho, es una broma que gastamos siempre a los novatos. -
Espero no haberte zumbado muy fuete, - añadió Otto esbozando una gran sonrisa que dejaba entrever su boca llena de piezas dentales fabricades en oro.
- No.., yo, no.., je, je.., bueno, no.., la conmoción ya la traía. - respondió Gottfreid algo contrariado por la broma.
- Anda, límpiate toda esa sangre y pasa a elegir a la chica que más te guste, -dijo madame L., para a continuación añadir-, Otto, ¿es normal que el color de las córneas de tus apaleados tengan ese tono carmesí tan profundo?.
- No, -respondió Otto-, este muchacho necesita un galeno inmediatamente.
3 comentarios:
Un tuno!, un tuno!... he echado en falta en esta historia (ja,ja)
Jaja por momentos me ha recordado la escena del "desvirgamiento" de Javier Cámara en "Torrente". Como que 1 de 2, Esto no se hace hombre, ahora a esperar una semana a ver como se desflora el muchacho...
jhajjajja, pero lo has dejado en plan "continuará" justo cuando Gottfried iba a estar con una señorita.
Creo que me he perdido alguna entrega, voy a ver.
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