sábado, 3 de octubre de 2009

El salitre de las botas de Pockollock. Capítulo XV.

Capítulo XV. Buscando una nueva soprano: la diva Maria Poboski.

Vladimir Kolenko comenzaba a creer los rumores que ya corrían por las calles de la capital acerca de la maldición que pesaba sobre "Il mio poleo" de Vinelli: Él mismo había sido ya triste testigo de dos intentos fracasados. Cuando bajó del carruaje que le dejó a las puertas de la mansión indonesia de María Poboski, sus piernas flaquearon. ¿Sería capaz de convencer a "la Pobo" para que participara en el montaje?, ¿daría tiempo a que se adaptara al ritmo de los tan avanzados ensayos?.

Kolenko fue recibido en primera instancia por 26 ninfas semidesnudas que escasamente cubrían sus vergüenzas con guirnaldas de OrleAns. Una vez que dejó atrás los suntuosos jardines, las ninfas desaparecieron y 26 jenízaros negros le condujeron hasta el espléndido salón de recepciones de madame Maria Poboski, la gran diva de la ópera, una estancia lujosamente decorada en la que sin embargo destacaba un suelo de madera tosca y sin barnizar.

Guerrero jenízaro.

"La madera tosca de este suelo me recuerda mis humildes orígenes. En un cuartucho vivía con mis padres y mis 52 hermanos". Kolenko no dijo nada e hizo una reverencia algo burda, momento en el que se percató de que Maria Poboski caminaba por la estancia descalza.
"Seré franca y directa monsieur Kolenko. Espero que no le importe. La ópera de Vinelli me apasiona". Seguidamente Maria Poboski transmitió a Kolenko su malestar por no haber sido elegida en primera instancia para representar el papel de Prifriga, reina de los malakeos. Kolenko se excusó tan burdamente como había genuflexionado y achacó a problemas de presupuesto la elección de Lucía de Tamerlán, la malograda soprano ciega.
"Pamplinas Kolenko, pamplinas. Con el dinero que costaron los generadores... Interpretaré a Prifrigia con una demanda adicional a mis habituales honorarios y condiciones".

Kolenko tembló ante la idea de cuál sería la exigencia que estaba a punto de escuchar de labios de la Poboski. Para su sorpresa no fue tan original como él presuponía, aunque desde luego era excéntrica: si "la Papa" había exigido 1.000 elefantes rojos abisinios, ella no podía quedarse atrás y exigía 2.000 elefantes rojos abisinios. "No los quiero para nada, seguramente los sacrificaré una vez los reciba y haré con ellos pastel de carne que donaré a los hospicios de mi pueblo. Pero yo no voy a ser menos que la Papa. No voy pasar a la Historia como segundo plato de nada. Y no se preocupe por mi parte, me sé el papel de memoria. Siéntese y escuche".
Maria Poboski cantó un fragmento del Acto I, "Presto, Io sonno sangratta" ("Date prisa que me viene el periodo"), y al terminar, lágrimas de emoción corrían por las mejillas de Vladimir Kolenko quien juró que haría lo imposible por conseguir los 2.000 elefantes rojos abisinios que la Poboski le exigía.

La diva Maria Poboski.

Cuando dos días después se reunió con el Primer Ministro Konsultas, angustiado le preguntó: "Konstantin, ¿qué vamos a hacer?, ¿de dónde vamos a sacar 2.000 elefantes rojos abisinios?."
Konstantin Konsultas se quedó un rato pensativo y mandó llamar a Randall W. Griffith, Adjunto Primero a la Cancillería de la Reina, que acababa de llegar de las posesiones imperiales de ultramar tras un duro trabajo de prospección de minas de plata albanesa ("la plata de los Reyes" como publicitaban muchos joyeros de la época).

- Randall, amigo mío, sé que no te gusta hablar de esto pero, ¿no es cierto que en tu niñez fuiste rescatado por un grupo de beduinos en el "paso de Pockollock" en mitad del océano Índico?
- Yes sire.
- ¿No es cierto también que en agradecimiento decidiste estudiar la vida y obra del ilustre y célebre general Jacques Rivierre Pockollock?
- Yes sire.
- ¿Qué sabes de los 2.000 elefantes rojos abisinios que el general dejó en 1883 en las minas de lignito?, ¿siguen vivos?
- Yes sire. Aunque ahora están algo desaprovechados.
- Randall, quiero que vayas allí y me los traigas cuanto antes. Sé que es peligroso. Aquellas recónditas regiones siguen siendo hoy tan inhóspitas como hace 20 años, cuando solamente las tropas del General Pockollock se atrevían a establecerse. Dispón de todo lo que necesites para la expedición y parte mañana mismo en su búsqueda. Esta misión es vital para el Imperio y necesaria para llevar a buen puerto su más ambicioso proyecto. Ya sabes de lo que estoy hablando. Tú no viste esfumarse a la de Tamerlán, pero seguro que has leído ya sobre ello.
- Yes sire.
- Buena suerte muchacho. "Il mio poleo" está en tus manos.
- Gracias sire.

Randall W. Griffith había maldecido su suerte cuando estando destinado en misión diplomática en las minas de plata albanesa se había enterado del nuevo montaje de la ópera de Vinelli. Pero ahora le ponían en bandeja de plata (albanesa) una inmejorable oportunidad para vengar la muerte de su amada Margueritte.

"La puta madre que los parió a todos", volvió a murmurar entre dientes.

Próxima semana: Capítulo XVI. La expedición Griffith. Primera parte. La matanza de Panagea de 1882.

4 comentarios:

Dr. Quatermass dijo...

Brillante, sigo reclamando tomo encuadernado en tapa dura.

"Presto, Io sonno sangratta", jajaja

Insanus dijo...

"Presto, Io sonno sangratta" ("Date prisa que me viene el periodo")

jajjajj, coincidimos en las risas en esta entrega, doc.

Cuando acabes, Mr. Lombreeze, llevaremos al papel esta obra, ¡es imperativo y necesario!

Mister Lombreeze dijo...

Lo que tú digas Insanus. Sea.

Incondicionales de Pockollock (aka. Elegidos Gusanos), MrLombreeze prometé regalar un ejemplar impreso y firmado por el autor a todos los fieles a este folletín,(ojalá que) para Navidades.
Y por supuesto, Uncensored!!!.

lunes dijo...

Tomamos nota de la promesa. Vivan los jenízaros.

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