Capítulo XIII. La vuelta al mundo a bordo del SS. Peanecock.
Pese a que el SS. Peanecock navegó durante 5 mares por los 7 meses visitando los 36 continentes, todo el testimonio escrito que queda de su expedición ("expedición Rinkley"), son estos pocos párrafos del diario personal del entonces capitán de fragata Gottfried Rinkley. El resto de los documentos se perdieron en el gigantesco incendió que redujo a cenizas en 1916 el Museo de Historia Natural de Luxemburgo.
Reproducimos literalmente los únicos 3 fragmentos del diario que sobrevivieron a la catástrofe y que demuestran que Gottfried Rinkley inventó el motín a bordo.
Página 173 (completa):
" ...terrible perdida que he lamentado profundamente, pues bien es sabido cuán peligrosa es la ausencia de orégano en la comida de las tripulaciones de los navíos que, como el nuestro, surcan los mares en busca de tierras vírgenes que colonizar y de nuevas especies de animales, vegetales y minerales con los que llenar las tristes vitrinas de nuestros aburridos museos de historia natural.
Pero no es este asunto el que más me preocupa. Han sido ya muchas las noches durante las que no he podido conciliar el sueño angustiado por la creciente demencia de nuestro Contramaestre Mayor Lord Lester quien, a día de hoy, sigue siendo el máximo responsable de la expedición Lester y el encargado de velar de la seguridad de las 86 almas que convivimos en el SS. Peanecock.
Lord Lester siempre ha sido considerado algo excéntrico entre el almirantazgo. Incluso llegó a tener serios problemas con el Estado Mayor cuando durante la expedición de hace 6 años intentó bautizar con lava del volcán Jorge V a 200 aborígenes de las costas de Sumatra.
Los primeros meses hemos soportado algunas de sus arbitrarias órdenes con una mezcla de resignación y diversión a partes iguales, como cuando mandó dar 50 latigazos y pasar por la quilla a su almohada de pluma de ganso por haberle hecho pasar una mala noche, o cuando felicitó, en presencia de todos y en medio de una gran ceremonia en la cubierta de proa, a nuestro cocinero chino por haber cocinado "las mejores codornices escabechadas que he probado jamás" y lo nombró seguidamente nuevo mascarón de proa siendo el original mascarón de proa ahora nuestro cocinero.
También suele practicar el tiro de carabina contra el vigía del palo mayor quien ha perdido un ojo y varias falanges de los dedos de las manos. Lo acusa de espía y de proxenetismo encubierto. El pobre Johannson no asoma la cabeza de su cubículo, hace semanas que no lo vemos y se rumorea que se alimenta de larvas de insectos que consigue excarvando en los maderos de su refugio.
Lord Lester entra a menudo, durante la noche, en mi camarote ataviado con un vestido tradicional zíngaro y me cita poemas de Horacio, lo que me trae recuerdos muy poco gratos.
El hambre se está apoderando de los hombres pues el mascarón de proa ha demostrado no ser un buen cocinero. Hu Lin, el cocinero, grita sin cesar frases ininteligibles que al anochecer parecen estar endemoniadas. Mucho me temo que esta situación pueda desembocar en algo trágico. La pregunta es ¿estoy preparado para afrontar una situación así?. Sin orégano, sin vigía, con un cocinero chino rompiendo contra el oleaje y una figura de madera preparando el rancho, no puedo asegurar que los restos de Lord Lester no acaben devorados por los animales que pueblan los océanos y mares, pero es un final que un caballero como él no merece. Tendré que pensar en algo mejor."
Página 236 (fragmento catolagodo como RinkSS 236 A):
"...y finalmente consintió que el tonelero yaciera con él en su propio catre a condición de que no lo cubriera. A la mañana siguiente, el bueno de Piotr, el tonelero, confesó que había enhebrado al joven grumete al menos media docena de veces, lo que provocó unas buenas risas entre la tripulación y también provocó el suicidio de Robert, el grumete.
El caso es que el buen ambiente ha vuelto a reinar entre nosotros desde que Lord Lester ya no está al mando y yo me he convertido en el responsable de conseguir que nuestro barco, el SS. Peanecock, y los tripulantes que quedamos con vida, 74 almas, lleguemos con éxito al puerto de Essex donde es más que probable que las semillas de sicomoro, que hemos ido recolectando a lo largo y ancho de muchos países, terminen con la hamburna que asola las costas de Gales. Dios así lo quiera.
En cuanto a la cuestión de los crecientes episodios sodomitas que se están dando entre los tripulantes y de acuerdo con la opinión de nuestro capellán, he decidido..."
Página 312 (fragmento catalogado como RinkSS 312 - 10):
"... respondiendo así, de manera contundente, a semejante provocación.
No puedo evitar rememorar recurrentemente el final de nuestro anterior Contramaestre, Lord Lester. A veces, incluso con cierto sentimiento de culpa. Si bien es cierto que su liderazgo debía acabarse por el bien de todos, quizás se nos podría reprochar moralmente el habérnoslo comido cocinado por el repuesto cocinero Hu Lin quien lo asó, a sugerencia mía, con abundante salsa HP (la favorita de Lord Lester). Recuerdo, emocionado, sus últimas palabras mientras giraba sobre su propio eje encima del asador: "Gira el mundo gira en su espacio infinito con amores que terminan, con las penas y alegrías de otras gentes como yo...".
Nunca supimos cómo termina el poema porque Johansson le descerrajó la cabeza de un tiro de carabina y le sacó sus ojos para comérselos. Pareció encontrarlos exquisitos en el momento, pero el caso es que dos días después saltó por la borda cantando una canción de cuna húngara."
Pese a que el SS. Peanecock navegó durante 5 mares por los 7 meses visitando los 36 continentes, todo el testimonio escrito que queda de su expedición ("expedición Rinkley"), son estos pocos párrafos del diario personal del entonces capitán de fragata Gottfried Rinkley. El resto de los documentos se perdieron en el gigantesco incendió que redujo a cenizas en 1916 el Museo de Historia Natural de Luxemburgo.
Reproducimos literalmente los únicos 3 fragmentos del diario que sobrevivieron a la catástrofe y que demuestran que Gottfried Rinkley inventó el motín a bordo.
Página 173 (completa):
" ...terrible perdida que he lamentado profundamente, pues bien es sabido cuán peligrosa es la ausencia de orégano en la comida de las tripulaciones de los navíos que, como el nuestro, surcan los mares en busca de tierras vírgenes que colonizar y de nuevas especies de animales, vegetales y minerales con los que llenar las tristes vitrinas de nuestros aburridos museos de historia natural.
Pero no es este asunto el que más me preocupa. Han sido ya muchas las noches durante las que no he podido conciliar el sueño angustiado por la creciente demencia de nuestro Contramaestre Mayor Lord Lester quien, a día de hoy, sigue siendo el máximo responsable de la expedición Lester y el encargado de velar de la seguridad de las 86 almas que convivimos en el SS. Peanecock.
Lord Lester siempre ha sido considerado algo excéntrico entre el almirantazgo. Incluso llegó a tener serios problemas con el Estado Mayor cuando durante la expedición de hace 6 años intentó bautizar con lava del volcán Jorge V a 200 aborígenes de las costas de Sumatra.
Los primeros meses hemos soportado algunas de sus arbitrarias órdenes con una mezcla de resignación y diversión a partes iguales, como cuando mandó dar 50 latigazos y pasar por la quilla a su almohada de pluma de ganso por haberle hecho pasar una mala noche, o cuando felicitó, en presencia de todos y en medio de una gran ceremonia en la cubierta de proa, a nuestro cocinero chino por haber cocinado "las mejores codornices escabechadas que he probado jamás" y lo nombró seguidamente nuevo mascarón de proa siendo el original mascarón de proa ahora nuestro cocinero.
También suele practicar el tiro de carabina contra el vigía del palo mayor quien ha perdido un ojo y varias falanges de los dedos de las manos. Lo acusa de espía y de proxenetismo encubierto. El pobre Johannson no asoma la cabeza de su cubículo, hace semanas que no lo vemos y se rumorea que se alimenta de larvas de insectos que consigue excarvando en los maderos de su refugio.
Lord Lester entra a menudo, durante la noche, en mi camarote ataviado con un vestido tradicional zíngaro y me cita poemas de Horacio, lo que me trae recuerdos muy poco gratos.
El hambre se está apoderando de los hombres pues el mascarón de proa ha demostrado no ser un buen cocinero. Hu Lin, el cocinero, grita sin cesar frases ininteligibles que al anochecer parecen estar endemoniadas. Mucho me temo que esta situación pueda desembocar en algo trágico. La pregunta es ¿estoy preparado para afrontar una situación así?. Sin orégano, sin vigía, con un cocinero chino rompiendo contra el oleaje y una figura de madera preparando el rancho, no puedo asegurar que los restos de Lord Lester no acaben devorados por los animales que pueblan los océanos y mares, pero es un final que un caballero como él no merece. Tendré que pensar en algo mejor."
Página 236 (fragmento catolagodo como RinkSS 236 A):
"...y finalmente consintió que el tonelero yaciera con él en su propio catre a condición de que no lo cubriera. A la mañana siguiente, el bueno de Piotr, el tonelero, confesó que había enhebrado al joven grumete al menos media docena de veces, lo que provocó unas buenas risas entre la tripulación y también provocó el suicidio de Robert, el grumete.
El caso es que el buen ambiente ha vuelto a reinar entre nosotros desde que Lord Lester ya no está al mando y yo me he convertido en el responsable de conseguir que nuestro barco, el SS. Peanecock, y los tripulantes que quedamos con vida, 74 almas, lleguemos con éxito al puerto de Essex donde es más que probable que las semillas de sicomoro, que hemos ido recolectando a lo largo y ancho de muchos países, terminen con la hamburna que asola las costas de Gales. Dios así lo quiera.
En cuanto a la cuestión de los crecientes episodios sodomitas que se están dando entre los tripulantes y de acuerdo con la opinión de nuestro capellán, he decidido..."
Página 312 (fragmento catalogado como RinkSS 312 - 10):
"... respondiendo así, de manera contundente, a semejante provocación.
No puedo evitar rememorar recurrentemente el final de nuestro anterior Contramaestre, Lord Lester. A veces, incluso con cierto sentimiento de culpa. Si bien es cierto que su liderazgo debía acabarse por el bien de todos, quizás se nos podría reprochar moralmente el habérnoslo comido cocinado por el repuesto cocinero Hu Lin quien lo asó, a sugerencia mía, con abundante salsa HP (la favorita de Lord Lester). Recuerdo, emocionado, sus últimas palabras mientras giraba sobre su propio eje encima del asador: "Gira el mundo gira en su espacio infinito con amores que terminan, con las penas y alegrías de otras gentes como yo...".
Nunca supimos cómo termina el poema porque Johansson le descerrajó la cabeza de un tiro de carabina y le sacó sus ojos para comérselos. Pareció encontrarlos exquisitos en el momento, pero el caso es que dos días después saltó por la borda cantando una canción de cuna húngara."
4 comentarios:
Esto va ganando. De las mejores entradas de Gottfried.
Lo del vigía me ha hecho mucha gracia, lo del cocinero contra el oleaje.
Y lo del pobre grumete (sí,bueno gracia no)... pero qué risas!.
A mi me encanta la canción de Il mondo.
Un saludo.
EN DIRECTO, EN CASTELLANO ,
Y EN ITALIANO, AUNQUE LA IMAGEN DEL DISCO DIGA IN SPAGNOLO ¿?¿?
Saludito.
Mr. Lombreeze.
Entre los personajes que pululan (ese Lord Lester y sus arbitrarias decisiones) y las acciones de Rinkley esto va "in crescendo".
Un adelantado a sus épocas.
Un saludo cinéfilo.
El vigía en su cubilete alimentándose de larvas del mástil,XDD.
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