martes, 14 de diciembre de 2010

No todo en los 80 fue un horror: El manantial de las colinas (1986).

A comienzos del año pasado nos dejaba el director francés Claude Berri (1934 - 2009) al que vamos a recordar hoy en nuestro blog por una (en realidad dos) de sus más famosas películas: El manantial de las colinas (I y II parte).

Aunque fue un éxito comercial en su día, hoy casi todos recordamos El manantial de las colinas (Jean de Florette, 1986) gracias a su inolvidable banda sonora compuesta por el músico francés Jean-Claude Petit (con ayuda de Verdi y su obertura para La Forza del Destino).

Estamos acostumbrados a historias del tipo del "buen salvaje" que entran en contacto con la pérfida civilización. Tienen hasta un subgénero: el del bonachón pueblerino que llega a la ciudad donde los malvados y listillos urbanitas le toman el pelo y abusan de su buena fe aunque al final sea el brutote el que acabe dando una lección ética a todos. Por eso siempre me pareció interesante la propuesta de esta película (basada en el díptico del escritor francés Marc Pagnol El agua de las colinas de 1966) que es una especie de reverso tenebroso de este planteamiento.

Lo que se nos cuenta en la primera parte es la historia de un bonachón habitante de la gran ciudad, -harto de los ruidos y prisas de la jungla de asfalto-, que decide retirarse a un idílico y tranquilo pueblecito de agricultores donde sus conocimientos acerca de las matemáticas y las cuentas no podrán luchar contra la sabiduría popular y la experiencia del hombre del campo. Ese hombre de campo que no necesita estaciones meteorológicas para saber si va a llover o no, pero que puede ser tan hijodemalamadre como el más cruel de los banqueros, como ya nos contó nuestro Blasco Ibáñez en su Barraca de naturalismo perverso.

El jorobado Jean de Florette (Gerard Depardieu) recibe de su madre una inesperada herencia que le concede la propiedad de unos terrenos en la campiña francesa. Jean decide dejar su trabajo en la ciudad y se retira a su nueva propiedad dispuesto a iniciar una nueva vida con su mujer y su hijita. Confiado, comienza a trabajar duramente para conseguir hacer productivas unas tierras escasas de agua y con problemas de riego que, sin embargo y como de todos es sabido, contiene un caudaloso manantial de agua. Difícilmente podrá encontrar el idealista y bucólico Jean el manantial salvador pues ha sido cegado y ocultado previamente a su llegada por "Le Papet" Soubeyran (Yves Montand) y Ugolin (Daniel Auteuil), dos lugareños que confían en que el nuevo e inexperto propietario se canse de esperar las esquivas lluvias y termine revendiéndoles el terreno a precio de saldo. Pero estos dos gañanes desconocen que la tenacidad de Jean roza lo infinito. Y, lo que es peor, Jean no sabe lo hipócrita y mala gente que sus vecinos pueden llegar a ser.

Continúa el drama de El manantial de las colinas con una segunda parte titulada en español La venganza de Manon (1986), cuyo título hispano ya spoilea un poco la trama de la primera película, por eso no añado nada más sobre esta segunda entrega. Aunque aclaro que hay que ver las dos para completar la historia.

En esta segunda parte se consumará la venganza de uno de los protagonistas y se desvelarán algunos secretos pueblerinos que hemos ido intuyendo durante el visionado de las dos películas. Es en este tramo final donde la historia más folletinea al estilo "Luke, que resulta que yo soy tu padre", pero vaya, que mantiene el interés de la primera película.

Las interpretaciones de todos los protagonistas son sobresalientes. Daniel Auteuil, que en aquel entonces tenía cara de tonto, hace muy bien de tonto e Yves Montand está insuperable en uno de sus últimos trabajos para el cine. Especial mención merece la bella fotografía de Bruno Nuytten de los paisajes provenzales franceses que subraya perfectamente la muy correcta y clásica realización de Claude Berri quien dirige con solvencia un guión que no se recrea en localismos innecesarios.

Una película muy recomendable para los amantes del culebrón refinado que, además, se sigue con bastante interés. Y lo que es más importante: UNA PELÍCULA DE LOS 80 QUE NO ES HORTERA.

Hala, ya pueden volver a darle al play del vídeo inicial.

4 comentarios:

Marcos Callau dijo...

Otra que no he visto Mr. Lombreeze...

David dijo...

Yo esta la pillé empezada. Pero qué post más decepcionante, Mr. Lombreeze. Ni la has mencionado (y no me vengas con la excusa de que le has puesto una foto (JA,JA)).

Insanus dijo...

Joder, Mr, precisamente vengo de comentar en el blog de Kelem algo pelín relacionado con este argumento: chaval que se va con su tío a currar y descubre que la gente "brutita" es igual de mezquina e hijaputa que el resto, pero con menos vocabulario. Voy a ver si están disponibles las dos en descarga directa.

Tienes que amar los neones, los graffitis, el doble rabillo en los ojos, las hombreras, la laca y las corbatas finas de cuero. Yo te ayudaré de vez en cuando, jajjajj. Peores eran los 70.

Mister Lombreeze dijo...

Ciertamente en los 70 la gente tenía pinta de ducharse y lavar su ropa menos a menudo que en los 80. Pero la música y el cine de esa década es infinitamente superior.
La música y cine de los 80 se hizo básicamente para adolescentes tontos y para nenazas.

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