martes, 9 de noviembre de 2010

Todo sobre mi desmadre (2010). Don Quijote y Sancho cabalgan de nuevo.

"Soy como un Cristo africano y blanco del espacio...".

Hay genios y genios. Por un lado está Dreyer con su Ordet para cinéfilos estetas y para luteranos chalados creando, hace solamente 50 años, una obra maestra que aburre al 90% de la población mundial. Y por el otro está Cervantes y su Don Quijote, inventando la novela y creando una historia que sigue haciéndonos carcajear, 400 años después, al 90% de la población mundial. El sueño de Ordet produce monstruos como Rompiendo las Olas, y el sueño de Don Quijote sigue produciendo historias tan divertidas como la de la película de desafortunadísimo título en español Todo sobre mi desmadre ("Get him to the Greek" o "Llévalo al Teatro Greek"), otra vuelta de tuerca de las aventuras de un ingenioso, excéntrico y soñador Alonso Quijano al que acompaña un terrenal, corpulento y bonachón Sancho Panza.

Don Quijote soñaba y soñaba, y volvía a soñar, (a veces con un mundo mejor, a veces con un mundo diferente, a veces con otros mundos), y con sus delirios sacrificó su salud mental para divertir a todos los sancho panzas que volvemos por la noche a nuestras casas a contarle a Juana Panza que hemos visto a un pirado, muy delgado, (seguramente a causa del hambre o de las drogas), hacer, decir, escribir, cantar o bailar cosas maravillosas que nos han dejado embobados durante las dos horas de una película, de un concierto, de un libro o de una representación teatral. Hemos soñado durante esos minutos con esos chalados que no son de este mundo y no tienen nuestra panza, por eso flotan sobre nosotros: porque nuestra panza es como una pesada bola de reo que nos hace mantener los pies en el suelo, bien pegaditos a la realidad.

Nosotros los miramos, flotando allá en lo alto, con una mezcla de admiración y de envidia pero también con algo de pena porque nos da vértigo pensar que, a lo mejor, están muy solos ahí arriba soñando con Dulcineas. Y, a lo peor, llegamos a la concusión de que los admiramos no solamente por sus obras sino también por su sacrificio y por su sufrimiento. Por estar obligados a ir siempre contracorriente. Por tener que freírse el cerebro con las drogas, el hígado con el alcohol y los pulmones con el tabaco. Por tener que disfrazarse de payasos para hacernos reír, enseñar el potorro para salir en las revistas. Casarse y divorciarse, hacerse seguidores de la kabala, cantar canciones vestidos con trajes de putón verbenero y declarar en público chorradas que delatan su falta de empaque intelectual porque no fueron a la universidad para tener tiempo de aprender a tocar la guitarra.

Luego los forramos de dinero pero.., ¡no se lo regalamos así como así!, y nos reímos de ellos cuando le cantan al África hambrienta o declaran que la guerra es mala. Y es que son millonarios y nos creemos que no tienen derecho a soltar las mismas soplapolleces que soltamos nosotros en la cafetera de la oficina.

En Todo sobre mi desmadre el director y guionista Nicholas Stoller nos cuenta otra historia de Don Quijote en clave de comedia - road movie - buddy movie.

Aaron Greenberg (Jonah Hill) es un empleado de una compañía de discos que tiene la misión de conseguir que la excéntrica estrella de rock Aldous Snow (Russell Brand) viaje desde Londres a Los Ángeles para llegar a tiempo a un megaconcierto de vital importancia para relanzar su carrera y sanear, de paso, las cuentas de su casa discográfica. Pero el viaje no será un camino de rosas porque caminar junto a un quijote yonki tiene sus peligros.

La película es muy divertida, está correctamente filmada y cuenta con una estupenda fotografía. Russell Brand realiza una composición brillante de su personaje, lo que no ensombrece la labor de su sancho panza y coprotagonista de la historia. Ciertamente hay muy buena química entre estos dos actores en uno de los grandes aciertos de cásting de este año.

Todo sobre mi desmadre destila un poquito de amargura en algunos momentos y juguetea con algunas cuestiones morales y con la tragicomedia, pero sin afán transgresor, ni moralista, ni realista, con lo que termina imponiéndose un semi happy end que le aleja de obras parecidas como la magistral Withnail y yo.

No se pierdan Todo sobre mi desmadre. Es muuuuucho mejor de lo que parece aunque le sobren algunos gags algo burdos que tienen pinta de ser una concesión a los teens yankies más descerebrados.

Imprescindible en VO.

6 comentarios:

MrMierdas dijo...

Anoto! Precioso post!

David dijo...

Todavía no he visto Withnail y yo (pero mal no puede ser si tiene los temas de George (producción permite).
Me ha encantado el post y cómo vendes la peli. La veré.
Un saludito.

Tarquin Winot dijo...

Pues me daba un perezón de primera, pero te veo tan satisfecho que no tengo más remedio que darla una oportunidad.

miquel zueras dijo...

He leído críticas muy contrastadas sobre esta película y pensaba verla esta semana para juzgar por mi mismo. Eso sí: al que elige los títulos en castellano tendrían que fusilarlo al amanecer. Borgo.

Crowley dijo...

Pues ya sabes que yo soy de ese % que no se aburre con Ordet, jejeje y, añado, uno de los mamoncetes que ha votado por ¡Qué bello es vivir! ;)
Pues mira que no pensaba verla, pero después de leerte, me han dado ganas de ir al cine este finde y echarme unas risas con este producto que, sinceramente, pinta muy bien (título incluído),
un saludo

meneillos dijo...

la he visto,muy divertida!!!!!

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