Es difícil saber con certeza cuál de las cuatro bocas que presenciaron el comienzo del Éxodo paquidermo desde el salón de “la Pobo” quedó más abierta y tardó más en cerrarse.
Konsultas y Kolenko no daban crédito a lo que veían y se encontraban muy lejos siquiera de comenzar a entender qué demonios acababa de suceder. María Poboski quedó en estado de shock al contemplar la completa destrucción de su colección de parterres de tulipanes.
Pero ningún rostro palideció tanto como el de Randall W. Griffith que vio cómo todos sus planes de venganza se esfumaban a una velocidad aproximada de 25.000 kms/h.
La confusión fue total y el cruce de silenciosas miradas entre los cuatro presentes fue tan incesante como inútil. El silencio reinó en la sala durante un minuto hasta que finalmente fue interrumpido por el furibundo grito de dolor de Griffith: " ¡¡¡La puta madre que os parió a todos!!!", exclamó mientras desenfundaba de su cinto un revólver tipo Lafaucheux fabricado en 1862 por los Hermanos Orbea en Éibar.
- Griffith.., ¡demonios!, ¿qué está ud. haciendo?, - gritó horrorizada la Pobo mientras se escudaba tras el orondo cuerpo de Kolenko, quien, por su parte, ya se había protegido tras las amplias espaldas de Konstantin Konsultas.
- Se acabaron las intrigas y las maquinaciones subrepticias, -respondió Griffith-. Voy a hacer ahora mismo algo que debería haber hecho ya hace tiempo.
- ¿Y qué es eso amigo Griffith?, - respondió un altivo Konsultas.
- Justicia, sire, voy a impartir Justicia.
- ¿Usted?, ¿y quién se cree Ud que es como para auto otorgarse semejante derecho?
- Soy Randall Woodpeckerwood Alcestes Griftensen, huérfano de padres asesinados por el ego de un empresario húngaro. Soy Randall Woodpeckerwood Alcestes Griftensen, el niño que limpió letrinas durante 5 años. El niño que fue repetidamente violado por un Obispo con la connivencia de los Poderosos. El joven que estudió incansablemente mientras trabajaba en unas porquerizas para llegar a ser alguien en la vida. Una vida a la que solamente daba sentido Margueritte Duvidier, mi amor. Un amor que me arrancó Ud. mismo y monsieur Kolenko de las manos a causa de unos absurdos abrigos de astracán negro.
Soy Randall Woodpeckerwood Alcestes Griftensen, el hombre que hoy mismo, ahora mismo, va a acabar con sus depravadas vidas.
Y sin dar tiempo a réplica alguna, Randall W. Griffith apretó el gatillo de su Lafaucheux.
Tras el atronador estruendo, un abundante humo inundó la sala. Cuando se disipó la mortal neblina se hicieron visibles los terribles efectos del disparo de Griffith: el proyectil había destrozado la parte derecha superior del rostro que mostraba ahora un aspecto de lo más repugnante. El globo ocular había reventado y la piel y la masa muscular de la zona afectada se desparramaban ahora sobre la pared lateral, así como gran parte del cuero cabelludo. El cuerpo, todavía con vida pero herido mortal de necesidad, se desplomó en el suelo.
Vladimir Kolenko y María Poboski salieron corriendo presas del pánico. En la sala quedaron solamente Griffith y Konsultas. Fue el Primer Ministro el primero en hablar:
- Griffith, muchacho, ¿pero qué ha hecho?.
El cuerpo de Randall W. Griffith yacía en el suelo sobre un charco de sangre. Su revólver Lafaucheux había reventado tras la detonación calcinando su mano derecha y proyectando sobre el rostro de Griffith una letal lluvia de plomo.
Según el registro de los Hermanos Orbea, solamente 1 de cada 10.000 armas fabricadas de ese modelo presentaron el raro defecto de fabricación que provocaba fatales accidentes.
Konsultas escuchó un susurro que decía: "La puta madre que parió a los Hermanos Orbea...".
Guardia personal de Konsultas. Tras el intento de magnicidio, cambiaron el viento-metal por armas de fuego.Próxima semana, penúltimo Capítulo. La muerte de Randall Woodpeckerwood Alcestes Griftensen, a.k.a. Randall W. Griffith.
1 comentario:
Muy buena la perorata vengativa y justiciera de Randall, me ha gustado, :).
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