Cuando en 1875 el comandante de las tropas francesas, el luso Jacques Revierre Pockollock, pensó que sería mejor cruzar el Índico por en medio y a la brava antes que vadearlo por el conocido, desde tiempos de los tartesos, "alcorce de Jutlandia", se encontraba muy lejos de conocer cuál sería el resultado final de tan temerosa decisión.
De un ejército inicial de 423.126 hombres, solamente 421.212 consiguieron atravesar el río sin problemas, mientras que los 1.914 restantes sufrieron humedades en sus botas que provocaron en el cuero manchas de salitre que, 25 años después seguían luciendo, o más bien desluciendo, de manera evidente y molesta, los desfiles conmemorativos de tan peculiar hazaña.
Nadie osó jamás mencionar tan lamentable efecto en vida del ya general J.R. Pockollock quien, indefectiblemente, acudía cada año al desfile en su honor, por muy lejos que del hogar le mantuvieran sus obligaciones para con su Patria. Conocido era entre su camaradas de armas el episodio de 1883 en el que Pockollock movilizó 127.000 elefantes rojos abisinios con el fin de llegar a tiempo a la celebración de ese año. Así lo contó el historiador clásico Hemóclito, el tullido, (Croacia, alrededor 2.000 a.C - Luxemburgo, alrededor 1926 a.C .):
"Una calurosa tarde de otoño, Pockollock despertó de su acostumbrada siesta anual de 7 meses, cuando se percató de que en 17 lunas, el Imperio franco-luso conmemoraría, como cada año, la fiesta del "Indicus affair" a la que inexcusablemente tenía a bien acudir el glorioso militar.
Encontrándose en Abisinia, región que dista a más de 800.000 kms de la capital del Imperio franco-luso, se enfrentó ante un terrible problema: era humanamente imposible cubrir esa distancia en 17 jornadas. Pero, ¿y elefantemente?, ¿era factible?. Pockollock, famoso por su carácter intrépido, tenía a su disposición 130.000 elefantes rojos abisinios regalo del cónsul de Persia que actualmente se estaban empleando en labores de conteción de la presa de Asuán. El problema de Pockollock se convirtió en un dilema. Sabida es la velocidad de los elefantes rojos abisinios y su aversión al agua. Estos animales son capaces de desplazar cargas pesadísimas a unas velocidades superiores a los 25.000 kms a la hora. Mas su deseada exención de las labores de contención provocaría, probablemente, unas terribles inundaciones en la zona que estaba habitada por casi 27 personas y cuya economía, basada en un alto porcentaje en el proceso de depuración del lignito, dependía del agua de la presa.".
Y hasta aquí escribió el historiador. Lamentablemente Hemóclito el tullido murió antes de poder terminar la que estaba llamada a ser su más excelsa y larga epopeya, por lo que los detalles sobre el ya mítico "Regreso de los 127.000 elefantes rojos abisinios de Pockollock", permanecen todavía sin conocerse del todo. Si bien es cierto que a día de hoy se ha avanzado muchísimo en este enigma de nuestra historia gracias, principalmente, a los estudios con primates que llevan realizando, desde hace más de 32 décadas, los componentes del equipo científico del profesor noruego Jofsengort Mullengborg, reconocido especialista en el campo del genetismo animal y ganador del premio Nóbel por su demostración del origen común del elefante rojo abisinio y la cefalea.
La Reina, primeramente confusa pero más tarde indignada, se retiró presurosa a su ostentosamente ornamentado despacho donde llamó a consultas a su inmortal "camarilla de los 11", también conocidos como "los 11 de la Reina", camarilla compuesta por más de 700.000 asesores eunucos seleccionados cuidadosamente de las mejores cortes europeas. La confusión reinó durante los primeros minutos de la reunión que, más tarde, y con ayuda de los 700.000 eunucos, se convirtió en un auténtico caos del que, sin embargo, se concluyeron 3 interesantes principios:
2.- La camarilla necesitaba un reajuste en su formación, por lo que fueron cesados de ipso facto y de manera irreversible 699.989 eunucos, siendo además desterrados de por vida, a los dominios de ultramar del Imperio. Sería la isla de "La bella Española" la que acogería a la nueva colonia de la que descienden sus actuales habitantes: las ranas de Crimea.
3.- Los 11nuevos miembros decidieron denominarse a partir de entonces y como homenaje a sus excompañeros la "camarilla de los 700.000" o "los 700.000 de la Reina".
Terminada la reunión, la Reina disolvió la nueva "camarilla de los 700.000" y ejecutó a sus 11 integrantes quienes no resultaron ser tan inmortales como ufanos se autoproclamaban. Presa del desconcierto más absoluto y temerosa del desgobierno del Imperio, llamó de nuevo a Konsultas, el cónsul lituano en la capital, antiguo amigo de la infancia y hombre de confianza de la ahora viuda regente del Imperio franco-luso. Comenzaba así un período de vital importancia para todo el Imperio y, por ende, para todo el mundo civilizado: los 1.500 días de Konsultas.
Konstantin Konsultas.