"La Guerra la ganaron los que no tuvieron piedad". Antony Beevor.
Genocida: Aquel o aquella que perpetra actos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal; estos actos comprenden la matanza de miembros del grupo, lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo, sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial, medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo, traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.
Leemos en La Guerra Civil Española (2005) del historiador británico Antony Beevor:
"La naturaleza de la represión nacional no tuvo nada que ver con la de la violencia en zona republicana. En primer lugar hay que tener presente que la idea de hacer «limpieza» formaba parte de los planes golpistas. Ya Mola, en la instrucción del 30 de junio relativa a Marruecos, ordenaba «eliminar los elementos izquierdistas: comunistas, anarquistas, sindicalistas, masones, etc.». Pero Queipo de Llano, que calificó a su «movimiento» de «depurador del pueblo español», ya no hablaba de anarquistas o comunistas, sino de cualquiera que simpatizara «con corrientes sociales avanzadas o simples movimientos de opinión democrática y liberal». Los nacionales, en efecto, tenían que llevar a cabo una represión dura e intensa para arrancar de cuajo la experiencia democratizadora de la Segunda República e impedir que volviera a intentarse. Lo expresó muy bien uno de los jefes de prensa de Franco, el capitán Gonzalo de Aguilera, en la entrevista que le hizo el periodista norteamericano John Whitaker: hay que «matar, matar y matar» a todos los rojos, «exterminar un tercio de la población masculina y limpiar el país de proletarios». Es decir, que la represión que llevaron a cabo los nacionales no fue tanto consecuencia de los enfrentamientos como uno de los requisitos del golpe de estado. Entre julio de 1936 y comienzos de 1937 los nacionales permitieron la matanza «a discreción», bajo el bando de guerra, pero luego la represión se planificó, dirigió y se realizó metódicamente, alentada por las máximas autoridades militares y civiles y bendecida por la Iglesia católica."
«Es difícil para una mujer definir sus sentimientos en un lenguaje creado principalmente por el hombre para expresar los suyos». (Lejos del mundanal ruido).
Poesía es eso que se consigue cuando una palabra como "algarrobo" suena tan hermosa y tierna como cualquiera de todos esos estándares poéticos de sobra conocidos por los cultivados lectores de este blog (tililar, etéreo, etc...). O sea, cuando el algarrobo sabe y suena melifluo (que es una palabra muy poética también).
Un ejemplo: La Sitiera (1955), célebre guajira de Rafael López (1907 - 1979), una canción que vamos a escuchar ahora mismo en esta impresionante versión de Omara Portuondo (1930).
La parte del algarrobo es ésta:
Ya el jilguero se alejó De aquel frondoso algarrobo Y hasta la mata de jobo Nos da muestra de dolor La sitiera se ha marchado Y yo enamorado lloro por su amor Y es para la sitiería Cual si fuera un día Que le falta el sol
Atentos a la intro, que también es poesía (musical).
"Resuena en mi corazón el eco de gritos de dolor. Niños hambrientos, víctimas torturadas por opresores, ancianos desvalidos, carga odiosa para sus hijos, y todo en un mundo de soledad, pobreza y dolor convierten en una burla lo que debería ser la existencia humana. Deseo ardientemente aliviar el mal, pero no puedo, y yo también sufro." Bertrand Russell.
Total, que recién terminada mi quincena vacacional veraniega cambrilense, de vuelta al hogar en la Siempre Heroica Zaragoza, me viene a la cabeza que todavía tengo pendiente de ver la unánimemente aclamada El Hilo Fantasmade mi admirado P. T. Anderson. Decidido a poner remedio a esta gravísima falta, me acomodo en mi Poäng de IKEA, pirateo la película de nosédónde y, transcurridos 45 minutos, me doy cuenta de que me está importando muy poco la transformación amorosa de ese admirado genio de la moda; un tipo obsesionado con su trabajo y que tiene pinta de que va a ser redimido por el amor de una joven camarera de sonrosadas y rurales mejillas. O algo así. Me da igual. Sonaba todo el rato una música de fondo muy molesta del gran Jonny Greenwood (y un poquito de Debussy).
Plan B): Sicilian Ghost Story (2017) de Fabio Grassadonia y Antonio Piazza.
Veredicto: Obra maestra.
“No puedo dejar de pensar en él”
“Sabía que tú no me abandonarías”
Antes de hablar de la película, necesito recordar lo siguiente:
Cosas maravillosas:
- El primer amor
- Los amigos de la adolescencia
- Sicilia
- La naturaleza
- Los buenos roles secundarios de las películas
- Los cuentos y las fábulas
- Algunos momentos de realismos mágicos de Cine
(los de Sueño de Amor Eterno y L´Atalante, por ejemplo)
- Soñar despierto
(el 30% del tiempo, según los estudiosos del tema)
- La lírica
- La mezcla de géneros cinematográficos
- El gran angular
Cosas asquerosas:
- La mafia siciliana
- La omertá
- La violencia
Sicilian Ghost Story es la mejor película que he visto en 2018 (so far).
"... si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro, serás para mí único en el mundo, seré para ti único en el mundo. Si me domesticas, mi vida se llenará de sol, conoceré un ruido de pasos que será diferente a todos los otros...tus ruidos me llamarán fuera de la madriguera, como una música. ".
Small Town Crime *** (2017, Nelms Brothers). Ya sé que hemos visto 1001 películas americanas de ese neo noir fargoiano tan cool, tan rural, tam peckinpahiano sobre ex polis losers y borrachines que se meten a investigadores privados para no morirse de hambre y se topan con un asesinato y van tirando de la trama y la cosa les viene grande y... Pero es que soy muy fan de estas tramas. Dura 90 minutos y la protagoniza John Hawkes, heredero natural de Warren Oates. Yo no puedo dejar de ver una película con este cartel. Simply irresistible...
Star Wars: Los últimos Jedi **** (2017, Rian Johnson). Ya he dicho varias veces que no soy fan de esta saga galáctica pero.., como este es mi blog, lo repito: no soy fan de Star Wars. Solamente me gustan los sables láser y los uniformes de los malos. El caso es que vengo ahora a decirles que Los últimos Jedi es, de lejos, la mejor de todas las películas starwarsianas hechas hasta el momento. Es fabulosa en ambos sentidos. Hay un momento en que Luke Skywalker le dice a C3PO que cierre la puta boca (no se lo dice literalmente como lo he escrito, pero lo piensa, lo mismo que lo pensamos todos). Con esto está todo dicho. No se la pierdan.
Nos vemos allá arriba ****(2017, Albert Dupontel). Fenómeno literario en Francia, por lo que leo, yo les confirmo que la novela está muy bien y que la película no defrauda; nunca comparo el rollo ése novela - película. Una trama de fondo histórico WWI que emociona y entretiene a la francesa. Si bien es verdad que no llega a narrar con la misma intensidad las tramas secundarias, el excelente diseño de producción nos hace perdonarle sus veniales pecados. En la foto, momento en que un especulador camina sobre las tumbas de los soldados muertos para no mancharse los zapatos de barro. La estafa de la guerra.
Todo el dinero del mundo **** (2017, Ridley Scott). Basada en hechos reales... pero es que es entretenidísima. Michelle Williams se queda, sorprendentemente, un poco justita. Da igual. A mí me parece que Ridley Scott sigue en forma. En fin, ya saben, la realidad supera a la ficción. Sale Christopher Plummer. También sale Mark Wahlberg, pero bueno, nos aguantamos y listo. He leído que Danny Boyle ha hecho una serie sobre la misma trama en la que Donald Sutherland interpreta el papel de Plummer. A priori, mola. La serie se llama Trust (no la he visto).
La Peste ***** (2017, Alberto Rodríguez). Vi esta mini serie de televisión (6 capítulos) en el momento de su estreno. La he vuelto a ver. Por qué?. Porque es cojonudísima. Es tan buena, que no voy a escribir nada más sobre ella. Salen andaluces hablando con acento andaluz y eso parece que ha provocado problemas entre la oligofrenia patria. En fin, sin comentarios. La Peste es lo mejor que me ha pasado, por ahora, en 2018.
Ex aqueo con
Godless ***** (2017, Scott Frank), el western de Netflix en 7 capítulos que ya está en mi particular ranking de mejores westerns ever. 9 de cada 10 cinéfilos mayores de 40 años recomiendan no ver Netflix. Godless es una de sus gloriosas excepciones.
En 1894 Debussy compuso su merecidamente célebre e inmortal Preludio a La Siesta de un Fauno, una obra de 10 minutitos en forma de poema sinfónico con la que quiso expresar musicalmente las impresiones que en su sensible alma habían dejado los versos del poeta simbolista Stéphane Mallarmé (1842-1898). El poema se titulaba, pues eso: La Siesta de un Fauno (1876):
Pero el alma, de palabras vacante, y este cuerpo sombrío tarde sucumben al silencio del estío: sin más, fuerza es dormir, lejano del rencor, sobre la arena sitibunda, a mi sabor ¡la boca abierta al astro de vinos eficaces!.
El sueño del fauno debussiano original ya tenía un aire muy sensual que, acertadamente, había sido, en parte, sugerido por el compositor mediante una revolucionaria orquestación en la que la flauta tomaba el papel protagonista. Pero el provocador Nijinsky transformó esa insinuación musical en una coreografía mucho más explícitamente erótica, lo que supuso un escándalo mayúsculo el día de su estreno: 29 de Mayo de 1912. La versión de Nijinsky ni siquiera gustó al compositor quien declaró: "Ha interpretado groseramente la palabra satisfacer".
Y es que habrá muchas maneras de que os cuenten, muy líricamente, de qué va el bailecito de Vassili Nijinsky, pero aquí va el grosero resumen al estilo gusano: "Un fauno se despierta de una veraniega siesta como habitualmente solemos despertarnos los varones: enfaunado. Se encuetra con unas ninfas con las que juguetea "inocentemente", pero las chavalas huyen despavoridas ante semejante... fauno. Una de las ninfas pierde, en su huída, un pañuelo. El fauno lo recoje, aspira su aroma, rememora a la ninfa y se la onanea sobre el pañuelo...".
¿Se ha entendido?.
Polémicas y bromas aparte, el caso es que Preludio a La Siesta de un Fauno está unánimemente reconocida como una de las composiciones más trascendentales del siglo XXy uno de los pilares de la modernidad musical.
Para todo aquél al que esto que acabo de contar se la traiga al pairo, tengo buenas noticias: Preludio a la Siesta de un Fauno es una composición hermosísima que cualquiera, con un mínimo de sensibilidad (el mínimo exigido a los humanos para diferenciarse de los artrópodos) podrá disfrutar por muy lego que en materia musical sea.
Les invito a que así lo hagan y a que se relajen con este contemplativo y delicado poema musical que surgió de la mente del gran, gran, gran compositor francés Claude Debussy, incontestable maestro al que debemos, en gran parte, la liberación de las ataduras formales de la música del siglo XX.
A la batuta, otro genio: mi admiradísimo Georges Prêtre.
Te levantas de tu cama, todo está bien, no tienes donde ir ni nada que hacer. Llamas a tu amigo, quedas con él, pones la mesa y te pones a comer. Luego te tumbas en el salón, ves un rato la tele en el sofá, llega la hora de ir a Bilbao, te duchas, te arreglas y coges el carné. Ahí está tu amigo en el café, dais una vuelta y bebes con él, jugáis al billar después de esperar y luego andando a casa, es de esperar. Es verano, es verano aquí, los días son todos iguales cuando es verano aquí. Es verano, es verano aquí,
Uno de mis poemas favoritos.
Es que mis veranos no eran como los de Call me by your name...
A propósito de lo que nos cuenta dvd, aquí les traigo una lección de cómo reunir un ejército de cosacos al galope según el buen hacer del británico realizador J. Lee Thompson (a quien algún día la Humanidad tendrá la decencia de costear un busto en algún parque por realizar tres peliculones seguidos en dos años) y Franz Waxman (compositor de uno de los scores a los que el término de "obra maestra" le va al pelo).
Primera Sesión y Sábado Cine para cinéfilos de 40 años en adelante.
«Esta película es un acta de acusación dirigida contra el reino de las bandas existentes en América y contra la indiferencia total del Gobierno hacia esta amenaza que no deja de aumentar poniendo en peligro nuestra seguridad y nuestra libertad. Cada suceso de esta película representa algo que sucede todos los días, y su fin no es otro que preguntar al Gobierno: «¿Qué piensa hacer en relación con este tema? Este Gobierno es su gobierno. ¿Qué va a hacer usted en relación con este asunto?». Con este cartel comenzaba Scarface, el terror del hampa (Howard Hawks, 1932). Con uno muy parecido podría haber comenzado la película que vamos a recomendar hoy.
Las Guerras de los Balcanes fueron algo tremebundo. De entre todas ellas se llevó la palma, en lo que a barbaridades se refiere, la Guerra de Bosnia. En un marco como aquél, con semejante caos militar y multitud de complejos y viscerales conflictos religiosos, étnicos y políticos entre las diferentes etnias de los habitantes de Bosnia, puedo incluso llegar a entender por qué, en 1995, 400 cascos azules holandeses salieron por patas de Srebrenica (ciudad que debían proteger) cuando llegaron los hijos de puta de la VRS (el ejército serbio de bosnia). El resultado del acojone holandés: 8.000 bosnio-musulmanes que habían acudido a Srebrenica, confiando en la ONU, fueron fusilados por los serbiobosnios (ortodoxos). El parlamento de Holanda fue un poco menos comprensivo que yo y, cuando todo el asunto salió a la luz, el gobierno holandés fue obligado a dimitir.
Pero ya se sabe que es más difícil ganar la paz que ganar la guerra.
Cuando la oficial de policía norteamericana Kathryn Bolkovac (de ascendencia croata) llegó a Bosnia en 1999 contratada por la DynCorp (empresa privada de seguridad contratista del gobierno de los USA) para ejercer su labor como instructora de la Policía Internacional de las Naciones Unidas, no podía imaginarse que, cuatro años después de finalizada la guerra, las barbaridades en territorio bosnio continuaban. Este dato le resultó sorprendente: si la mitad de los varones bosnios había muerto durante de la guerra, ¿cómo explicar el florecimiento de prostíbulos y burdeles en Bosnia? y ¿por qué a nadie le parecía extraño?.
Kathryn Bolkovac comenzó trabajando como instructora de policías bosnios para combatir la violencia de género y acabó destapando un escandaloso y vergonzante (otro más) negocio de tráfico sexual de mujeres. Mujeres que eran secuestradas y obligadas a prostituirse para uso y disfrute de ¡¡¡los machotes de las fuerzas pacificadoras de la ONU!!!. Así que algunos de los tipos que estaban en Bosnia para ayudar a las antiguas víctimas, contribuyeron, en realidad, a fabricar nuevas. Pero, ¿a quién le interesan unas cuantas putas de guerra?, ¿quién se va a preocupar por los más parias de entre los parias?. Pues Kathryn Bolkovac, quien denunció esta situación de la que todos (autoridades locales, mafias de proxenetas y miembros de las fuerzas de la ONU) se beneficiaban.
Y ya me callo porque me estoy poniendo de mala hostia y porque no quiero desvelar más trama de la película que recomendamos: La Verdad oculta, dirigida por la debutante realizadora canadiense Larysa Kondracki quien llevó, en clave de thriller, la historia de Kathryn Bolkovac a la gran pantalla con notable resultado. La mayor virtud de la película es su clara intención edificante y su propósito de denunciar una situación que debe ser conocida por la opinión pública.
La Verdad oculta tiene un tufillo a telefilme de lujo basado en hechos reales (ojo al reparto: RachelWeisz, Vanessa Redgrave, Monica Bellucci, David Strathairn) de ésos que tanto me gustan cuando poseen la noble voluntad de exponer públicamente las vergüenzas de nuestras sociedades. Rachel Weisz está estupenda en su papel de heroína, no de acción, sino de devoción, es decir, esa clase de héroes que alcanzan dicha categoría por seguir el camino que les guía su sentido del deber y su fe en la justicia.
Puede que La Verdad oculta no te ayude a convertirte en un mejor cinéfilo, pero seguro que, tras verla, consigue revitalizar esa necesaria dosis de rabia e indignación que todos necesitamos para echarle narices a la vida y pelearnos con la parte más fea de este mundo.
Sin Amor (Loveless) es, posiblemente, la más puñetera, descorazonadora, triste y desgarradora película de la Historia del Cine. La elocuencia del título lo dice todo.
Cuando hace un par de años vimos la magistral Bone Tomahawk, tuvimos claras dos cosas:
1.- Era un clásico instantáneo que con los años adquiriría la aureola de película mítica.
2.- Siempre amaríamos a su director y guionista, el norteamericano Steven Craig Zahler, aunque el resto de su filmografía futura pudiera llegar a malograrse si terminaba por transitar otros caminos menos atractivos (como a menudo sucede).
El caso es que S. Craig Zhaler ha conseguido renovar nuestra filia hacia su cine con su nueva película, la también magistral Brawl in Cell Block 99.
Si les cuento de qué va Brawl in Cell Block 99 sin destriparles nada les va a sonar a una historia mil veces contada. Pasaba lo mismo con Bone Tomahawk. Es lo que tiene el cine de género, que lleva contando lo mismo desde los griegos. Por eso nos gusta tanto. En Brawl in Cell Block 99 también hay un Orfeo que desciende a los infiernos porque Amor Vincit Omnia.
Su protagonista, Bradley Thomas (Vince Vaughn en su mejor papel ever), es un gigante mitológico. Es un Juggernaut al que su patriotismo jugará una mala pasada al distorsionar la división clásica entre buenos y malos. Su dignidad le llevará a la cárcel y el amor a su familia hará el resto.
El resto es, en este caso, la mutación del género que consigue S. Craig Zahler (tanto en esta película como en su anterior trabajo) después de una introducción que supone más de la mitad del metraje. Y esta mutación, que hace evolucionar el género, les dejará con la boca abierta.
Como en todas las mutaciones, el resultado es traumático y brutal, tan brutal como el salto sobre el vacío y sin red que el guión hace desde el realismo hasta el realismo mágico de S. Craig Zahler, casi ya un subgénero en sí mismo.
Sam Rockwell ha ganado merecidamente el Globo de Oro como Mejor Actor de Reparto gracias a su estupendísimo trabajo en la última película de Martin MacDonagh, director al que muchos recordamos y algunos veneramos por sus excelentes Escondidos en Brujas y Siete Psicópatas. La película se titula Tres Carteles en las afueras y nosotros nos unimos a las cuasi unánimes recomendaciones que encontrarán a diestro y siniestro por la cinefilia mundial.
Pero yo vengo a decirles hoy que…
Es la última rosa del verano, que solitaria queda floreciendo; Todas sus adorables compañeras Han marchitado y se han ido; No hay flor de su linaje, No hay capullo cercano, Que reflejen su rubor, O devuelvan suspiro por suspiro.
… este poema de Thomas Moore (1805) suena en Tres Carteles en las afueras.
El poema se titula La última Rosa del Verano. Fue muy popular en el siglo XIX cuando se cantó, por primera vez, gracias a Edward Bunting y su transcripción para piano deuna popular canción irlandesa titulada Aislean an Oigfear. Los melómanos la conocemos, sobre todo, por un aria de la ópera Martha (1847), obra del hoy semi desconocido compositor alemán Friedrich von Flotow.
Vamos a escuchar la versión que suena en la película. Lo hace en la voz de Renée Fleming, una rubia de Pensilvania que canta como los ángeles.