“No he cometido iniquidad respecto de los hombres; no he matado a ninguno de mis parientes; no he mentido en lugar de decir la verdad; no tengo conciencia de ninguna traición; no he hecho mal alguno; a nadie he causado sufrimiento; no he sustraído las ofrendas a los dioses...”
Oración del "Libro de los Muertos".
Lo ha dicho el juez Baltasar Garzón.
También están muertos otros 44 jerifaltes del régimen dictatorial franquista, por eso dice el juez ahora que no los puede juzgar, porque están todos tiesos y fríos, y no cree que vayan a presentarse en los juzgados a testificar nada.
Lo de Franco nos lo dijo Arias Navarro hace 30 años, compungido y con cara de vampiro. Pero igual es que no fue muy convincente. Yo es que era muy chiquitín y no me acuerdo.
Arias Navarro, the crying vampyr.
El gran compositor ruso Prokofiev se defendió, cuando le criticaron el happy end de su ballet “Romeo y Julieta”, diciendo que era mejor que los protagonistas del drama de Shakespeare no la palmaran al final de la obra, porque “los muertos no bailan”.
Pero eso era antes de George Romero y de Garzón.
Convencido ya del deceso del dictador, nuestro juez estrella se ha inhibido del caso ése de abrir tumbas a favor de los juzgados territoriales de las tierras, caminos y polvos donde están las fosas comunes, juzgados que sí son competentes, tal y como decía la Fiscalía.
A lo mejor se ha enterado Garzón de que Boris Karloff, Bela Lugosi y Robert L. Stevenson también están muertos.
Y es que Garzón en el fondo es muy humano y no puede estar por encima de las modas. Tampoco de las del cine, que tiene pinta de cinéfilo el hombre. Hasta lleva un mechón blanco en el pelo, como el Gremlin malo. Y claro, con esta vuelta triunfal que están teniendo las pelis de zombies o infectados, pues cualquiera se resiste: 28 días después, Resident Evil, Grindhouse, REC, Zombies party, El amanecer de los muertos y etc, etc.
Luego, una vez que se aficionó al género, empezó a buscar en la filmoteca y encontró “Yo anduve con un zombie” (Jacques Tourneaur, 1943) y comenzó darse cuenta de que, -“oye, ¿por qué no?”-, él también quería juzgar a un zombie. Y hasta bailar con él, emulando a Prokofiev. Así que eligió a Franco, que es pequeñajo (y más en formato cadáver), por si acaso, que para empezar ya está bien.
Gracias a Ian Gibson nos enteramos de que el muerto más famoso del golpe de estado y posterior Guerra Civil de 1936 no fue Rascayú, sino Federico García Lorca, el poeta al que Garzón y Gibson quieren también sacar a andar con ellos, -walking on sunshine-, pese a que su familia se opone a la exhumación.
Ian Gibson me cae bien, pero tiene pinta de loco y parece obsesionado con el escritor granadino, cuya tumba lleva buscando más de 40 años. Dice que a Lorca lo denunció uno de la CEDA, Ramón Ruiz Alonso, muy de derechas, católico, también escritor, que tuvo tres hijas actrices y que fue suegro de Antonio Ozores. También dice que lo mataron por envidias de pueblo más que por otra cosa, aunque Ruiz Alonso ya le explicó en 1967 al irlandés que no, que lo mataron por rojo y por las órdenes que recibió del Gobierno Civil.
El caso es que tenemos desperdigados por caminos y cunetas de España 30.000 cuerpos de asesinados de hace 70 años.
Muchos familiares quieren encontrar sus huesecicos para llorarles como se merecen
Y otros tantos dicen que hay que pasar página y que lo que hay que enterrar en otra cuneta, todavía más perdida, es ese episodio tan cruento y trágico de nuestra Historia reciente.
A mí me parecen bien las dos posturas y ambas merecen mi respeto. Lo que sea con tal de que los descendientes de los matados no sufran como sufrieron sus padres, tíos y abuelos.
Desde aquí le pedimos al Gobierno y Oposición que se dejen de politiqueos y demagogias con este tema y den dinericos y facilidades administrativas a los que quieran seguir con búsquedas y exhumaciones de cadáveres, para que no parezcan asaltatumbas andrajosos, como Karloff y Lugosi. Si la
Ley de la Memoria Histórica sirve para eso y para quitar aguiluchos de facha-das, pues bienvenida sea.
Lo de Garzón en plan
Ammyt "devoramuetos", - juez al que tanto defendimos y animamos cuando puteó a
Pinochet y al que tanto atacamos cuando se hizo el longuis con los etarras durante la tregua-, me parece un dislate y un poco
boutade. No le veo utilidad el juzgar a muertos, cosa que, en todo caso sería, por definición, asunto de los dioses, que no existen. O si acaso de historiadores.
Yo es que soy muy pragmático y los muertos vivientes me gustan solamente en el cine. Y aunque me encantan los remakes, éste de Garzón no lo veo. Y él parece que tampoco, porque ha acabado dejando la cosa en manos de los cines de barrio de los juzgados territoriales.
Supongo que a los muertos les dará igual enterarse ahora de si lo que les mató fue un
genocidio o una bala en la cabeza.
Una sobrina de Lorca, Laura, dijo unas palabras que encuentro muy bonitas:
"Mi tío yace en compañía buena y noble y la poca información que se pueda obtener exhumando las fosas no justifica lo que esencialmente es un acto extremadamente violento".
Claro que su tío no se quedaba atrás:
Si muero,
dejad el balcón abierto. El niño come naranjas. (Desde mi balcón lo veo). El segador siega el trigo. (Desde mi balcón lo siento). ¡Si muero, dejad el balcón abierto!Pero de abrir la fosa no dijo nada.
Aquí juzgamos penalmente a los muertos mientras que los asesinos vivos se van a Belfast con la novia. La Amnesia Histórica se cura leyendo y formando a la gente desde el cole. El que no tenga claro si Franco y los suyos fueron buenos o malos que deje de ver el "Cuéntame" y se ponga a estudiar sobre el tema. Que Garzón tiene mucho trabajo el pobre con sus conferencias y cursillos.