lunes, 24 de noviembre de 2014

Dedicatorias cinéfilas gusanas. Nunca aceptes dulces de un extraño (1960, Cyril Frankel). Para el Arzobispo de Granada.

El arzobispo de Granada ha pedido perdón por los pecados de la Iglesia. No por todos, claro, porque le llevaría una eternidad. Solamente por el enésimo caso de abusos sexuales a menores perpetrados y encubiertos por la Iglesia Católica (no tengo ganas de mirar estadísticas, que me pongo malo). Dice que a Cristo le duelen estas cosas. Pero el caso es que ni siquiera estamos seguros de que a Cristo le dolieran sus clavos porque su existencia no está demostrada (la de Cristo, la de los clavos sí). Lo que parece más probable es que a las víctimas de los abusadores sí les duelan muchas otras cosas.

El caso es que hoy vengo a recomendarle al arzobispo una película cuya moraleja debería aplicarse pero a futuro, que ya cansa lo de pedir perdón con carácter retroactivo, sobre todo si no lo haces de corazón sino obligado por tu jefe, que es un jipi (Francisco).


Le voy a recomendar una producción de la Hammer de 1960 dirigida por un artesano y asalariado de la casa: Cyril Frankel. Puede que alguien lo recuerde por su película más conocida: Las Brujas (1966). 

A mí me gusta más esta que traemos hoy: 
Nunca aceptes dulces de un extraño
uno de los títulos más descriptivo de la Historia del Séptimo Arte.

Nunca aceptes dulces de un extraño tiene un poco de serie B, de drama, de thriller, de película de juicios, de denuncia de la lacra de la pederastia y de crítica social hacia el encubrimiento de estas aberraciones por parte de algunos poderosos que prefieren correr un tupido velo sobre este escabroso asunto. Pese a ser una producción Hammer, se aleja del tono general que solemos asociar a las producciones de la mitificada productora británica aunque no se libre de ese ingrediente de gancho morboso habitual en los productos Hammer (pero es muy poquito y justificado). También se aleja de la paleta de tonos coloristas Hammer al ser un thriller en glorioso byn.

Voy a resumir la trama. A una pequeña localidad de Canadá llega un nuevo director de instituto con su mujer y su hija de 9 años. Nuestro protagonista acaba de cumplir el sueño laboral de su vida. Tras la fiesta de bienvenida por parte de lo más representativo de la comunidad, el matrimonio de forasteros llegan a su nuevo hogar para encontrarse con un acontecimiento que les hará bajarse de la nube en la que flotaban. Su hija les cuenta que esa misma tarde ha estado con una amiguita bailando desnuda en casa de un anciano que, a cambio de semejante entretenimiento, les ha regalado unos caramelos. 

El anciano en cuestión resulta ser Mr. Olderberry, patriarca de la más prestigiosa familia del pueblo…

Creo que no hace falta que cuente nada más. Espero haberles contagiado las ganas de videar esta película que, además, es muy cortita y que yo creo que les sorprenderá muy gratamente pues son muchas las virtudes que la adornan pese a su modestia y al encorsetamiento formal y limitación actoral y etcéteras habituales a los que cualquier producción modesta se ve condenada (amén de la teatralidad que heredan muchas películas basadas en obras de teatro, como es el caso).

No se pierdan Nunca aceptes dulces de un extraño que, como buena serie B, viene con moraleja y es una joyita de ésas que los blogueros más cool calificamos de “a reivindicar” o “ a descubrir” o etc .

Una película y una moraleja que hoy dedicamos al Arzobispo de Granada.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Clásicos Imprecindibles. La sinfonía n.7 "Leningrado" (1942) de Dimitri Shostakovich

Play.

"Con un sentimiento de admiración y orgullo observé los hechos heróicos del pueblo de Leningrado... Todavía tengo que escribir el final de la sinfonía. Podría describirlo con una sola palabra "VICTORIA". Nunca he dedicado ninguna de mis obras, pero esta sinfonía pretendo dedicarla a Leningrado. Cada una de sus notas, todo lo que he puesto en ella, está ligado a mi ciudad natal y a estos históricas días de su defensa."


Ya hemos comentado alguna vez que lo único con lo que podemos consolarnos tras la terrible Segunda Guerra Mundial es con la esperanza de que nunca se repita nada parecido y con las múltiples obras de Arte que durante o después de la contienda se crearon y se siguen creando relacionadas con esta masacre que se llevó por delante a 60 millones de personas. En Música Clásica incluso se creó un nuevo género musical: la sinfonía de guerra.

Quién sino Shostakovich podía haber creado la mejor de ellas, la Sinfonía n.7 "Leningrado", compuesta por el músico ruso en su ciudad durante el sitio alemán que duró casi tres años y durante el que perecieron más de 1.000.000 de civiles y medio millón más de soldados soviéticos machacados sin piedad por el incesante bombardeo de la Wehrmacht,

Un asedio que es un ejemplo (malo) de "alianza de civilizaciones" (civilizaciones muy cabronas en este caso): junto a los nazis combatieron los fineses que querían recuperar los territorios perdidos tras la Guerra de Invierno con la URSS. Y también... ¡¡¡TACHÁN TACHÁN!!!... ¡los españoles!, toma ya.

Los voluntarios falangistas de la División Azul integrados en el XVI Ejército Alemán como la 250ª División de Infantería, lucharon contra el Ejército Rojo durante la operación "Estrella Polar". Más de 2000 compatriotas murieron allí.

Pese a estar ideológicamente situada en las antípodas de mis convicciones, parece ser que debemos reconocer que..."La División Azul fue una de las formaciones más y mejor cualificadas desde el punto de vista intelectual que haya actuado en una guerra. Hitler quedó impresionado por su resistencia en el combate" (Antony Beevor).


La Sinfonía "Leningrado" fue un éxito inmediato. Sus diferentes estrenos se cuentan por anécdotas. En Leningrado, por ejemplo, solamente quedaban 15 maestros de la sinfónica de la ciudad y se licenciaron provisionalmente a músicos que combatían en el frente para completar la formación. En Londres, asistieron más de 60.000 personas. Y un avión voló sobre Europa con la partitura microfilmada para que Arturo Toscanini (antifascista furibundo) pudiera estrenarla en Nueva York.

La sinfonía se divide en cuatro movimientos de los cuales el primero, Allegretto, el más extenso, es probablemente una de las páginas musicales que más se identifican con la "música de guerra" al evocar Shostakovich, con sus notas y en un continuo crescendo, el implacable avance de las tropas alemanas y su inminente llegada a la ciudad que los zares llamaron San Petersburgo.

Hasta 12 veces se repite la marcha dando lugar a uno de los pasajes más famosos de la música del genio ruso. Aquí tienen el pasaje de la invasión; la "marcha" nazi comienza en el minuto seis aproximadamente.

Disfruten ahora del Adagio de esta maravillosa sinfonía a la que a veces se tacha de sobrevalorada y que el mismo Béla Bartók encontraba algo absurda.

Pero a nosotros nos encanta la música del camarada y héroe del pueblo 
Dmitri Shostakovich.
Si les ha gustado el comienzo del Adagio que encabeza el post, aquí lo tienen enterito:

domingo, 16 de noviembre de 2014

Pregúntale a Johannes: ¿Quién inventó los Canelones Rossini?

Juan A. R., un asiduo lector de nuestro blog nos envía la siguiente consulta desde Ifigenia en Aulide, su localidad natal:

"Estimado Johannes, ¿es cierto que Gioacchino Rossini inventó los Canelones Rossini?" 

Veamos qué contesta nuestro amigo Johannes:

"Sí, es cierto". 

Esto no me lo esperaba....

En Fin... Voy a rellenar un poco el post que ha quedado algo raquítico.

Gioacchino Rossini (1792-1868) es el rey del bel canto o sea, el rey de hacer cantar a los personajes de sus óperas de manera alegre, jovial, fresca y llena de gorgoritos, trinos y demás  adornos  propios de la opera buffa.


Luego llegaron Wagner y Verdi y dijeron que no, que todo tenía que sonar más serio y más dramático y pusieron a todo el mundo a cantar spinto

Ya dijimos el día que escribimos sobre el Réquiem de Verdi que Rossini era uno de nuestros compositores favoritos, predilección en la que pesa mucho el que a los 37 años compusiera Guillermo Tell, cambiando de estilo justo en el momento en el que todo el mundo le imitaba.

Final de la Obertura de Guillermo Tell (1829).
Himno oficioso de cualquier carga de caballería.


 Y esa fue su última ópera. 

Hagan cuentas y se darán cuenta (toma chascarrillo) de que Rossini que vivió 40 años más tras su "jubilación" musical... Una de las teorías que encontramos para explicar este sorprendente hecho dice que el compositor estaba ya tan forrado y era tan unánimemente admirado que dedicó el resto de sus días a cosas más importantes que la música clásica: comer bien, beber bien y vivir mejor (murió en París).

El caso es que viendo la cara de este compositor se nota a la legua que tuvo que ser un tipo campechano y un buen compañero de mesa. Es decir: Héroe Gusano.

 Obertura de Semiramis (1823).
Impresionante.

 

domingo, 9 de noviembre de 2014

Mis Canciones Favoritas. The Female of the Species (1996, Space).

Cuando el campesino en el Himalaya se encuentra al oso,
Grita para asustar a dicho monstruo, el cual a menudo se hace a un lado.
Pero la osa al ser abordada, se enfrenta con uñas y dientes
Pues la hembra de las especies es mas mortífera que el macho.

Así comienza The Female of the Species, poema de Rudyard Kipling de 1911.

Y homenajeando al célebre escritor británico, el grupo inglés Space incluyó en su imprescindible disco Spiders (1996) una de mis canciones favoritas: 
The Female of the Species.

Space = britpop + hiphop + humor -  pose. 
Qué más se podía pedir para combatir el tostón grunge.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Grandes Frases de la Historia. Emma Goldman.

"Si no puedo bailar, no quiero estar en su revolución".








Respuesta de Emma Goldman (1869 - 1940, judía, lituana, libertaria, feminista, antibolchevique y, sobre todo, persona) a uno de sus estúpidos "camaradas" revolucionarios que le recriminó su comportamiento por culpa de unos movimientos de baile que, a sus ojos de fanático, eran indignos de la Causa.

Su biografía es muy interesante.

Vamos a ver este documental de 2003 sobre la vida de la que fue enemigo público de los USA durante 3 décadas.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Pequeñas Joyas del Cine Contemporáneo. We Are The Best! (2013, Lukas Moodysson).

Venga, que voy con una de mis locas teorías vitales. 


Desde hace mucho tiempo vengo defendiendo que todo aquel que no ha participado en alguna comunión espiritual con un grupo de amigos y no ha llegado a una conclusión del estilo "¡Somos los Mejores!", no ha vivido la adolescencia. Me vale aunque el grito haya sido emitido una sola vez y acepto el agravante (o atenuante) de que sucediera en algún clímax etilíco - efervescente.

Estoy convencido de que en esta carencia se encuentra el origen de muchos comportamientos inmorales e ilegales de todos los ladrones cincuentones que han saqueado nuestro país. Hasta que no han tenido en sus manos una Tarjeta Negra no han gritado (en su caso, aullado): "¡Somos los Mejores!". Estos latrocinios que estamos sufriendo son el reverso tenebroso de los estallidos de rebeldía que todo ser humano necesita para sentirse vivo.

Para canalizar la rebeldía bien entendida se inventó el rock and roll y para amateurizar el rocanrol, o sea, para hacer su ejecución asequible a cualquiera, con o sin dotes musicales, con o sin dotes literarias, con o sin dotes estéticas, se inventó el punk que vivió su gloria en la década de los 70s y que murió cuando llegó la música disco lo mismo que el cine de autor norteamericano murió cuando llegó La Guerra de las Galaxias y el insoportable C-3PO mató a The Ramones.

Para componer una canción punk se necesitan nada más (y nada menos) que dos acordes y una letra como ésta:

Odio la gimnasia, Odio la gimnasia, Odio la gimnasia. 
Las personas mueren y matan 
pero a ti sólo te importa el salto de altura. 
Los niños están muriendo en África 
pero a ti sólo te importan las pelotas en el aire...


¡Somos lo Mejor! es, hasta el momento, la mejor película que he visto en este 2014. Tiene un argumento aparentemente sencillo pero tan inteligente como lo tenía la ópera prima (Fucking Amal, 1998) de su director, el sueco Lukas Moodysson, al que todos conocemos por crear la estupenda Lilya forever (2002) y por perpetrar la insoportable Mamut (2009).

Estocolmo 1982. Tres jovencitas de 13 años encuentran en el hito vital de formar un grupo de música punk la válvula de escape con la que liberar la presión a la que se ven condenadas por el delito de ser los bichos raros del colegio. Como ustedes ya se habrán imaginado, son tres rebeldes sin causa, así que se inventan una en forma de canción protesta cuya primera estrofa les he presentado un poco más arriba.

La gran baza de la película reside, sobre todo, en las asombrosas interpretaciones de sus tres jóvenes protagonistas que, en combinación con la realización de Moodysson, confieren a la película una naturalidad que alcanza un nivel sobresaliente.

No se pierdan ¡Somos lo Mejor!. 
Y si todavía no lo han gritado.., háganselo mirar.

Con todos ustedes... 

Les iba a poner a MC5 para hacerme el guay, pero qué narices, escarbar en los orígenes del punk no tiene nada de punk attitude, así que, repito, con todos ustedes:  

Sus Majestades The Ramones. 

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