«Tú representas para mí lo humano por excelencia y tu terrible destino es el de la humanidad en tiempos inhumanos». De la última carta de Vasili Grossman a su madre. Bueno. Resulta que mi mujer y yo tenemos la tradición de salir el día de San Jorge a comprarnos un librito de lomo bien grueso que luego guardamos durante un mesecito o dos para leérnoslo durante nuestras semanitas de vacaciones veraniegas cambrileñas. Este año, el libro que ella eligió para mí fue
Vida y Destino, novela que, en su edición de bolsillo, consta de unas
1.100 páginas. El criterio para su elección fue el siguiente: ojeando distraída la sección libros de bolsillo de
El Corte Inglés se fijó en la portada de un libro en la que aparecía, a toda página, una fotografía en blanco y negro en la que se puede ver la imagen de un soldado soviético, del Glorioso Ejército Rojo que combatió al nazismo en la WWII, abrazado por dos mujeres que lloran desconsoladamente.
"Esta novela tiene que gustarte". Me dijo convencida. A mí me pareció un criterio tan bueno como otro cualquiera.
Vida y Destino es, sencillamente, una de las mejores novelas que he leído jamás.
Una maravilla que, en mi cabeza, puede tutearse con Guerra y Paz o Doctor Zhivago, y que yo, desde mi analfabetismo literario, considero heredera de la tradición de estas dos joyas de la literatura rusa. Y no sólo lo digo yo, sino que parece ser el comentario general de los que entienden de estos asuntos. Le Monde la calificó como la mejor novela rusa del siglo XX.
Su escritor, el periodista judeo-ucraniano Vasili Grossman, nunca la vio publicada y, de hecho, ninguna edidión impresa vería la luz hasta 20 años después de su muerte. Algo menos que los 200 años que el censor de turno consideró que tendrían que pasar para que su obra pudiera ver la luz en la URSS.
La madre de Grossman murió asesinada por las SS. Grossman fue interrogado en la tristemente famosa prisión de la Lubianka. Cubrió como reportero del Estrella Roja el sitio de Stalingrado y la batalla de tanques de Kursk. Fue uno de los primeros corresponsales que llegaron a Treblinka... ¿Alguien mejor que él podría hablarnos de lo que fue la WWII para la URSS?. El capítulo 18, dedicado a su madre, es absolutamente conmovedor: la carta de despedida de una madre, camino de y consciente de su ejecución, a su hijo.
Vida y Destino nos cuenta unas historias de la Historia. Las historias de la familia Sháposnikov que, como el resto de los ciudadanos soviéticos que vivieron la WWII, se encontraron atrapados dentro de una trágica guerra atrapada dentro de un trágico estado totalitario atenazado por la amenaza de una de las mayores tragedias que le han sucedido a Europa: el nazismo germánico. Una situacion tan agobiante que solamente podemos comenzar a comprender después de leer, al menos, 1.100 páginas de una novela como ésta. Un pueblo que tras el terror soviético que supuso la Colectivización de 1929 (más de 5 millones de muertos), el Holodomor de 1932 (7 millones de muertos de hambre), las Purgas de 1937 (cientos de miles), la destrucción de libros de 1938 (25 millones de ejemplares de unas 8.000 obras), todavía encontró fuerzas para enfrentarse y vencer al ejército nazi de ocupación y exterminio a costa de, eso sí, 20 millones de muertos más.
Estado Nacionalsocialista, Estado Soviético, Ejército Rojo, Wehrmacht, Stalingrado, Revolución...
Grandes palabras de grandes mayúsculas que definen grandes conceptos ante los que el individuo aparece como insignificante, como prescindible. Todo por la Patria pero.., ¡qué narices!, ¿que es la Patria sino yo mismo, mi mujer, mi familia, mis amigos?. ¿Cómo puedes pedirle al individuo que denuncie a un hermano, a un amigo por el bien del Estado?. ¿Qué co**nes es entonces el Estado, el Pueblo, la Patria?. Solamente defendiendo la individualidad, defenderemos el Estado.
Vida y Destino es una narración hermosísima, elegante, conmovedora e imprescindible. Es un canto a la libertad y a la bondad.
Además, Vida y Destino me ha reconciliado con un género literario al que tenía abandonado: la novela, que en los últimos años, (seguramente por culpa de mis malas elecciones), no hacía más que contarme la misma cosa una y otra vez. A lo mejor es que tengo que empezar a elegir los libros en función de su portada...
A por el siguiente libro de Grossman: Todo fluye.