lunes, 18 de abril de 2016

The Witch - La Bruja (2016, Robert Eggers). Los miedos puritanos.

For what?. For the  Kingdom of God.
Para que luego digan que los hipsters no saben hacer Cine. Resulta que The Witch (La Bruja), una película de Robert Eggers, es un peliculón como la copa de un pino.

Un poquito de Historia by Mr. Lombreeze. Como ya dijimos aquí, Enrique VIII se inventó una nueva religión para poder tirarse a quien le diera la gana sin que el Papa de Roma le tocara las narices. Nacía así, con tan noble propósito, la Iglesia de Inglaterra, que ha sobrevivido hasta nuestros días lo mismo que el Catolicismo. Un horror (bueno, dos horrores). Pero por si los ingleses tenían pocos delirios religiosos donde elegir, surgieron otras variantes más fanáticas como, por ejemplo, el calvinismo. Los calvinistas eran anticatólicos, como buenos Reformistas, pero tampoco estaban del todo contentos con la nueva Iglesia de Inglaterra que les parecía demasiado mundana. A estos ingleses chalados les llamaron despectivamente “Puritanos” y cuando llegaron al punto de convertirse en un auténtico dolor de cabeza para la monarquía inglesa, les “invitaron” a que se fueran a tomar por Nuevo Mundo para que allí, bien lejos, materializaran su majadería de sociedad que se basaba, principalmente, en lo que decían las Sagradas Escrituras. Y esos fueron los famosos Pioneros que desembarcaron en la zona de la actual Boston a comienzos del siglo XVII dando lugar  a todas esas tradiciones yanquis que vemos en las películas de Jolibú.

La realidad es que los Puritanos angloamericanos vivían permanentemente acojonados por los indios, que los rodeaban por todas partes. Eso en el terreno carnal. En el espiritual la cosa no mejoraba porque también vivían permanentemente acojonados por el Diablo. Los indios, el hambre y el Diablo resultaron ser letales para estas comunidades pre Ilustradas. La amenaza del Diablo (que no existe, a diferencia de los indios y el hambre que sí existen) venía bajo la forma del cóctel conformado por los miedos puritanos, las fantasías adolescentes, el machismo, la represión sexual, las supersticiones caribeñas de los esclavos negros y etc, etc, que condujo a toda la zona de Nueva Inglaterra a vivir en un estado de histeria colectiva durante casi un lustro con episodios tan célebres como los Juicios de Salem, donde se acusaba a la gente de “brujería”, que era oficio de mujeres. Toma ya.


Bueno, pues aquí arranca The Witch, en la Nueva Inglaterra (América) de 1630, cuando una familia de ultra puritanos es expulsada de una de las colonias, lo mismo que los Puritanos habían sido expulsados, una década antes, de Inglaterra y por la misma razón: su radicalismo religioso. El caso que es que este matrimonio de fanáticos y sus cinco hijos encuentran un lugar perfecto para establecerse en una granja que terminan levantando al lado de un lúgubre y espeso bosque. Un día, el más pequeño de la familia, el bebé, desaparece. ¿Un lobo se lo ha llevado al bosque?...

The Witch: A New-England Folktale es un Cuento de Terror para Adultos. Con estas tres palabras está todo dicho en lo que esta película se refiere: Cuento, Terror y Adultos. Está filmada en tono realista (muy poquito gore), con una hermosa fotografía, una realización clásica, un estupendo diseño de producción, una gran bso y unos actores entregados a esta terrorífica causa perpetrada por el debutante Robert Eggers (con look hipster, como decía al principio) que ha materializado en su opera prima toda la fascinación que el mundo brujeril ejerció sobre su infancia. 

Pero, ¿saben ustedes que es lo más terrorífico de The Witch?. Pues que muchas de las frases de los diálogos que van a escuchar en este, insisto, cuento de terror para adultos, son transcripciones de otras que fueron pronunciadas por seres humanos reales allá por el siglo XVII. Escalofriante. 


No se pierdan The Witch. Es muy buena.

miércoles, 13 de abril de 2016

Bluma Zeigarnik, Franz Schubert y otros desbarres gusanos.

Bluma Zeigarnik (1900-1988) era una brillante y joven psicóloga (de familia judía) que estudiaba en la Universidad de Berlín. Era brillante, era psicóloga, era psiquiatra, pero ya decimos que también era joven, así que, como a todos los jóvenes (normales), le gustaba salir de copas o de tapas o de salchichas o lo que sea que  hicieran los jóvenes en el Berlín de aquellos años para distraerse.

Ahora siento tener que decir a todos los hombres del mundo que las chicas se fijan mucho en los camareros. Y no solamente en los que hemos sido apuestos camareros, como yo, sino incluso en los que no lo son tanto. El caso es que la joven señorita Zeigarnik estaba fijándose en un camarero cuando se percató de un curioso fenómeno que hasta entonces le había pasado inadvertido oculto bajo tanto atractivo físico: un camarero podía recordar una gran cantidad de pedidos pendientes y sin embargo apenas recordaba los platos que acababa de servir. Gran conclusión a la que llegó una gran inteligencia. Porque esto es como lo de los pinzones de Darwin que, según quién sea el que lo mire, la cosa acaba de una manera u otra. Mirando pinzones Darwin formuló la Teoría de la Evolución y yo, que soy un chorlito, hubiera llegado, como mucho, a la conclusión de que "los pinzones vuelan" (si es que vuelan, que no lo sé).

Intermezzo: Aprovecho para enviar todo mi desprecio a los creacionistas recordándoles que la Teoría de la Evolución no es una hipótesis sino una Ley.

Así que lo que hizo Bluma después de observar fue enunciar el Efecto Zeigarnik (qué modesta), según el cual y teniendo en cuenta que "cada intención trae consigo una cantidad de energía que se agotará únicamente al concluir la tarea que la originó", los humanos recordamos mejor las tareas pendientes que las completadas. 

La aplicación cinéfila de todo este rollo es el recurso del Cliffhanger (Continuará...) que se inventaron los escritores de novelas pulp para mantener el suspense de sus relatos y que más tarde aplicaron a sus creaciones los cineastas, los realizadores de tv e incluso los novelistas pesados que no paran de recordarnos que a Harry Potter no hay quien lo mate.

Pero yo, que soy tanto como vos, lo que recuerdo muy bien es la Sinfonía n.8 "Inacabada" de Schubert compuesta en 1822  en 2 movimientos en lugar de en los 4 clásicos. ¿Por qué la recuerdo tan bien?, ¿por estar inacabada como dice el Efecto Zeigarnik?. No (porque no lo está), la recuerdo maravillosamente bien porque es una de las mejores y más perfectas sinfonías de todos los tiempos. 

domingo, 3 de abril de 2016

Música Poética. Mañana (1894) de Richard Strauss.

Y mañana el sol volverá a brillar;
y por el camino que yo recorreré,
nosotros nos reuniremos otra vez, los bienaventurados,
en el seno de esta tierra que respira la luz del sol.

Y a la inmensa playa, bañada por olas azules,

bajaremos despacio y silenciosamente,
calladamente nos miraremos a los ojos,
y sobre nosotros descenderá el mudo silencio de la felicidad.

Joder.., cuesta leerlo en voz alta sin emocionarse (intenten hacerlo mientras suena la música que les enlazo).

En fin...

Morgen!, lied (canción) de Richard Strauss (posiblemente el más hermoso lied compuesto ever) con texto del poeta John Henry Mackay

Mackay se suicidó en 1933, diez días después de que la quema de libros de los nazis en el Instituto para la Investigación Sexual.

Nadie canta a los nazis ahora (nadie con alma, of course) pero nosotros hoy seguimos cantando, gracias a la música de Richard Strauss, las hermosísimas palabras de Mackay.

Con todos ustedes, la versión orquestal en la voz de la insuperable Renée Fleming, una rubia de Pensilvania.

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